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China pisa el acelerador en la carrera por el liderazgo tecnológico

China pisa el acelerador en la carrera por el liderazgo tecnológico
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  • Publishedabril 27, 2025




Planificación a largo plazo, inversiones colosales en investigación y desarrollo, apoyo gubernamental para impulsar la innovación empresarial en sectores críticos, apuesta por la educación STEM… China pisa el acelerador para colocarse a la cabeza en la frenética carrera que mantiene con Estados Unidos por el liderazgo tecnológico, decisivo para apuntalar el crecimiento económico y la influencia global de las sociedades en el siglo XXI. Desde la inteligencia artificial hasta la exploración espacial, pasando por las energías renovables, la robótica o la movilidad eléctrica, el gigante asiático está desplegando una ambiciosa estrategia para arrebatar la supremacía a su máximo competidor que empieza a dar resultados, ya que pese a las tensiones arancelarias y las restricciones impuestas desde Washington, el país ha dado un salto enorme en los últimos años, adelantando en algunos terrenos a su rival y en otros recortándole distancias a un ritmo vertiginoso.

Evaluar con precisión la posición de estas potencias en la batalla sin cuartel que libran se antoja una tarea de suma complejidad porque hay infinidad de parámetros susceptibles de analizar, pero los expertos coinciden en señalar el ascenso de Pekín en verticales críticos gracias a una apuesta de país que viene de lejos y que tiene un claro objetivo: reforzar sus capacidades para ejercer un papel cada vez más dominante en el tablero internacional.

Una combinación de factores está detrás de la evolución protagonizada por China y que hoy le permite mirar a los ojos a Washington sin pestañear. Para Rafael Dezcallar, embajador de España en el país entre 2018 y 2024, Pekín cuenta con fortalezas como una arraigada visión de futuro y la apuesta del partido nacional por la tecnología, al considerarla un arma para escapar de la dependencia de Estados Unidos, no solo económica sino también política y militar. «Le ha concedido prioridad absoluta y ha dedicado una inmensa cantidad de recursos a la tecnología, incluso apelando al patriotismo de los científicos como elemento dinamizador de la investigación. Gracias a esa planificación a largo plazo ha realizado progresos impresionantes en las últimas dos décadas», asegura Dezcallar, que recientemente ha publicado el libro ‘El ascenso de China’ (Deusto).

El experto reconoce que las medidas que ha tomado Estados Unidos para tratar de perjudicar a su oponente pueden ser dolorosas en campos como el de los chips avanzados, pero cree que «al final lo que provocan es que China redoble los estímulos internos para alcanzar la autosuficiencia tecnológica». Si sigue volcándose en conseguir universidades y centros de investigación de primer nivel, así como en ofrecer incentivos a los científicos, «el progreso de los últimos años se mantendrá en todos los sectores». Mientras, en Estados Unidos, «la situación es justo la contraria debido a la relación de Trump con la academia, que ha derivado en que lo que hasta ahora era un clima ideal para el desarrollo científico esté en cuestión». Por este motivo, el diplomático piensa que China «se puede beneficiar tanto de sus propios esfuerzos como de las consecuencias negativas que tengan las políticas de Trump para la ciencia e I+D en EE.UU.».

Claudio F. González, catedrático Jean Monnet en Diplomacia Tecnológica en la UPM y autor de ‘El Gran sueño de China’ (Tecnos), indica que en el pasado, cuando se han puesto restricciones en ámbitos que el otro país consideraba esenciales para su seguridad o su futuro y contaba con recursos suficientes, como le ocurre a China, el efecto causado en general ha sido una aceleración de la innovación. El caso de DeepSeek es de manual: «Todos pensábamos que el cuello de botella de la inteligencia artificial era la computación, es decir, los chips y la GPU, pero los ingenieros de DeepSeek nos han recordado que el talento, con algo de computación y datos, puede encontrar nuevos caminos».

Luces y sombras

Expone que aunque no en todas las áreas China ha tenido un éxito rotundo, los avances han sido impresionantes. «Veremos aún más innovación tecnológica, por ejemplo, en hardware para inteligencia artificial», vaticina. De aquí a cinco o diez años vislumbra que el país seguirá siendo un polo de innovación y tendrá una posición clave a nivel mundial. «Lo que no sabemos es cómo de multipolar o fragmentado será ese mundo o si incluso vamos a estar divididos en bloque. Que algún país o compañía llegue a la Inteligencia Artificial General (si tal cosa existe) primero y la utilice para algún tipo de supremacía va a ser uno de los factores que decidan el futuro», subraya.

Hasta entonces, hay nichos en los que el mayor mercado de Asia ya ha consumado su sorpaso, mientras que en otros dispone de bazas suficientes para marcar el paso en los próximos años. Una estadística reveladora: en un 2023 que registró récord de peticiones de patentes ante la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, China se anotó el mayor número de solicitudes, con 1,64 millones, lo que supone el 46,2% del total y casi tres veces más que EE.UU. (519.364). Por empresas, la campeona fue la china Huawei, que sumó 6.494 peticiones.

Entre los territorios específicos que China ha conquistado se encuentra el de las energías limpias, tanto solar como eólica. Dezcallar, en este sentido, recuerda que la industria europea de paneles solares quedó arrasada hace quince años por la competencia de productos chinos subsidiados de gran calidad y a precios imbatibles. Otro segmento donde China exhibe músculo es el de los coches eléctricos y las baterías. Uno de los actores destacados, el fabricante BYD, ha anunciado una plataforma, la Super e-Platform, que proporciona 400 km de autonomía en cinco minutos de carga, lo que mejora las capacidades de los modelos más avanzados de Tesla.

Asimismo, China ha creado un universo digital habitado por colosos que nada envidian a sus equivalentes norteamericanos: WeChat frente a WhatsApp, Didi vs Uber, Alibaba en lugar de Amazon… «China cuenta con un mercado gigantesco, que genera una cantidad de datos inmensa y, además, las leyes de protección de la privacidad son más laxas que en Occidente. Todo ello, sumado al interés del gobierno en el fomento de la innovación, ha propiciado el surgimiento de compañías muy potentes en tecnologías como la IA», explica Dezcallar. Un botón de muestra es el triunfo de DeepSeek, «una inyección de ánimo a una economía que está atravesando una época difícil».

La carrera por la IA

Un estudio que sirve para reflejar el estado de China en materia de inteligencia artificial es el que elabora anualmente la Universidad de Stanford. Su edición de 2025 revela que Estados Unidos gana la partida, pero que el gigante asiático está despuntando en algunos aspectos. En 2024, las instituciones estadounidenses produjeron 40 modelos de IA destacados, superando así los 15 de China. «Si bien EE. UU. mantiene su liderazgo en cantidad, los modelos chinos han acortado rápidamente la brecha de calidad: las diferencias de rendimiento en importantes indicadores como MMLU y HumanEval se redujeron de dos dígitos en 2023 a casi la paridad en 2024. Mientras tanto, China sigue liderando las publicaciones y patentes de IA», reza el informe.

El gigante asiático también trata de escalar en el área espacial, donde ha acaparado titulares por el lanzamiento de la misión Shenzhou-20, que llevará a tres astronautas hasta la estación espacial Tiangong, o la aeronáutica, donde las esperanzas se depositan en el avión Comac C919, que ha alcanzado el millón de pasajeros transportados desde su debut comercial en mayo de 2023 y que aspira a competir con Airbus y Boeing.

El país también pisa fuerte en robótica: alcanzó una densidad de robots de 470 unidades por cada 10.000 trabajadores en la industria manufacturera en 2024, por delante de las 295 unidades de EE.UU., según la Federación Internacional de Robótica (IFR). Una pujanza revalidada cuando el robot humanoide chino Tiangong, se convirtió en el primero en completar una media maratón en un entorno urbano real.

Darwinismo industrial

Judith Arnal, investigadora principal para Asuntos Económicos del Real Instituto Elcano, sostiene que el punto de inflexión fue el plan ‘Made in China 2025’, presentado en 2015: «Desde entonces, el avance tecnológico ha respondido a una estrategia deliberada del Estado, que no solo ha identificado sectores prioritarios, sino que ha seleccionado a las empresas y centros de investigación ganadores en una suerte de darwinismo industrial dirigido desde arriba». Subraya que a ello se ha añadido un respaldo público masivo en forma de financiación, subsidios y protección regulatoria.

Dicho con otras palabras, el avance tecnológico de China no es fruto del azar ni de una dinámica puramente de mercado, sino de una estrategia estatal planificada. «El gobierno ha seleccionado sectores y actores prioritarios, ha movilizado recursos masivos y ha utilizado todo el aparato estatal –desde subvenciones hasta compras públicas– para acelerar la innovación y reducir dependencias tecnológicas», indica la experta, que resalta que «en paralelo, China ha desplegado una política tecnológica exterior orientada a ganar influencia en países emergentes, ofreciendo talento, infraestructuras digitales y soluciones a bajo coste como herramienta de posicionamiento estratégico». Una hoja de ruta estudiada al milímetro que parece inmune a los envites estadounidenses.

Enrique Dans, profesor de IE University, ahonda en esa resiliencia: «China sufre restricciones que le impiden acceder a los procesadores más potentes. ¿Cómo responde? Buscando la manera de no necesitarlos y optando por fórmulas imaginativas de innovación más frugal con las que lograr rendimientos similares». Huawei, una de las firmas de bandera chinas, se ha visto obligada a encontrar alternativas nacionales al H20, el principal chip de inteligencia artificial de Nvidia, y es lo que ha hecho. De acuerdo a Reuters, la compañía planea comenzar los envíos masivos de su avanzado chip 910C a clientes chinos en mayo. Esta unidad de procesamiento gráfico brindaría un rendimiento comparable al chip H100 de Nvidia mediante la fusión de dos procesadores 910B en un solo paquete utilizando técnicas avanzadas de integración, según recoge la agencia.

Eludir las restricciones

Por otro lado, Dans habla del impacto limitado de las restricciones americanas. «TSMC ha manifestado que es imposible mantener sus procesadores más avanzados fuera del alcance de China porque su cadena de valor es muy compleja», advierte. El Índice Global de IA de Tortoise afirma que el uso de los chips H100 y A100 de Nvidia por parte de investigadores chinos es inferior al de EE.UU., pero aumenta año tras año, ya que «las instituciones chinas eluden las prohibiciones de exportación para adquirirlos».

Enrique Dans defiende que China se está configurando, sobre todo gracias a Trump, «como la nueva potencia mundial» y en la actualidad se presenta como «un socio mucho más predecible y estable que Estados Unidos». De cara al futuro, augura un panorama sombrío para la primera potencia mundial: «Ya no es competitiva prácticamente en nada industrial. La idea de llevar la cadena de valor del iPhone allí dispararía el coste de los dispositivos porque no tiene ni la capacidad de fabricación ni el tejido de apoyo ni los proveedores». El profesor concluye que «es un poder económico en declive».

En el viaje innovador de China, las startups han sido una pieza crucial. Estela Li, presidenta de China Club Spain, una asociación de profesionales del país asiático en España, aporta algunas claves. «El ecosistema de startups chino se distingue por su enorme mercado doméstico, con más de 1.400 millones de consumidores que permiten a estas empresas probar y escalar soluciones rápidamente. La velocidad de ejecución es alta gracias a cadenas de suministro eficientes, y el acceso a capital es robusto, con inversores institucionales y fondos de corporaciones multinacionales orientados a la innovación», resume.

En su opinión, estos elementos contrastan con otros ecosistemas: «Silicon Valley, con énfasis en la cultura de pivote y capital riesgo; Europa, con regulaciones estrictas y mercados fragmentados; e Israel, centrado en ‘deeptech’ y ‘spin-offs’». Además, resalta que en 2024 China invirtió más de 430.000 millones de euros en I+D, «reflejo de su determinación estratégica por liderar la innovación global y colocar la ciencia y la tecnología en el centro de su desarrollo a largo plazo». Las firmas emergentes no caminan solas gracias al respaldo de las grandes corporaciones del país. «China ha consolidado un modelo integrado en el que sus gigantes tecnológicos como Huawei, Alibaba y Tencent, que gestionan fondos de capital riesgo propios, lideran rondas de ‘fundraising’ y ofrecen programas de aceleración, similar al modelo de Lanzadera», dice.

En paralelo, afirma que el gobierno ha puesto en marcha políticas y normativas de apoyo, ha creado fondos estatales específicos para startups y ha desarrollado infraestructuras clave como parques tecnológicos e incubadoras en diferentes ciudades con el objetivo de impulsar un ecosistema de innovación en áreas estratégicas como la IA, la movilidad eléctrica, la tecnología cuántica y el almacenamiento de energía de hidrógeno: «Este esquema de financiación, dirigido especialmente a empresas emergentes en fases tempranas, persigue fomentar tanto tecnologías básicas esenciales como innovaciones disruptivas y el desarrollo de industrias emergentes».

La marcha extra que China ha dado a su músculo tecnológico viene acompañada de retos. Judith Arnal, del Real Instituto Elcano, asegura que uno de los principales desafíos no es tanto su capacidad de innovación, que está avanzando rápidamente, sino cómo se perciben sus normas y prácticas en el exterior: «El caso de DeepSeek, recientemente bloqueado por la Autoridad Italiana de Protección de Datos, ilustra muy bien este punto: no basta con desarrollar tecnología puntera si existen dudas sobre el tratamiento de los datos, su almacenamiento o la transparencia de los sistemas». En esta línea, abunda en que la gobernanza de datos se ha convertido en una cuestión central, y mientras persistan estas incertidumbres, muchos países serán reticentes a adoptar tecnologías chinas. «Por tanto –zanja– el reto no es solo técnico, sino también normativo e institucional: generar confianza internacional es tan determinante como lograr autonomía tecnológica».

Claudio F. González hace hincapié en que la innovación allí consigue avances muy rápidos, pero también una sobrecapacidad. «Como su mercado interno no es capaz de absorber toda esa producción en exceso, no queda otra que exportarla. ¿Pero a dónde? –se pregunta–. Estados Unidos con tarifas, en Europa nos resistimos al ‘dumping’ que significa ese apoyo y el Global South no está claro que tenga la capacidad adquisitiva para productos sofisticados».

Reto demográfico

Para este experto, el otro gran desafío es la demografía. «Las predicciones son que China tenga la mitad de población en 50 años. Su ventaja competitiva siempre ha estado basada en el dividendo demográfico, pero se está acabando y con una sociedad crecientemente envejecida y en la que históricamente no ha habido emigrantes», detalla, al tiempo que desliza que ese es uno de los motivos por los que apuesta por la automatización y la robotización. Por último, enfatiza que China ha tenido éxito por una fuerza de trabajo barata y competente, «pero su propio éxito hace que ya no sea tan barata y hay otros países que van a intentar jugar el papel de China, como Vietnam, Indonesia o India».

El mundo observa con atención el pulso encarnado entre China y Estados Unidos, consciente de que el vencedor de la contienda definirá el futuro tecnológico del planeta.




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