caCinco claves de una Cumbre Iberoamericana marcada por las ausencias
La Cumbre Iberoamericana tiene este miércoles y hasta el jueves prevista en Cuenca (Ecuador) su XXIX edición bajo el lema de la «Innovación, inclusión y sostenibilidad». El encuentro, a 360 kilómetros de Quito, la capital ecuatoriana, se desarrollará sin las expectativas del pasado. La participación de jefes de Estado es muy acotada y una señal para numerosos observadores de que este foro surgido en 1991, a fines de la guerra fría, como un punto de encuentro y diversidad, ha perdido algo más que impulso y protagonismo.
[–>[–>El Gobierno ecuatoriano recibe a sus invitados en medio de una doble crisis: política y energética. En estos momentos, existen en los hechos dos vicepresidentas. Verónica Abad, la compañera de fórmula del presidente Daniel Noboa en los comicios de 2023, ha sido apartada de su cargo por una decisión del ministerio de Trabajo avalada por el Ejecutivo. La exsecretaría de Planificación, Sariha Moya, ha sido en tanto nombrada «vicepresidenta encargada».
Abad dijo haber sido separada de sus funciones con «argumentos propios de una dictadura» que en los hechos constituyen el preparativo de un «evidente golpe de Estado». Nunca un país anfitrión de la cita iberoamericana estuvo inmerso en una situación de esta naturaleza. Noboa protagonizó en abril pasado un enfrentamiento con México al ordenar la entrada violenta de la policía a su embajada para capturar al exvicepresidente, Jorge Glas, quien se encontraba allí en calidad de exiliado. México rompió relaciones con Ecuador y la sucesora del presidente Andrés Manuel López Obrador, Claudia Sheinbaum, ha decidido no aterrizar en Quito este miércoles. Por otro lado, el ministerio de Energía anunció que a las 13 horas del martes y miércoles se cortará la luz en todo el territorio los días. Cuenca será una excepción a la regla de austeridad derivada de la severa sequía que afecta a las zonas donde operan las hidroeléctricas.
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Además de Sheinbaum no estarán en la XXIX Cumbre Iberoamericana el brasileño Luiz Inacio Lula da Silva ni el chileno Gabriel Boric. El colombiano Gustavo Petro no viaja a Ecuador debido al estado de desastre por las lluvias. Nicolás Maduro se queda en Venezuela, entre otras razones debido a que salvo Nicaragua, Cuba y Bolivia, no ha sido reconocido por los otros países como ganador de las elecciones. Ni siquiera Nayib Bukele, un mandatario con quien Noboa tiene niveles de sintonía en cuestiones de seguridad, haría acto de presencia en Cuenca. La impopular mandataria peruana, Dina Boluarte, se abstiene a su vez pisar suelo ecuatoriano. España, que será sede de la edición 2026 de la Cumbre, está representada por el rey Felipe VI y el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. El jefe de Gobierno, Pedro Sánchez, se ausenta de las deliberaciones. Es la tercera vez en 34 años que no acudirá a una reunión de esta naturaleza el presidente del Gobierno español. En 2010 José Luis Rodríguez Zapatero no estuvo en Mar del Plata, Argentina, mientras que Mariano Rajoy hizo lo propio en 2016 con la cita de Cartagena de Indias, Colombia. El vaciamiento de autoridades ejecutivas no tiene precedentes y es un síntoma de la situación de estancamiento y devaluación simbólica del espacio común iberoamericano.
[–>[–>Las ausencias en la reunión al más alto nivel no hacen más que reflejar, en la mayoría de los casos, un grado de asperezas regionales sin precedentes. El conflicto interno venezolano tras los controvertidos comicios del 28 de julio que consagraron la reelección de Maduro ha provocado roces inéditos con Brasil, Colombia y España. «Tenemos que tener mucho cuidado cuando lidiamos con otros países y otros presidentes. Yo creo que Maduro es un problema de Venezuela, no es un problema de Brasil», dijo Lula horas atrás. «No puedo continuar preocupándome. Un día pelearme con Nicaragua, otro con Venezuela, otro pelearme con no sé quién». Los desencuentros están a la orden del día y se añaden la disputa diplomática que protagonizan México y Ecuador, así como el bajo nivel de las relaciones entre Argentina y Brasil, históricos socios comerciales y estratégicos. El argentino Javier Milei ha preferido viajar el jueves a otra cumbre, en Estados Unidos, de la internacional conservadora (CPAC), y con la expectativa de encontrarse con Donald Trump, con quien ha conversado telefónicamente 10 minutos este martes, según informó su pprtavoz Manuel Adorni. Sus roces con Sánchez tras la andanada de diatribas del presidente argentino en mayo pasado en Madrid llevaron al retiro de la embajadora en Buenos Aires, María Jesús Alonso. España ha nombrado a su reemplazo en la capital argentina, Joaquín María de Arístegui.
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La victoria electoral de Trump y el inicio de una era marcada por el proteccionismo comercial, una agresiva política migratoria y una temida radicalización ideológica, encuentra a la región latinoamericana sin una hoja de ruta compartida. Es objeto de especulación si el magnate reeditará su política contra Venezuela. Por lo pronto, la cancillería argentina estrenará en Ecuador su nuevo «alineamiento» absoluto con el republicano antes de su toma de posesión, el 20 de enero. Milei quiere ser el interlocutor preferido del futuro ocupante de la Casa Blanca con gestos de extremismo que provocan grietas entre sus vecinos. Argentina fue el único país de las Naciones Unidas que votó en contra de una Resolución de la Asamblea General sobre los derechos de los pueblos indígenas. La iniciativa había sido promovida por Bolivia, Dominica, Ecuador, México, Paraguay y Venezuela, con el propósito de reforzar el compromiso internacional de proteger y promover los derechos de las comunidades originarias en áreas como el acceso a la justicia, la protección del medio ambiente y la preservación de sus culturas y lenguas.
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En las vísperas de la cumbre, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) presentó los indicadores sociales y económicos de la región en 2023. Si un año antes, 181 millones de personas, el 29% de la población total de la región, se encontraban en situación de pobreza por ingreso, 24 meses más tarde esa cifra se redujo a 172 millones, de los cuales 66 millones viven en la pobreza extrema. La disminución de 1,5 puntos porcentuales en comparación con la medición precedente y de más de cinco puntos respecto de la registrada en 2020, el año más crítico de la pandemia, puede llamar al engaño sobre los problemas generales. Los nuevos números se explican en un 80% por lo que ha sucedido en Brasil a partir de las políticas de contención social de Lula. Si en el gigante sudamericano la pobreza no hubiera caído, el promedio regional en 2023 habría sido de un 28,4%.
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En octubre pasado, la CEPAL consignó un aumento de las exportaciones latinoamericanas del 4%. El PIB de América Latina y el Caribe (ALC) había crecido 2,1% en 2023. Las previsiones de 2024 muestran rendimientos disímiles. Brasil y México proyectan tasas de crecimiento modestas, de alrededor de 1,7% y 2,8%, respectivamente. Con estas tasas de crecimiento, la posibilidad de resolver las asignaturas pendientes se dificulta y es la fuente del malestar con las instituciones. El informe 2023 de Latinobarómetro da cuenta de que la satisfacción con la democracia en América Latina alcanzó un mínimo histórico de un 24%.
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