Carlos III recuerda que Canadá es un país «fuerte y libre» en medio de las amenazas anexionistas de Trump
Carlos III ha concluido este martes su visita de Estado de dos días a Canadá con un sentido discurso en la apertura del Parlamento canadiense, la primera vez que un monarca británico participa en este acto desde 1977. El rey del Reino Unido, acompañado de su esposa Camila, ha destacado el «renovado sentido de orgullo nacional y esperanza» de los canadienses y ha defendido los valores de una nación con una «identidad única». «Como nos recuerda el himno, el ‘verdadero norte’ es fuerte y libre«, ha asegurado en su intervención ante los representantes de la cámara y el recientemente elegido primer ministro, Mark Carney.
La visita de los reyes británicos se ha producido en plena tensión entre Ottawa y Washington por las amenazas anexionistas del presidente estadounidense, Donald Trump, quien ha insistido en repetidas ocasiones en su voluntad de que Canadá se convierta en el Estado número 51 de Estados Unidos. Carlos III no ha hecho ninguna referencia explícita a este enfrentamiento en su discurso —escrito por el Gobierno canadiense— pero sí ha mostrado su apoyo simbólico y su solidaridad con el país, uno de los miembros más importantes de la Commonwealth y un aliado histórico del Reino Unido.
«La democracia, el pluralismo, el Estado de Derecho, la autodeterminación y la libertad son valores que los canadienses aprecian y que el Gobierno está decidido a proteger«, ha remarcado el monarca, quien ha asegurado que el país se enfrenta a un «momento crítico» y a retos «sin precedentes». La ansiedad y preocupación por un mundo «drásticamente cambiante» ha presentado a los canadienses una «oportunidad para pensar a lo grande», según Carlos III. «Todos los canadienses pueden darse a sí mismos mucho más de lo que cualquier potencia extranjera de cualquier continente pueda quitarles», ha afirmado en su discurso, leído en inglés y en francés.
El rey, que sigue adelante con su tratamiento contra el cáncer, ha tratado de fortalecer con esta visita su imagen como jefe de Estado de Canadá, un papel que ejerce de forma simbólica pero que resulta de suma importancia para la monarquía británica. La institución confía en que el cariño y las muestras de solidaridad con el país durante la visita, así como su discurso en el Parlamento, sirvan para dar la vuelta a unas encuestas que apuntan a que los partidarios de mantener al monarca como jefe del Estado son menos que los que apuestan por tener un cargo electo.
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