Brasil, en vilo ante la entrada en vigor de los nuevos aranceles de Trump en pleno terremoto por el arresto domiciliario de Bolsonaro
El arresto domiciliario de Jair Bolsonaro y la entrada en vigor de los aranceles a las exportaciones impuestos por Donald Trump constituyen parte de un cóctel que sacude a Brasil en direcciones enfrentadas. El presidente Luiz Inacio Lula da Silva ha preferido mantener distancia prudencial de los recientes hechos con la certeza de que se avecinan horas difíciles para su Gobierno. Ambos hechos parecen ser inseparables por estas horas. El gravamen afecta al 36% de las ventas a Estados Unidos e incluye productos como maquinaria agrícola, carne y café.
Una cuestión lleva a la otra. El juez del Supremo Tribunal Federal (STF), Alexander de Morares, encerró al expresidente en su casa y provocó la inmediata reacción de Washington y la ultraderecha. El Congreso fue el primer campo de batalla el pasado martes. El bolsonarismo y sus aliados hicieron su primer intento de generar las condiciones para un juicio de De Moraes y avanzar en un proyecto de amnistía de los partícipes del intento de golpe de Estado del 8 de enero de 2023. No tuvieron suerte y es posible que no la tengan porque, señalan distintos analistas, el centro político no se prestaría a esa maniobra. Más allá de las especulaciones ha surgido una certeza: la legislatura es a partir de las últimas novedades judiciales un foco de tensión permanente. El oficialismo no tiene mayorías y se veo obligado a piruetas y negociaciones constantes para evitar frustraciones. Ahora han aparecido nuevos peligros.
De Moraes tomó su decisión por considerar que Bolsonaro se reía en la cara de la justicia en momentos que avanza el proceso en su contra por la participación activa en la conjura contra Lula que incluía la hipótesis de su asesinato. La tobillera electrónica no redujo su protagonismo y el juez del STF tomó una medida que no parece provocar unanimidades a favor.
Interpretaciones disímiles
Las versiones sobre lo que ocurre al interior del máximo tribunal son encontradas en los medios de prensa. Según Mônica Bergamo, columnista de ´Folha` de San Pablo, el arresto del excapitán del Ejército «irritó» a los integrantes del STF y «dejó aislado» a De Moraes. Algunos magistrados consideraron que el paso dado fue «exagerado, innecesario e insostenible desde el punto de vista jurídico». La principal instancia judicial ha quedado «debilitada» en un momento en que está siendo objeto «de feroces ataques» de parte de la administración Trump. «Aunque De Moraes sigue contando con un fuerte apoyo de sus colegas y con el reconocimiento por el papel que ha desempeñado hasta ahora y por el precio personal que ha pagado por contener los ataques a la democracia, la impresión es que se ha equivocado en este caso concreto». La apuesta de sus colegas es que «reconsidere» lo hecho.
Por el contrario, Thiago Bronzatto, columnista del diario carioca ´O Globo` señaló que De Moraes ha «conseguido, por el momento, un mayor respaldo» de los otros miembros del STF «por haber puesto su cabeza en juego, sobre todo ante el Gobierno de Trump» y «al enfrentarse a los bolsonaristas». Las situaciones que exponen al Supremo a una mayor presión, como ha ocurrido el martes con la protesta opositora en el Congreso, «suelen acentuar entre los ministros la sensación de que es necesario defender al Tribunal y a sus integrantes». Entre bastidores, «algunos magistrados han dicho que, si no se traza un límite a la actuación del expresidente y sus hijos, el panorama político del país podría deteriorarse, polarizando aún más la contienda electoral de 2026».
Para el diario paulista ´Estado`, la detención de Bolsonaro es vista por juristas como una «trampa legal» que busca alimentar la tesis de la persecución. Hélio Schwartsman, otra firma de ´Folha` pone en duda la eficacia de esa maniobra y no descarta que puede haber sido «otro error de cálculo del clan». Si bien la «victimización» del expresidente puede alentar a Trump a ampliar las sanciones contra Brasil, esa visión «es miope». La presión de Estados Unidos «podría incluso hacer que Brasil abra más su economía a los productos norteamericanos, pero, a menos que Trump envíe tropas aquí, invada Brasil y ocupe Brasilia, es casi nula la posibilidad de que el STF no condene a Bolsonaro a una larga pena de prisión» por los hechos el 8E.
El «Día D»
La inédita suba de los aranceles ha sido interpretada en Brasil como una sanción política no solo por la situación judicial que atraviesa un aliado del multimillonario republicano sino por el papel que intenta desempeñar Lula en el Brics, un bloque liderado por China y Rusia que Washington considera hostil a sus intereses.
En las vísperas del «Día D», tuvieron lugar dos movimientos que no pasaron inadvertidos. De un lado, el poderoso sector agropecuario resolvió que su representación parlamentaria se solidarice con Bolsonaro. De otra parte, Paulo Skaf acaba de ser electo otra vez para comandar después de varios años la poderosa Federación de Industrias del Estado de San Paulo (Fiesp). Su primer gesto es mostrarse como opositor de Lula y, sobre todo, responsabilizar al Gobierno por la imposición de los nuevos aranceles. Le han reprochado que pase por alto el hecho de que ha sido Eduardo Bolsonaro, el hijo del exmandatario, quien articuló desde Washington las acciones adoptadas por Trump.
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