El año de Boeing comenzó con una brecha de seguridad que le acabaría saliendo caro. El 5 de enero un vuelo de Alaska Airlines del modelo 737-9 perdió un panel del fuselaje en pleno vuelo. Este incidente, que no tuvo víctimas, puso en revisión a sus modelos 737 MAX y provocó dos efectos.

La primera fue una enorme crisis de reputación que generó dudas entre las aerolíneas y los inversores sobre la seguridad de los aviones del fabricante. Esto, a su vez, llevó al presidente y director ejecutivo de Boeing, David Calhoun, a anunciar que dimitiría a finales de año. Robert ‘Kelly’ Ortberg fue elegido para reemplazarlo.

El segundo efecto de la crisis del B737 MAX fue el retraso en las entregas de pedidos de aviones de este modelo a las aerolíneas.

Una de las más afectadas por esto ha sido Ryanair, que en varias ocasiones ha dicho públicamente que sus resultados se han visto impactados negativamente por la falta de estos aviones en su flota. De hecho, también ha tenido que reducir sus previsiones de tráfico.

Además, aerolíneas de todo el mundo como American Airlines, Air Canada o Air Europa también tuvieron que reorganizar sus operaciones durante el tiempo de revisión del modelo afectado.

Estos complicados momentos se agravaron el 13 de septiembre. Ese día, 33.000 trabajadores de Boeing iniciaron una huelga sin precedentes que duró poco más de dos meses. Cada día, el gigante americano pierde 100 millones de dólares (95,7 millones de euros), según Bloomberg.

Durante este tiempo, los empleados rechazaron varias subidas salariales -el primer 25% y el siguiente 35%- y pusieron contra las cuerdas al fabricante. Finalmente, votaron a favor de un aumento del 38% en los salarios durante los próximos cuatro años, así como un bono para cada trabajador de 12.000 dólares por firmar el texto.

La crisis del 737 MAX y la huelga quedaron constancia en las cuentas del fabricante. Entonces, En el tercer trimestre del año registró pérdidas por 6.174 millones de dólares (5.912 millones de euros). Las cosas no iban mejor en el mercado de valores. En lo que va de año, el fabricante americano ha caído casi un 30%.

Pese a ello, el todavía CEO dio un mensaje positivo: “Estamos enfocados en promover la estabilidad de nuestra cadena de suministro y mejorar el comportamiento operativo mientras aumentamos constantemente el ritmo de producción para satisfacer la fuerte demanda”.

Además, defendió que el “esfuerzo importante que estamos haciendo para dotar de mayor rigor a nuestros sistemas de calidad y generar una cultura de transparencia “Cuando se trata de abordar cualquier problema, sin importar su magnitud, puede plantear dificultades a corto plazo, pero no hay otra manera de avanzar hacia el futuro a largo plazo”.

Accidente en Corea del Sur

Si el año empezó mal, el final tampoco es mejor. El accidente aéreo en Corea del Sur deja al fabricante tocado. Aunque aún no se conocen las causas del accidente, entre ellas se encuentra una posible falla en el tren de aterrizaje.

Por este motivo, Corea del Sur ordenó el lunes una inspección exhaustiva de todos los aviones Boeing 737-800 operados por aerolíneas nacionales. Las autoridades surcoreanas indicaron que funcionarios de seguridad aérea estadounidenses y representantes de Boeing llegarán al país para ayudar en la investigación.

Otra hipótesis apunta a una colisión con un pájaro. Sin embargo, hasta que no se analice la caja negra del avión no se sabrá a ciencia cierta qué ocurrió.

En breve, Boeing cierra un año para olvidar. Pero en realidad, si miramos aún más atrás, podríamos afirmar que la crisis que vive Boeing comenzó hace cinco años, cuando dos 737 MAX-8 se estrellaron en circunstancias similares en octubre de 2018 y marzo de 2019, provocando la muerte de 346 personas.