El colectivo feminista argentino ‘Ni una menos’ vuelve a las calles para retar a Milei una década después de su nacimiento
«Unir las luchas es la tarea». El colectivo feminista ‘Ni una menos’ vuelve este miércoles a ganar las calles de Buenos Aires con los símbolos de la serie El Eternauta y articulando aquel apocalipsis con las cuestiones de género, seriamente amenazadas por el Gobierno de ultraderecha, con las reclamaciones de los médicos y enfermeros, los científicos y las familias de discapacitados que el Estado dejó en la intemperie, los migrantes y las abuelas y abuelos que cada semana reclaman frente al Congreso una mejora de sus pensiones pese a los recurrentes bastonazos policiales.
‘Ni una menos’ fue un acontecimiento político y cultural que atravesó las fronteras argentinas a partir de su explosión, en 2015. El asesinato de Chiara Páez puso en marcha a través de las redes sociales una primera marea humana. Sostiene Fabio Páez que el feminicidio de su hija adolescente fue una «bomba» que destruyó a la familia. El cuerpo fue hallado en un pozo en el patio de la casa de los abuelos del asesino, Manuel Mansilla. El impacto del macabro episodio provocó estupor general. «Actrices, políticas, artistas, empresarias, referentes sociales… Mujeres, todas, ¿no vamos a levantar la voz? ¡Nos están matando! «, escribió en Twitter la periodista Marcela Ojeda. Su grito se multiplicó. De las palabras se pasó a los hechos y los cuerpos en el espacio público. «Ni una menos, vivas nos queremos», fue la consigna de la primera convocatoria, el 3 de junio de 2015, en 80 ciudades argentinas. El colectivo de periodistas, intelectuales y otras figuras públicas se identificó con ese lema y sus convocatorias ganaron en fuerza y visibilidad. La ola expansiva llegó luego a Uruguay, México, Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Nicaragua y Chile, así como algunas ciudades europeas.
‘Ni una menos’ modificó de manera radical el eje de las discusiones sobre la violencia de género y las desigualdades sociales y económicas. Instaló una certeza que pasaba muchas veces inadvertida: las muertes no eran fruto del azar, sino la consecuencia del machismo. «Entre 2015 y 2018 se produce un ascenso de fenómenos de masas de los feminismos que cambió todo: la forma de relacionarse, los modos de concebir el trabajo, las identificaciones de género. Porque fue una politización entera de la vida», recordó la socióloga María Pía López. ‘Ni una menos’, añadió, «abrió el campo de una experiencia feminista formidable, no tantas veces somos contemporáneas de un acontecimiento de esa índole, de la falla de la Matrix».
Cambios profundos y el retroceso
Al calor de las masivas movilizaciones se logró que el Tribunal Supremo elaborara un registro de femicidios. La década de existencia del colectivo estuvo marcada a su vez por otras conquistas como la ley de paridad de género, la despenalización del aborto, la Ley Micaela, que establece la capacitación obligatoria en género y violencia contra las mujeres para todas las personas que se desempeñen en el Estado, el patrocinio jurídico gratuito para víctimas de violencia de género, la llamada ley de los Mil días, que garantiza el cuidado y la salud integral de las embarazadas y la primera infancia y, por último, el reconocimiento de los peligros que deparan las agresiones virtuales.
Las conquistas de la década tienen su contracara luctuosa: 2.700 femicidios en total. Una cifra lacerante. Ese ascenso en los derechos se detuvo bruscamente con la llegada a la presidencia de Milei, en diciembre de 2023. Durante su primer año de Gobierno se computaron 247 casos letales. La muerte de una mujer cada 39 horas frente a la indiferencia de la ultraderecha. Un total de 17.120 personas recurrieron a la Oficina de Violencia Doméstica del Supremo. El 73% fueron mujeres. «Enfrentamos un escenario alarmante ante el cierre de programas fundamentales y el desmantelamiento de la política pública», dijo Lucila Galkin, directora de Género y Diversidad de Amnistía Internacional Argentina.
El anarcocapitalista se propone crear las condiciones políticas para eliminar la figura del feminicidio del Código Penal. A la vez le quita financiación o cierra muchos de los programas claves como el Acompañar o la Línea 144 creada para denunciar los hechos de violencia de género. A la par, el Gobierno dejó de proveer a las provincias los insumos para garantizar la interrupción voluntaria del embarazo.
La palabra «género» provoca una profunda irritación en la ultraderecha. «Este 8 de marzo reafirmamos nuestro combate frontal a la ideología woke que busca lucrar dividiendo a nuestra sociedad. Hemos conseguido bajar los homicidios aplicando una sola política: el que las hace las paga. Fuimos en contra de todos los delincuentes, y las mujeres fueron las más beneficiadas», sostuvo el Poder Ejecutivo. En mayo pasado, el ministro de Justicia Mariano Cuneo Libarona celebró el cierre de 13 programas que consideraba «ideologizados».
La década de ‘Ni una menos’ encuentra a Manuel Mansilla, el asesino de Chiara Páez, con una sustancial mejora de su situación judicial. Un tribunal de segunda instancia rebajó su condena de 21 a 15 años. Pronto volverá a su casa.
Las imágenes de El Eternauta son por estas horas leídas en clave de género y con la esperanza de reagrupar fuerzas en la adversidad. Con ese mismo propósito se ha lanzado La Feminauta, una versión del comic y la exitosa serie de Netflix. Al igual que la historia original cree que «la salida es colectiva». A diferencia del guion de Héctor G. Oesterheld, «el futuro, feminista».
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