así es la relación con Trump de los líderes europeos que acompañarán a Zelenski a la Casa Blanca
La última vez que visitó la Casa Blanca, Volodímir Zelenski fue objeto de una insólita humillación televisada. Donald Trump y su número dos, J.D. Vance, utilizaron la comprometida posición de Ucrania y su dependencia militar de Estados Unidos para vapulear públicamente a su invitado, incluso tachándolo de «irrespetuoso».
Medio año después, el presidente ucraniano regresa hoy al Despacho Oval, pero no lo hará solo, sino escudado por los mandatarios de Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Finlandia, la Comisión Europea y la OTAN. Juntos protagonizarán un formato de reunión inédito con el que quieren reforzar el apoyo europeo al país eslavo, víctima de una «brutal» guerra impulsada por Rusia hace ya más de tres años.
El encuentro servirá para abordar las conclusiones del encuentro que Trump y Vladímir Putin mantuvieron en Alaska el pasado viernes. Washington adelantó ayer que se habría llegado a un acuerdo con el Kremlin para otorgar a Ucrania garantías de seguridad «robustas» si se firmase un hipotético acuerdo de paz con Moscú.
La oscilante relación con Trump
Trump ha asegurado que Ucrania «no recuperará Crimea» y «no podrá unirse a la OTAN», concesiones que ni Kiev ni Bruselas quieren acatar. Ese será el principal escollo en una cumbre que puede depender de la oscilante relación del presidente estadounidense con los líderes europeos a los que hoy recibirá como un «gran honor», una relación que se balancea entre la admiración, la cordialidad e incluso la hostilidad.
Ningúna relación ilustra mejor los vaivenes de Trump que la que mantiene con el presidente francés Emmanuel Macron. Durante su primer mandato, el líder estadounidense y su homólogo galo intercambiaron elogios, un tono bastante cordial, pero a veces también abiertamente antagónico. Su conexión se tradujo en un principio en un teatro físico de prolongados apretones de manos y palmadas que muchos tildaron de bromance. Aunque ese contacto se ha reducido, Macron y Trump se respetan, algo que queda claro en unas alabanzas mutuas que forman parte de su juego de poder. En julio, Trump dijo que Macron le caía bien y que era «un tipo muy majo».
Canciller alemán desde el pasado 6 de mayo, el conservador Friedrich Merz se ganó el favor de Trump en junio cuándo entregó al líder estadounidense el certificado de nacimiento de su abuelo, Frederick Henry Trump, originario de Baviera. Aunque Merz ha criticado con dureza a Trump, incluso asegurando que EEUU ya no es un aliado de fiar, está sabiendo mantener una relación cordial con él para hacer presión en favor de la causa ucraniana.
El primer ministro británico Keir Starmer ha logrado trazar una relación de sintonía con Trump, quién ha reconocido públicamente que el líder laborista «le cae bien». Eso le ha permitido alcanzar un acuerdo comercial que reduce drásticamente los aranceles impuestos al Reino Unido. En el caso de Ucrania, Starmer busca aprovechar ese agrado mutuo para hacer de puente entre Washington y Bruselas y poner fin a la «guerra ilegal de Rusia». «Hasta cierto punto, esto no importa. Cualquier tipo de diplomacia de Trump es siempre, en parte, un ejercicio de suerte», apunta Peter Walker, corresponsal político de The Guardian.
La primera ministra italiana Giorgia Meloni es la líder europea más ideológicamente cercana a Trump. Eso explica que fuese la única invitada a su toma de posesión como presidente en enero. Ambos mantienen una buena relación trufada de elogios. Trump ha calificado a la líder ultraderechista de «mujer fantástica» que «realmente ha conquistado Europa». Meloni ve en el republicano un «amigo» al que «todo el mundo quiere… y respeta». La italiana tratará de usar sus dotes como «susurradora» europea de Trump para convencerle de la necesidad de apoyar a Ucrania, punto en el que chocan.
El presidente finlandés Alexander Stubb también mantiene una buena sintonía con Trump, con quién se reunió en marzo en una visita «no oficial» en su mansión Mar-a-Lago de Trump para hablar de Ucrania y jugar a golf, afición que comparten.
La presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, ha negociado con Trump y a finales de julio logró un acuerdo que evita una guerra comercial abierta con EEUU, pero que mantiene unos aranceles base del 15% sobre las exportaciones de la Unión Europea. Aunque Trump aseguró que «nos va a unir más», la relación a ambos bandos del Atlántico sigue marcada por la incertidumbre en muchos otros frentes. En diciembre, dos diplomáticos europeos indicaron a Politico que la presidenta corre el riesgo de ser vista como demasiado cercana a Joe Biden, con quién reforzó la histórica alianza. Como los otros líderes europeos, Von der Leyen ha repetido la estrategia de alabar públicamente a Trump para tratar de ganarse su favor.
Vasallo, servil o pelota. Estos son algunos de los calificativos que se han atribuido a Mark Rutte, secretario general de la OTAN, por sus reiterados mensajes de adulación a Trump, a quién ha alabado por su gestión del conflicto entre Israel e Irán e incluso ha llamado «papi». «Creo que le gusto», respondió entre risas el presidente estadounidense. Trump ha descrito a Rutte como un «amigo» y ha celebrado que, con él al mando, los miembros de la Alianza Atlántica se hayan comprometido a aumentar el gasto en defensa hasta el 5% del PIB.
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