¿De verdad tienes que negociar con tus hijos hasta la cena?
Madres que están siguiendo una serie y la dejan de ver cuando el niño les pide el mando a distancia para poner algo de su gusto. Padres que cambian el menú de la cena cuando sus hijos les solicitan otra cosa. Madres que negocian la hora de irse a la cama. Padres que suprimen los planes del fin de semana porque a la niña no le apetece.
[–>[–>[–>[–>Todas estas situaciones son ejemplos cotidianos que evidencian lo difícil que resulta decir ‘no’ a los hijos e hijas. En una época en la que se busca la felicidad a toda costa, ‘no’ se ha convertido en una palabra maldita de la crianza. Las consecuencias son devastadoras. “Si con 9 años tu hijo es así, con 13 o 14 lo perderás definitivamente y no habrá vuelta atrás. Serán adolescentes que vendrán a casa cuando les plazca después de salir de fiesta y consumirán lo que quieran”, pronostica la educadora, divulgadora y asesora familiar Claudia Bruna.
[–>Autoridad y autoritarismo
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‘“Mamá prefiere no hacer eso». Cómo ‘no’ se ha convertido en una palabra desfasada y sucia en la paternidad’ es el título de un reciente artículo del diario británico ‘The Guardian’ en el que analizaba el “miedo” de madres y padres a decir ‘no’. En lugar de soltar ese sencillo monosílabo y zanjar el asunto, las familias pasan un buen rato negociando, pactando y dialogando. España, gran importadora del modelo anglosajón, no se libra de la urticaria que produce a los padres y las madres la palabra ‘no’. ¿Por qué?
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“Confundimos autoridad con autoritarismo”, responde Eva Millet, periodista, escritora y una de las mayores expertas en España de la hiperpaternidad, fenómeno que impone darlo todo para criar seres perfectos y especiales. “La autoridad es importante. Pero la corriente actual dicta a los padres y las madres que críen en positivo. Todo lo tienen que argumentar y razonar con sus hijos. ¿Se puede? Honestamente, pienso que no. Es un modelo agotador. ¿De verdad hay que negociar hasta la cena?”, se pregunta la divulgadora.
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En la misma línea, el profesor y filósofo David Pastor Vico, autor de ‘Era de idiotas’, una bofetada a la generación de padres y madres mejor preparados de la historia, añade que hay cuestiones que no deberían negociarse. Por ejemplo, la hora de acostarse. “Si es a las 21.00 horas, es a las 21.00, no puedes entrar en los pactos de 15 minutos más. En el futuro, esos niños y niñas van a vivir en una sociedad con cosas innegociables. ¿Van a acordar las horas de trabajo en una fábrica o una multa de tráfico?”, subraya.
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«La palabra ‘no’ educa. Eso no significa que haya que educar en el no, pero es una herramienta fundamental en la educación»
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En opinión del divulgador, la palabra ‘no’ educa. “Eso no significa que haya que educar en el ‘no’, pero es una herramienta más, una fundamental, en la educación”. Vico explica que las negativas son muy frecuentes durante los juegos infantiles en la calle, uno de sus caballos de batalla y algo que ahora brilla por su ausencia a pesar de ser fundamental. «Les prepara para la futura vida en sociedad y les otorga fortalezas emocionales», comenta. Vico concluye que las familias huyen de la palabra ‘no’ porque creen que, de lo contrario, están fallando como proveedores de sus hijos. “Queremos darles todo lo que podamos, especialmente si nosotros no lo tuvimos. Es una idea estúpida”, agrega.
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La asesora familiar Claudia Bruna achaca al efecto péndulo el destierro que ha sufrido la palabra ‘no’ en los hogares. “Muchos padres y madres se criaron bajo modelos estrictos y nada comunicativos en los que no era no porque ellos lo decían, y punto. Ahora nos hemos ido al polo opuesto”, sentencia. Lejos de culpar a las familias, la divulgadora habla de “responsabilidad” y de la necesidad de concienciar. “Es importante saber que los límites son fundamentales. Se confunden con agresividad, control e intromisión, pero en realidad son la vía para preparar a nuestros hijos para salir a la vida. A veces se puede negociar con nuestros hijos y ofrecer explicaciones. Y otras hay que decir un no, y punto. Es difícil pero necesario”, concluye Bruna. El problema, añade, es que muchas familias temen poner límites porque creen que perderán la relación con los hijos y les dejarán de contar cosas.
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Apego, respeto, positivo
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Autora del ensayo ‘Madres mamíferas’, Millet asegura que el origen del problema que supone no decir nunca ‘no’ a los deseos de los hijos está en las etiquetas de la actual maternidad. “Positivo, apego, respeto, consciente… Es toda una manipulación del lenguaje, se han apropiado de las palabras más bonitas y se las han llevado a su terreno. ¿Qué significa la crianza positiva, que si no sigo sus dictámenes, estoy criando en negativo?”, critica.
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«¿Qué significa la crianza positiva, que si no sigo sus dictámenes, estoy criando en negativo? Es toda una manipulación del lenguaje, se han apropiado de las palabras más bonitas»
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Millet añade que la palabra ‘no’ es “un aprendizaje para la vida, especialmente en esta época en la que hablamos tanto del consentimiento”. Sin embargo, legiones de madres están convencidas de que sus niños, criaturas únicas, lo merecen todo y que una negativa puede provocarles un disgusto, una incomodidad, una frustración o un desasosiego innecesario. En el peor de los casos, un trauma.
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“Tenemos miedo a la frustración, la rabieta o el enfado. Pero cuanto más miedo tengas a estas situaciones, peor”, explica el psicólogo Víctor Amat, que pide a las familias tener muy claro lo que quieren como padres y madres para que los niños no cojan más poder del que deben tener. “Si tu hijo te pide unos vaqueros y no se los compras porque tiene unos nuevos, le puedes decir que entiendes que se enfade, pero que no se los regalas porque tiene ropa de sobra. Y ya está”, asevera el autor de ‘Antimeditaciones’.
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«La autoridad no es ejercer de dictador»
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“La autoridad no es imponerse como un dictador. Es saber lo que quieres como padre, tener claras tus reglas educativas y saber que hay cosas que no se negocian. Hay muchas familias que siempre se posicionan a favor de los hijos, pero creo que la madurez como padres nos llega cuando sabemos distinguir en qué situaciones hay que estar a favor o en contra de la opinión o la petición de los hijos”, concluye Amat.
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Millet sostiene que no decir nunca ‘no’ a los hijos es una forma de maltrato porque, a lo largo de su vida, los chavales se van a encontrar una negativa por respuesta en multitud de situaciones: una pareja, un familiar, un trabajo… La periodista recuerda que la comunidad científica, con los psicólogos a la cabeza, advierten de la necesidad de “saber aceptar las miserias de la vida” y de enseñar a los hijos a bregar con los reveses para que, cuando vengan situaciones realmente complicadas y feas, sepan apañarse y salir a flote.
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