DIMISIÓN MAZÓN | 110 horas de vértigo: cómo Mazón pasó del funeral por la dana al «ya no puedo más»
El miércoles a las 19 horas, en el funeral de Estado celebrado en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, Carlos Mazón ya era un presidente políticamente abatido. Los insultos de de familiares de víctimas de la dana, proferidos ante los Reyes y con Alberto Núñez Feijóo como testigo, iniciaron un desenlace que tardó 110 horas en materializarse. La dimisión de Mazón llegó este lunes a las 9 de la mañana en el Palau de la Generalitat, tras un fin de semana sellado por el hermetismo.
[–>[–>[–>Desde el jueves por la tarde, la sensación interna en el PP era de desconcierto. “Ha sido doloroso, desagradable y muy rápido”, admiten distintas fuentes del partido. Las quinielas internas hablaban de desgaste, pero nadie anticipaba un movimiento tan inmediato. El viernes, el portavoz en las Cortes, Juanfran Pérez Llorca, pidió “tranquilidad” en el grupo de WhatsApp de los diputados.
[–> [–>[–>Los rumores, sin embargo, ya corrían entre cargos locales y alcaldes sin información confirmada. El silencio oficial, tanto en Valencia como en Madrid, se convirtió en señal. “A nivel interno no se nos informó de nada. Nos hemos enterado por los rumores”, lamenta una fuente consultada. La falta de información, incluso entre los cargos institucionales más cercanos, ha sido una constante durante los últimos días.
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Mazón intercaló durante el fin de semana su domicilio en una zona residencia de su Alicante natal con la céntrica sede del Consell en la ciudad, la conocida como Casa de las Brujas, acompañado únicamente por tres personas de confianza: Macarena Montesinos, su enlace con Génova, y sus dos secretarios autonómicos de máxima cercanía, José Manuel Cuenca y Santi Lumbreras. Nadie más. Ni dirigentes orgánicos, ni cargos provinciales ni representantes del PP nacional. Solo llamadas y mensajes cruzados. Hasta que, con la convicción asumida, Mazón escribió su salida. “Fue una decisión íntima, personal y definitiva”, apuntan voces del partido, que añaden lo repetido por el ya expresidente el lunes: “No podía más”.
[–>[–>[–>Punto de inflexión
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Un cargo electo del PP lo resume con claridad: “El funeral de Estado sabíamos que era el punto de inflexión, era una carrera de largo recorrido. Con bajones y subidas. Íbamos a estar volcados en la reconstrucción, vender lo que estábamos haciendo. Pero teníamos la china en el zapato de las víctimas y las asociaciones”. Un veterano del partido lo expresa con más crudeza tras la dimisión: “Abascal y Sánchez se están frotando las manos. Le he enviado un mensaje de cariño [a Mazón] porque está destruido, pero no quería preguntar nada”.
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La dirección nacional del PP asegura que no forzó su dimisión, aunque admite que había dejado de contemplarlo como candidato en 2027. En el PP valenciano, sin embargo, se asume que la caída fue fruto de una suma de desgaste público y aislamiento interno. “Su propio entorno le ha perjudicado”, reconocen fuentes regionales. Las tensiones con el aparato orgánico, y, en particular, con Pérez Llorca, se arrastraban desde hace meses, cuando la guardia pretoriana de Mazón rompió puentes internos.
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[–>La salida de Mazón ha reactivado también la vieja pelea territorial del PP alicantino. La Vega Baja, eje político en la etapa previa y tradicional bastión del PP en la provincia, pierde peso frente al bloque de la Marina Baixa (Benidorm, Finestrat, La Nucia), donde se concentra hoy la fuerza orgánica. Mazón, antes de irse, también ha puesto sobre la mesa la opción de Vicente Mompó para sustituirle en las próximas elecciones.
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Entre los cargos electos del PP se da casi por descontando que Pérez Llorca será el próximo presidente de la Generalitat, siempre que Vox dé el necesario visto bueno, pero entre sus quinielas internas aparecen más nombres como posibles figuras de consenso e interinidad, siguiendo la estela de José Luis Olivas, como los de Alfredo Castellón, próximo a Catalá, o incluso el benidormense Manuel Pérez Fenoll.
[–>[–>[–>Última palabra
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Cualquier nombre necesitará el apoyo de la formación ultra para ser investido antes de un posible adelanto electoral. El mensaje de los de Abascal, salvo un giro radical, es claro: no será María José Catalá. La formación ultra exige un perfil sin enfrentamientos previos, como los que han protagonizado con la alcaldesa de Valencia en el Ayuntamiento, y alineado con los pactos alcanzados en 2023. En ese escenario, Pérez Llorca despierta mayor simpatía que la regidora valenciana.
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Lo que queda tras esas 110 horas de reflexión, tras el punto de inflexión que supuso el funeral de Estado, es la caída de un presidente emocionalmente agotado, que entre críticas al Gobierno de España admite haberse “equivocado” en su gestión y que abandona antes de que el desgaste interno o judicial lo arrincone aún más.
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El vacío institucional que se abre ahora, en plena reconstrucción tras la dana, con una legislatura a medio camino y el control del próximo gobierno autonómico de nuevo en manos de Vox, marca un nuevo ciclo en el PP valenciano.
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