La amnistía nuclear que abrió el apagón
Aunque toda Europa ya se había volcado hacia la energía nuclear mucho antes de que se produjera el apagón del 28A, lo cierto es que ese día se reabrió en España un debate que parecía casi completamente enterrado.
Si no por los siete reactores operativos, sí por el que aparece primero en el calendario de cierre: la central de Almaraz, en Cáceres. Y, pese a que esta planta abastece a cuatro millones de hogares, el 7% de la demanda eléctrica española, genera más de 15.000 empleos, entre directos, indirectos e inducidos, y aporta más de 800 millones a la economía española, fue considerada «sacrificada» por la política energética antinuclear de la coalición socialcomunista encabezada por Pedro Sánchez.
Al menos eso parecía hasta el 28A, cuando distintas voces incluso dentro del propio PSOE y del «ala» socialista del Ejecutivo pasaron de evitar pronunciarse a dejar la puerta abierta a una «perdón» para Almaraz.
El caso es que, aunque el el viento lidera la «mezcla» eléctrica un año más con el 22% de la generación, seguida de la solar y nuclear (19%) y ciclos combinados (17%), según datos preliminares de Red Eléctrica de cierre de año.
La nuclear sigue siendo crucial en el desarrollo «flexible» y abierto de las renovables, por lo que parece contradictorio mantener un calendario de apagado nuclear tan rígido como el acordado en 2019. Y, además, desde entonces el panorama energético y geopolítico ha cambiado por completo, con la invasión rusa de Ucrania cambiando el escenario energético anterior. Surge la paradoja de que este despliegue de renovables esté condicionado por el aumento de la demanda.
En este sentido, las previsiones del PNIEC prevén un crecimiento de la demanda del 35% para 2030 respecto a los datos de 2019, pero en 2024 esta creció sólo un 1,5% respecto al mismo periodo de 2023, y las últimas previsiones de Red Eléctrica del pasado viernes 19 apuntan a que el incremento de la demanda sería del 2,6% respecto a 2024.
Unas proyecciones basadas en la premisa de que en 2030 España tendrá nada menos que 5,5 millones de coches eléctricos circulando, algo prácticamente imposible de conseguir, más ahora que Bruselas ha levantado su veto a los motores de combustión.
Además, si, como aventura el sector eléctrico, el almacenamiento no se implementa al ritmo esperado, la energía nuclear es la única fuente baja en carbono que puede cumplir una función estabilizadora similar al almacenamiento.
El boom nuclear es un hecho. Al menos 139 plantas han ampliado su vida útil más allá de los 60 años y eso construyen al menos 63 nuevos reactores por todo el planeta. Veremos si España se suma a tiempo.
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