Descubre todos los detalles de Eurovisión Junior 2025 donde España ha rozado el podio con un quinto puesto
Hace unas horas se celebró en Georgia la gala de Eurovisión Junior 2025 donde España ha terminado en muy buena posición logrando un flamante quinto puesto firmado por Gonzalo Pinillos y su canción «Érase una vez». Una noche intensa, con Tiflis como escenario y el televoto como inesperado «villano» para la delegación española, que vio en este festival la última gran salvación eurovisiva tras la decisión de RTVE de no participar en Eurovisión por la presencia de Israel en el festival.
La propuesta francesa, que ha presentado un tema muy reconocible dentro de la tradición del canciónpero con una producción más actual, ha conseguido tocar la fibra sensible tanto del jurado como del público, asegurando a Lou Deleuze una cómoda victoria en la partitura final. «Ce Monde» Ha encajado en el patrón que Europa viene recompensando desde hace años; una melodía pegadiza, el típico drama mesurado y una estética visiblemente elegante, que refuerza la posición del país como una verdadera potencia de festivales juveniles.
España, en cambio, ha jugado una carta muy diferente y atrevida. Se ha presentado con una candidatura abiertamente infantil, teatral, basada en el poder de los libros y la imaginación, que ha conectado con los jurados profesionales para situar a Gonzalo Pinillos en un sólido cuarto lugar antes del voto popular. El giro de los acontecimientos ha llegado con el televoto, que sólo ha otorgado 54 puntos a la actuación. Esto ha desplomado su posición hasta la quinta plaza pese a la excelente valoración artística que tenía el español.
Él espectáculo celebrada en Tbilisi ha buscado el equilibrio entre espectacularidad y fantasía, con un escenario que combinaba elementos arquitectónicos inspirados en las montañas georgianas y grandes pantallas que envolvían de magia cada actuación. El guion visual de la gala ha puesto de relieve la dualidad del festival. Por un lado, se tiene en cuenta que se trata de un formato infantil; Pero por otro lado, vemos números tan producidos que en muchos casos podrían competir sin complejos en la versión para adultos.
Las votaciones han sido de puro infarto, con un jurado que situó a España en puestos de podio y un televoto que ha disparado a Ucrania desde el fondo de la clasificación a la lucha directa por la victoria, quedándose finalmente a las puertas de la sorpresa a Francia. En este contexto, el resultado español se lee como una mezcla de reconocimiento profesional y cierto desapego del público global hacia una propuesta que huía de la sofisticación adulta para reivindicar abiertamente el universo infantil.
Gonzalo Pinillos, el niño que defendió un cuento
Artísticamente, la actuación de Gonzalo Pinillos ha sido uno de los momentos más espectaculares de la noche, tanto por su solvencia vocal como por la narrativa escénica que ha representado. El número se ha construido como una historia en tres actos: inicio íntimo al piano, transición a la aventura compartida con los bailarines y un tramo final explosivo, donde la fantasía se apodera del escenario apoyada en coreografías, proyecciones y una paleta de colores muy colorida.
El decorado giraba en torno a un libro enorme que se abría para dar paso a mundos imaginarios. Sirenas, dragones, unicornios y guiños a clásicos de la literatura, representados en las pantallas y en las estructuras del propio escenario, que se transformaron en historias reconocidas en todo el mundo. El vestuario, firmado por el vestuarista Raúl Amor, optó por una estética juvenil, cómoda y llena de detalles literarios, como referencias gráficas a aventuras, mapas y universos fantásticos que reforzaban el mensaje de la canción.
El contraste entre la buena nota del jurado y el poco interés del público por el televoto ha abierto un debate inmediato entre eurofans y analistas del concurso. Por un lado, se destaca que España ha sido una de las pocas delegaciones que ha presentado una propuesta verdaderamente alineada con la esencia júnior y por otro lado, se constata que la tónica general del festival sigue premiando producciones más adultas, estilizadas y cercanas al pop competitivo que domina Eurovisión Senior.
Paralelamente, el contexto político-mediático añade una capa adicional de interpretación. Es evidente que tras la salida de España de Eurovisión por su pelea con la UER a raíz de la presencia de Israel, el Eurojunior se había convertido, de momento, en el único escaparate de Eurovisión para RTVE. Por tanto, la lectura simbólica es inevitable; El hecho de que el público europeo no haya promocionado a Gonzalo también puede interpretarse como una señal de que la ruptura española con la UER no ha generado precisamente una ola de simpatía en el resto de países.
Un quinto puesto con mensaje y futuro
Más allá del sabor agridulce del televoto, el balance para España es notable. Quinto puesto entre dieciocho países, con una propuesta muy coherente y una de las actuaciones mejor valoradas en términos artísticos. Gonzalo Pinillos sale reforzado del festival, con un reconocimiento unánime a su madurez sobre el escenario y la sensación de haber defendido un proyecto que no renuncia a la perspectiva infantil en un entorno cada vez más profesionalizado.
Para RTVE, el resultado supone un pequeño retroceso en su apuesta por preservar un Eurovisión Junior con sello propio, mientras se reabre la eterna cuestión de hasta qué punto el festival debe ser un espectáculo infantil o un escaparate competitivo al estilo de los adultos. Por ahora, lo único que está claro es que, en Tbilisi, la historia de «Érase una vez» No ha acabado con un trofeo, sino con la seguridad de haber hecho un buen trabajo del que podemos estar muy orgullosos en España.
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