Ariane Hoyos, la ‘influencer’ que tiene la nevera llena de “imanes horteras” de sus viajes | Guia El Viajero
Hay tres cosas que le gustan mucho a Ariane Hoyos (Santurzi, Bizkaia, 25 años): los torreznos, el chocolate con churros y el hornazo. Las tres delicias están presentes en el frigorífico de hombre de influenciapero no por dentro, sino por fuera, adornando la puerta metálica así como el resto de su amplia colección de imanes, en recuerdo de las ciudades de Soria, Madrid y Salamanca. El del hornazo se lo regalaron unos seguidores de Salamanca mientras visitaba su ciudad, sabiendo su gran afición por este producto. memoria. «Quizás Rihanna tenga una mansión pero gracias a mis seguidores tengo un imán con forma de horno», comentó a sus más de 500.000 seguidores de TikTok y 490.000 seguidores de Instagram en un vídeo en el que luego colocó todos sus imanes. mudándose a su nuevo hogar en Madrid. “Me mudé por una sencilla razón. Y eso es tener un frigorífico suficientemente grande para todos mis imanes”, bromea al principio.
La puerta de su refrigerador ya soporta más de 40 imanes (incluso decidió hacer algunos ella misma), pero ese es un número cada vez mayor porque Hoyos nunca deja de viajar. “Creo que el primero que compré fue en Roma, en los Museos Vaticanos, porque vi uno chulísimo”, admite a EL PAÍS. Dice que cuando lo puso en el refrigerador pensó: «Vaya, sería genial llenarlo con recuerdos de todos los viajes». » Y eso es lo que hizo. Sólo que ya no busca imanes “super cool”, sino aquellos “también feos o anticuados”, pero que reflejan la esencia del lugar. «Dado que es una tradición un poco antigua, o ya un poco pasada de moda, parece una forma más divertida de abordarlo», explica con una sonrisa.
El vasco estudió filosofía, política y economía en Deusto y actualmente finaliza su educación social en la UNED. Sobre ser creador de contenido Era un poco como coleccionar imanes, en el sentido de que empezó a hacerlo sin pensar en lo que estaba haciendo. Lo que empezó con vídeos inocentes haciéndose pasar por hombre de influencia Terminó conquistando a los usuarios por su naturalidad y frescura. Hoyos es el guía turístico privado de miles de personas a las que muestra su recorrido no sólo por grandes ciudades como Londres o Nueva York, sino sobre todo por pequeños rincones de la geografía española, como Liérganes (Cantabria) o Peralejos de las Truchas (Guadalajara). ). «Te pongo este pequeño vídeo, te cuento que estoy en la Toscana o en Okinawa, en Japón, y se te caen los pantalones. Pues no, estamos en Castilla-La Mancha. «¡Ya está!», dice. en un vídeo mientras pasea por Cuenca.
La única condición que pone cuando viaja es llevar un imán que sea “cursi, anticuado, pero representativo del lugar”. Tiene uno de Chinchón con forma de botella, que hace las veces de abrebotellas y abrelatas. También uno de Segovia con las letras de la ciudad escritas con la tipografía de la película. shrek. Los hay de Magaluf, Benidorm, Zugarramurdi, Jerez de la Frontera… pero hay uno que se te resiste. “No tengo ninguno de mi pueblo, de Santurtzi. Tengo uno de Bilbao (en forma de txapela), pero no he encontrado ninguno con la mención Santurtzi”, se lamenta.
Coleccionar imanes de los lugares a los que viaja puede parecer una tradición. kitschpero lo cierto es que tras compartirlo en sus redes, Hoyos comprobó que es una práctica más extendida entre los jóvenes de lo que pensaba. “Hay mucha gente que colecciona imanes y me dice que les ponen la fecha en la parte de atrás para recordarlos después. También me envían fotos de sus imanes, la gente está muy metida en el mundo de los imanes”, comenta. Otros fans le dan recomendaciones: “Siempre dicen que no llevemos cerámica ni ningún material que se rompa, pero yo los sigo llevando porque muchas veces son los mejores. Y claro, a veces se me caen y se me rompen algunos, pero los restauro porque no quiero quedarme sin mis pequeños imanes.
Le dice a sus amigos que no le traigan eso. memoria porque lo que le gusta es elegirlos durante sus viajes, pero es un regalo recurrente de ella. Un regalo sencillo, pero cargado de valor sentimental. “Creo que el imán es un detalle para hacerle saber a esa persona que la recuerdas, por eso trato de plasmarlo en su estilo. Además, es algo que usarán pase lo que pase, lo usarán y se acordarán de ti cuando lo vean”, defiende. En el momento de la entrevista, su último viaje era a Valencia y, por supuesto, se había traído una nueva adquisición para su frigorífico, un souvenir del Oceanográfico: “¡Es una beluga monísima!
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