derrota (1-2) frente al Deportivo
Podría resumirse en que acertó el Depor y que el Oviedo no. Que a Alemao le faltó el tacto – y la fortuna- que sí tuvo Navarro. Pero sería limitar el análisis, además de cargar de culpa al brasileño. El Depor acertó en un partido de detalles y que se limitara a eso, a acciones puntuales, es demérito de los azules. Es más, los coruñeses fueron mejores en varias fases del encuentro. Pelearon la posesión, incomodaron a los de Calleja, sin soluciones el entrenador, y le mataron con su principal arma: las contras.
El 1-2 es un golpe directo a la moral azul, la resaca más dura a la semana de más ilusión. Y vuelve a poner de manifiesto que en esta categoría nadie regala nada. Es curioso, pero a lo largo de la temporada ha dado la sensación de que el Oviedo ha gestionado peor las situaciones de bonanza que las mini crisis que han surgido por el camino.
La primera parte siguió un guion un tanto extraño, aunque habitual en esta categoría tan desconcertante que es la Segunda. Cuando el Oviedo parecía cómodo, guantazo del Depor. Cuando los coruñeses dominaban, directo de los de Calleja. La estrategia fue la que se encargó de agitar la coctelera en ambos casos.
El Oviedo no había salido mal al campo, bien plantado, con una posesión poco ágil pero que al menos le permitía poner las normas. No había noticias del ataque vertiginoso del Depor, aunque las opciones azules en ataque se limitaron a un par de intentos “made in” Hassan. Logró superar as su marcador luciendo cilindrada pero habló un idioma diferente al de los rematadores.
En esas iba el partido, como ya se ha dicho, tranquilo el Oviedo, jugando con los tiempos y atento a las carreras de los cuatro felinos coruñeses, sin espacios para acelerar, cuando la pizarra entró en escena. Era el segundo córner consecutivo que sacaba el Depor y en el primero Hassan ya se había llevado la reprimenda de Aarón por su escasa atención a la frontal. La segunda fue peor, porque el Depor sacó en corto y José Ángel centró templadito justo a la frontal donde Soriano, talento XXL en 1,60 centímetros, se relamía. Llegó el balón a su zona sin ningún vigilante azul y el atacante se sacó una volea sensacional que se coló en la porterías tras tocar el larguero.
Ahí es donde se puso la tarde más gris para el Oviedo. Porque el Depor se creció, al subidón de autoestima del golazo se le sumaron un par de rondos interminables que les señalaba como dominadores de la situación. Y, como ya ha ocurrido otras veces, el mérito de los de Calleja fue el de no irse del partido. Se agarró el equipo y esperó su oportunidad. Con esa pólvora arriba, en cualquier momento se podía dar.
No tardó mucho en aparecer un claro. Fue también a balón parado, pero en el caso carbayón más por una situación sobrevenida que por una elaborada acción desde el laboratorio. Hassan desbordó tras el saque en corto y centró corto, rechazó la defensa y Chaira preparó su fusil para, de zurda, batir a Helton por bajo, pegasdito al poste. Menos estético que el de Soriano, pero incluso de mayor dificultad e idéntico resultado.
No alteró mucho el rumbo esa acción, pero reafirmó al Oviedo con su propuesta. Solo que el Depor siguió reservándose los sustos a la contra. La más clara fue visitante, precisamente por esa vía. Perdió Hassan un balón tonto y salió la caballería gallega. Soriano era el ejecutor, de nuevo, pero el balón, tras tocar en Costas, se fue rozando el poste derecho de Aarón. Llegado el descanso, el Oviedo podía agradecer seguir empatado.
Tras el paso por los vestuarios, el equipo de Gilsanz se propuso entrar en el debate por el balón, lográndolo de primeras. Llegaban tarde a la presión los de Calleja y Soriano se pegó un imán al empeine de la botas de manera que todos los balones tenían que pasar por él. No supo el Oviedo cómo desactivar la propuesta coruñesa, así que espero el fallo para explorar los espacios.
No lo debía de ver claro Calleja porque mediado el segundo acto ordenó un triple relevo. Aunque justo antes, un susto de los gordos. Robó el Depor y salió por sus alas: Mella vio el desmarque de Yeremay, que controló en el área. Una brillante acción defensiva de Sibo apagó el incendio. Entonces sí, entraron De la Hoz, Portillo y Viñas. El Oviedo pasó a jugar con dos delanteros puros.
Es como si Calleja hubiera dado por perdida la batalla del balón y prefiriese ataques más directos. Caza mayor con dos armas contundentes. Experimentó el equipo desde entonces con más juego directo, aunque el Depor siempre controló la doble punta de lanza.
A los 75 minutos, la acción que pudo cambiar las cosas. En ambas áreas. El Depor entregó un córner a Yeremay para que frotara la lámpara y surgió una acción de quiebres y conducción que murió en el área, en una caída sin infracción. De ese robo, nació un mano a mano –mal parado el Depor-, este de Alemao con Helton. El brasileño condujo desde la divisoria, sopesando opciones mientras la sombra del meta rival se agrandaba. Optó por tocar por encima y la pelota se perdió por encima del larguero mientras el Tartiere ahogaba el grito. Los dos protagonistas salieron señalados de la doble jugada: Yeremay fue amonestado y Alemão, sustituido.
Chaira fue el siguiente en probar, con un poderoso derechazo a cinco del final y Paraschiv disfrutó de la última local con un testarazo en posición forzada. Respondió a ambas bien Helton. Ahí se agotó el pobre intento ofensivo de los de Calleja, que al menos le valía para un punto de apoyo. Pero quedaba el mazazo final.
Se había superado el 90, cuando el Depor se encontró con una autopista en la banda izquierda carbayona. Corrió el lateral Navarro, lejos de los radares que seguían a Yeremay y Mella, pisó área y chutó fuerte y abajo. Respondió Aarón con un paradón, pero la pelota regresó al deportivista que, a la segunda, y con bote extraño, llevó el balón a la red para delirio de los más de 2.000 aficionados gallegos repartidos por la grada.
El epílogo resulta cruel para el Oviedo, con la jugada de Alemao aún en la retina, pero no puede decirse que sea excesivamente injusto en un juego, este del fútbol, en el que los errores se pagan caros. Por resumir: Aspirar al ascenso directo exige más que lo que el Oviedo puso sobre el césped.
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