Colmenas 4.0 para que la apicultura remonte el vuelo

En pleno siglo XXI, la apicultura es todavía una actividad apenas tecnificada que cuida de forma tradicional, con mimo y esmero, su principal activo: las colmenas de abejas que producen miel. Pero el sector vive los tres últimos aciagos con una caída drástica de la producción … de casi el 20%. Las abejas son muy sensibles y están amenazadas por un cúmulo de factores como la sequía, las olas de calor, el exceso de lluvias… Perciben ya los efectos del cambio climático. A la vez sufren problemas sanitarios a causa la enfermedad denominada ‘varroosis’ y la presencia de especies exóticas invasoras (como la Vespa velutina).
Y lo que más duele: cada vez importamos más miel extracomunitaria que no compite en igualdad de condiciones con los apicultores europeos y españoles. Procede de países con una regulación más laxa y se vende a precios más bajos. «Hay enfermedades en diferentes épocas del año que atacan a las abejas. Los apicultores españoles no pueden sanear sus colmenas con tratamientos eficientes porque transfieren esos medicamentos a la miel. Está prohibido, pero no en países como Argentina y China, cuyas mieles también se venden en Europa», explica Séneca Martín, coordinador del proyecto de investigación Innomiel y CEO de Dinámica de Masas, una empresa de tecnología.
Para ayudar al sector, el Gobierno ha aprobado hace un par de meses nuevas normas de etiquetado, que deberá indicar obligatoriamente el país o países de procedencia de la miel y el porcentaje que representa cada uno en el caso de las mezclas.
Un sector relevante
La apicultura es relevante en nuestro país. Hemos sido líderes europeos en producción de miel y seguimos siendo actores importantes (27.423 toneladas en 2023, aunque nuestro máximo en los últimos 20 años fue las 36.394 toneladas de 2018), según datos del Ministerio de Agricultura. Somos los que más colmenas tenemos: 2,9 millones, el 16% de las que hay en el continente. El 80% de ellas está en manos de apicultores profesionales, aquellos que gestionan más de 150 colmenas. Están sobre todo, y por este orden, en Extremadura, Andalucía, Castilla y León y Comunidad Valenciana.
El valor del sector va más allá de las cifras económicas, porque hay que recordar que la apicultura, y las abejas, juegan un papel primordial en la conservación del medio natural, la polinización de cultivos y el mantenimiento de la biodiversidad.
Ante este panorama se mira a las nuevas tecnologías como una tabla de salvación para ayudar a superar esta situación de crisis y para modernizar el sector. Diversos grupos de investigación y empresas empiezan a desarrollar proyectos con diferentes tipos de sensores, sistemas de analítica de datos e incluso Inteligencia Artificial para mejorar la competitividad y la gestión de las explotaciones apícolas. Surgen colmenas inteligentes que vigilan la salud de las abejas y contribuyen a aumentar la producción de miel, por ejemplo. «Las producciones españolas son limpias, de elevada calidad y cuidadas. Nuestros apicultores son muy profesionales. Nuevas herramientas a través de las TIC les ayuda a tomar decisiones y ser más competitivos», cree Amelia Virginia González, doctora en investigación del Centro de Investigación Apícola y Agroambiental de Marchamalo (Ciapa).
Miel solar
Lo que empezó como un proyecto de Endesa para demostrar que la integración de parques fotovoltaicos con las actividades agrícolas y ganaderas de los territorios es posible y además beneficiosa, hoy es un innovador modelo replicado en otras instalaciones renovables de la energética que además ha dado lugar a una marca registrada cuyo producto se comercializa bajo la denominación «Miel solar».
Todo empezó en las plantas fotovoltaicas de Las Corchas y Los Naranjos que Endesa tiene en Carmona, una población sevillana con gran tradición apícola. «Adaptamos ciertos protocolos de la instalación renovable para que no entrará en conflicto con el mundo de las abejas. La maquinaria y el personal que opera la planta se mantiene a 500 metros de distancia de las colmenas para trabajar de forma segura ya que a menos distancia las abejas se pueden sentir amenazadas. E incluimos la necesidad de usar Equipos de Protección Individual (EPIs). También introducimos cultivos de plantas aromáticas para favorecer la polinización de las abejas», cuenta Ada Fiteni, responsable de Sostenibilidad de Endesa.
Endesa dio un paso más al incorporar nuevas tecnologías a las colmenas tradicionales. como aperturas a distancia, controles de temperatura, sensores de humedad, cámaras, monitorización de entrada y salida de abejas… Los datos generados son controlados desde una aplicación en el móvil del apicultor. «La tecnología evita desplazamientos para vigilar y mantener la colmena y permite conocer cómo evoluciona la producción de miel», destaca Fiteni.
Para los apicultores las ventajas de instalar sus colmenas en las plantas fotovoltaicas no son pocas, como expone Fiteni. «Disponen de un espacio vallado y seguro, que evita los robos -dice-; en un lugar libre de pesticidas y herbicidas, con especies aromáticas para la polinización y por tanto para el desarrollo de la abeja en el entorno. Utilizar la marca ‘Miel solar’ proporciona a los apicultores potencia de marca porque forman parte de un proyecto innovador, además de una mejora de las ventas».
Hoy Endesa ya cuenta con cuatro apiarios en marcha con más de 5,5 millones de abejas en total. En las plantas fotovoltaicas de Las Corchas (Carmona), Sedéis V (Andorra-Teruel), Minglanilla (Cuenca) y Aljarafe (Sevilla), donde los apicultores producen alrededor de 2.200 kilos de Miel solar. Y hay planificados otros 12 apiarios en instalaciones renovables de otras ubicaciones.
Un modelo que también impacta en los territorios. Por ejemplo, las colmenas se utilizan como espacios de formación para emprender en el mundo de la apicultura. Y además suelen desarrollarse programas de apiturismo con visitas y catas de Miel solar.
Nuevo impulso
Hoy el Grupo Operativo Innomiel, un proyecto de innovación en el que están implicados comunidades de apicultores y empresas tecnológicas, busca dar un nuevo impulso a su colmena inteligente. Con el objetivo de incrementar la competitividad y eficiencia de las explotaciones apícolas, Innomiel diseñó y probó un kit de sensórica para apiarios. La idea era mejorar la salud de las abejas y la trazabilidad y calidad de la miel. «Tenía que ser un producto competitivo a nivel económico. Los apicultores no pueden adquirir dispositivos de 400 euros para cada una de sus colmenas. La idea era que el precio del kit sensórico estuviera por debajo de 100 euros», explica Séneca Martín.
Instalación de sensores en las colmenas inteligentes que ha desarrollado el Grupo Operativo Innomiel. Controlan el estado de salud de las abejas
Los sensores indican en tiempo real y en el móvil del apicultor si la colmena gana o pierde peso; controlan la salida y entrada de abejas, la temperatura para vigilar su estado sanitario y la humedad para prevenir enfermedades. En las colmenas los investigadores de Innomiel además instalaron GPS para localizarlas en todo momento ante posibles robos. Y también un giroscopio, un dispositivo que indicaba la posición en que se cae la colmena. «Incluso incorporamos IA que interpretaba los datos y la aplicación informaba si había ganancia o pérdida de peso. Probamos el kit en 45-60 apiarios pilotos que teníamos distribuidos por Extremadura, Castilla y León, Cataluña y Andalucía», cuenta Martín.
Los resultados fueron muy satisfactorios: gracias a la colmena inteligente se reducían los costes en las explotaciones apícolas y los desplazamientos a los apiarios.«La apicultura en España es transhumante, es decir que los apicultores buscan en todo momento ubicaciones con la mayor floración para favorecer la polinización de las abejas y con ello mejorar la producción de miel y su calidad. Eso requiere que los apicultores se tengan que desplazar a grandes distancias (a veces hasta 400 kilómetros) para vigilar, mantener y cuidar las colmenas. Y para trasladarlas de un lugar a otro por la noche. Con nuestros desarrollos redujeron las visitas a los apiarios. Los datos les ayudaban a tomar decisión sobre cuándo tenían que ir. Y eso significó una reducción de costes. Además, nuestra herramienta permitía saber cuándo extraer la miel o cuándo hacer un tratamiento a las abejas», expone Martín. Aunque Innomiel consiguió fondos europeos y del Estado para desarrollar todo este sistema tecnológico, hoy es un proyecto que necesita impulso para su escalado comercial.
Algoritmo para la miel
Investigadores de la Universidad de Córdoba han creado un algoritmo que permite calcular el porcentaje de miel que hay en cada panal. «El apicultor solo tiene que extraer el panal, fotografiarlo y devolverlo a la colmena. Con esas imágenes la IA proporciona la información de forma automática. Con este sistema el apicultor no tiene que hacer una inspección visual de cada panal para calcular cuántas zonas de miel tiene y optimiza su tiempo. El algoritmo también se podría utilizar para calcular la cantidad de polen recolectado, o de crías o huevos», cuentan Francisco Javier Rodríguez y José Manuel Flores, coordinador e investigador, respectivamente del proyecto.
Con imágenes tomadas del panal, el algoritmo de los investigadores de la Universidad de Córdoba calcula la miel que contiene
Este grupo de investigadores también ha desarrollado un sistema de monitorización de la colmena con sensores de temperatura y humedad y una báscula para medir el peso. «El apicultor puede ver los resultados en su casa y controla el estado de salud de las abejas. Así se desplaza menos, solo cuando es necesario. Cualquier variación en esos parámetros le puede hacer sospechar de que no hay floración en el entorno, o hay parásitos, o de que la colmena se ha caído o hay baja actividad por algún motivo… Esto ayuda a apicultores que tienen 20 o 30 colmenas y revisan una a una, que pueden estar a 100 kilómetros o dispersas en un radio de 14 kilómetros», explican los investigadores.
Otro de los desarrollos en este proyecto ha sido un sensor que determina el tráfico de entrada y salida de abejas en la colmena. «Las cuenta globalmente. Queremos avanzar para que etiquetarlas una a una. Por ejemplo, por la noche apenas salen de la colmena. Si una noche se detecta mucho tráfico es una señal de alerta ya que no es su comportamiento habitual», indican Rodríguez y Flores. «El proyecto está en continuo desarrollo. Ahora buscamos dispositivos de bajo consumo para las colmenas. Podemos tenerlas monitorizadas sin un punto de luz sino a través de paneles fotovoltaicos y baterías de bajo coste y consumo».
Calendario floral
Como parte del proyecto Better-B, financiado por la UE, el Centro de Investigación Apícola y Agroambiental de Marchamalo (Castilla-La Mancha) (Ciapa) está elaborando un calendario floral. «Hemos abierto una app (beeplants.eu), donde cualquier persona puede registrarse, elegir una planta de su entorno y controlarla: informar de los polinizadores que la visitan, en qué época del año está en floración, en qué ubicación… Esto le sirve al apicultor para conocer su entorno y la producción que va a tener», estima Amelia Virginia González, doctora en investigación de este centro tecnológico.
Otra herramienta que está empezando a desarrollar desde Marchamalo resultará muy útil para el sector: un mapa con los tipos de producción (miel de castaño, de romero, de salvia, de tilo…) que se pueden obtener por zonas en todo el país. Formar parte del proyecto VasBeep. «Queremos que el apicultor pueda abrir directamente este mapa. Así sabrá dónde instalar las colmenas según el tipo de miel que desea obtener. Hoy lo hacen de oídas», asegura la investigadora.
En la iniciativa colaboran comunidades de apicultores con instituciones como la Universidad de Vigo, de Valladolid, de Alcalá de Henares y el Instituto Politécnico de Braganza (Portugal). Para elaborar ese mapa de tipos de producción, Ciapa cruza datos meteorológicos con los que analiza de muestras de miel y/o polen que entregan los apicultores.
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