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Álvaro Vargas Llosa despide a su padre con una carta que mezcla dolor, amor y admiración

Álvaro Vargas Llosa despide a su padre con una carta que mezcla dolor, amor y admiración
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  • Publishedabril 21, 2025



Con las emociones al cuero, Álvaro Vargas Llosa escribió una carta para despedirse de su padre después de su muerte.

Álvaro Vargas Llosa ha elegido escribir para decir adiós a su padre en una carta publicada por el país. Lo ha hecho desde una esquina discreta en Europa, donde una parte del descanso de cenizas de Mario Vargas Llosa, el otro ha permanecido en Lima, en esa raíz que lo vio crecer. No hubo ceremonias religiosas, ni grandes discursos públicos, solo palabras. Palabras que construyen un retrato íntimo y profundamente humano de uno de los mejores escritores del idioma español.

Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa con su hijo Álvaro en Marbella

Álvaro, que no cree en el más allá, se preguntó qué queda cuando no queda nada. Y la respuesta se encontró en Victor Hugo, cuando escribió que «la carne desaparece, pero la idea permanece». Y así, Mario Vargas Llosa sobrevive: en las mentes de quienes lo leen, lo amaban o lo criticaron. Está en las calles de esa lima de los años 50, muy diferente del actual, en la jungla de Amazon, lo que describió, en los personajes que creó y en cada defensa libertad individual. Vargas Llosa vive en su literatura, y con él, sus ideas.

El Iluso, El Franco y El Hidalgo: esto fue descrito

En la carta, Álvaro lo llama «Varguitas», ese apodo que suena más de cerca, más humano. Frente a su cuerpo ya sin vida, decidió hablar solo, sin un micrófonoPorque sentía que tenía que ser y solo él, quien dijo esas palabras. En ese discurso, Destacó tres características de su padre: el Iluso, El Franco y El Hidalgo. El Iluso es el que, una noche, se lanzó a enfrentar a algunos presuntos ladrones armados con un pantano, como si fuera una espada. Luego, la franqueza: a veces dolorosa, como cuando dijo sin anestesia que sí, ese podría permanecer mudo si no sabía cómo hablar inglés, justo antes de enviarlo a estudiar un internado. Y finalmente, el Hidalgo, un hombre que, a pesar de las peleas y distancias, terminó perdonando a su hijo en una columna de periódico, con una humildad que conmovió a todos.

Pero no todo en la carta es el drama. También hay pequeños detalles que describen al escritor en su vida más diaria.. El hombre que odiaba las aceitunas. El que se encerró en el baño durante la campaña presidencial para leer Góngora. El que amaba el cine cuando era adolescente. El padre que forzó a sus hijos al leer esperando que les guste. Todo eso también fue Mario Vargas Llosa. Y Álvaro lo sabe. Es por eso que habla de la carta como quien habla con un amigo que ya se ha ido, diciéndole en voz baja: «Estás equivocado, este diálogo continúa».

Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa en la presentación de la obra 'San Francisco de Asís'Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa en la presentación de la obra ‘San Francisco de Asís’

En los últimos días, cuando la muerte se acercaba y más, Vargas Llosa sonrió. Escuchó a Rimbaud y dijo que recordaba el ritmo, pero no las palabras. Y tal vez eso también es parte de Su legado: no solo lo que dijo, sino cómo lo dijo. La pasión con la que vivió, escribió y discutió. Ahora, con las cenizas divididas en dos continentes, Álvaro reconoce la ironía de la vida: Mientras lloró la muerte de su padre en Lima, su compañero lo dejó sin una sola palabra. «Cada drama tiene algo de comedia», concluyó.



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