Buffet, Stiglitz y el déficit chino

Berkshire Hathaway Director Ejecutivo Warren Buffet / Agencias
Las bolsas europeas sufrieron este jueves otra jornada de inestabilidad ante las amenazas de Donald Trump de imponer nuevos aranceles a la UE. El Ibex terminó con una tímida subida del 0,14% hasta los 12.821,30 puntos, pero la prudencia sigue siendo la palabra más empleada entre los inversores ante una marejada en los mercados que amenaza con prolongarse.
El paraguas de Stiglitz
En tiempos de tormenta siempre es interesante disponer de faros que alerten de peligros y bajíos traicioneros. En la actual galerna arancelaria brillan dos veteranos de múltiples guerras inversoras a los que conviene no menospreciar; el megainversor Warren Buffet y el nobel de Economía Joseph Stiglitz. El segundo analiza en su último libro ‘Camino de libertad’, la necesidad de revisar el concepto liberal, acercándolo más a su etimología fiel (la libertad) y alejándolo de neoliberalismos que premian las decisiones de minorías privilegiadas. La conclusión es que no existe buen liberalismo sin regulación, esas regulaciones que tanto combate Donald Trump abocando a cambios geoestratégicos difíciles de aventurar y de imposible justificación ética. Ser liberal deja de ser desde el punto de vista de Stiglitz un sinónimo de conservador para abrazar posiciones más progresistas, esas que siempre han defendido que la economía no puede estar nunca por encima de la persona.
Las ventas de Buffet
Tras la advertencia del faro liberal no está de más mirar de reojo lo que hacen los grandes referentes de la inversión internacional en un contexto como el actual. Aplicando con inteligencia la teoría del cardumen (nunca ir en contra de las tendencias del mercado), toca analizar lo que ha hecho Warren Buffet en los últimos tiempos con sus inversiones. Ahora suenan alabanzas para Buffet en el ‘parquet’ de las redes sociales por haber sabido vender acciones de Apple antes que nadie y acumular actualmente millonadas de efectivo antes de que el mercado se desplomase. En 2024, Berkshire Hathaway (la firma de Buffet) vendió acciones por 122.800 millones de euros y acumuló una cantidad récord de efectivo. También ha huido hasta ahora de las inversiones en criptomonedas. Quizá toque ahora hacer un mayor seguimiento de Buffet, ya que en el momento en el que vuelva a comprar quizá haya pasado lo peor en los mercados. Mientras tanto, hay que reconocer que los recortes bursátiles son una tendencia clara, con ventas por parte de operadores institucionales también, y no conviene ir a la contra.
El boicot antiestadounidense
Es cierto. Los estadounidenses, a título individual, no tienen la culpa del trumpismo. Pero los consumidores del mundo disponen de instrumentos a su alcance para eliminar de sus cestas de la compra productos estadounidenses o incluso derivadas culturales que hacen hegemónico el imperio estadounidense. No es necesario por ello abrazar el año nuevo chino o el día comercial de los solteros del 11-11, basta con volver al torrezno o la butifarra con ‘mongetes’ y quedarse tan a gusto.
No hay dinero para teslas, tampoco es necesario llegar a 240 kilómetros por hora de velocidad punta. A falta de Levi’s buenos serán unos Massimo Dutti o cualquier otro diseño europeo. Y los mexicanos ya no hablan de café americano sino de café de puchero. No hay mayor afrenta que el menosprecio para catalizar inquinas y Donald Trump es maestro de la impostura y ejemplo a no seguir. Y de esas fobias, franquicias estadounidenses podrían sufrir las consecuencias. Y quien quiera en EEUU champán, un Mercedes o un Cupra, tendrá que pagar más por ellos.
La iniciativa escandinava
Los escandinavos fueron los primeros en coordinar esfuerzos para boicotear los productos y servicios de empresas de Estados Unidos. Grupos en redes sociales de Dinamarca y Suecia se brindan a buscar alternativas para los consumidores y construir oportunidades de oportunas fobias. El danés ‘Boykot varer fra USA’, ya tenía esta semana más de 72.600 miembros en Facebook. El sueco ‘Bojkotta varor fran USA’, más de 78.100, también en Facebook. Y es que no es fácil escapar de los tentáculos de las empresas estadounidenses. Alternativa a las redes sociales estadounidenses no tenemos en Occidente. Otros aprovechan para promocionar Android frente a iPhone, pero sigues bajo la tutela de la estadounidense Google. En las webs escandinavas promocionan productos locales pero también alternativas canadienses. La solidaridad con productos mexicanos también renace.
Y cuando el consumidor consigue creer que ha otorgado su confianza a una firma no estadounidense, resulta que cotiza en la Bolsa de Nueva York. Y eso pasa, sobre todo, cuando se trata de tecnología. Juan José Fernández ya explicó en EL PERIÓDICO iniciativas nacidas en torno al boicot estadounidense. Son en ocasiones «opacas» iniciativas que en cualquier caso son reflejo de esa tensión existente. Sea en base a campañas o a iniciativas individuales, lo cierto es que los consumidores tienen capacidad para repercutir en la cesta de la compra sus filias y sus fobias.
De café americano a café de puchero
Lo del café americano nació, parece ser, del menosprecio italiano a los gustos de los clientes estadounidenses tras la Primera Guerra Mundial. Actualmente, se extiende la venganza simbólica del café de olla, obra de las adelitas, las mujeres que participaron en la revolución mexicana. Se compone de grano molido especiado con canela, anís y clavo de olor y endulzado con piloncillo o panela. Se llama así porque se hace en una olla de barro que le da un sabor muy característico. Los aranceles siguen adelante mientras Canadá y México se desviven por mantener abierta la comunicación con el Gobierno de Trump para reconducir la situación. Europa quiere reafirmar su independencia, pero con una guerra de Ucrania y la amenaza real de una Rusia neoimperialista que colinda con el Viejo Continente.
China rompe el límite de déficit
Entre arancel y arancel, a los europeos les queda la opción de recanalizar sus gustos y gasto. Los grandes ganadores de la afrenta estadounidense serán las industrias y productos locales, pero seguramente los que llegan de Oriente. El gigante asiático tiene en su mano el poder de ofrecer aquello que se quiera a precio imbatible y también pone trabas a los enemigos comerciales. Además, eleva los límites de déficit para apoyar a sus consumidores y empresas frente agresiones externas o frenazo económico. El primer ministro, Li Qiang, confirmó esta semana que la meta de déficit se elevará un punto porcentual hasta el 4%. Entre los objetivos está un crecimiento del 5% este año y la meta del 2% para la inflación, la más baja desde 2003 tras un 2024 en el que los precios subieron solo el 0,2%.
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