El Espanyol escala hacia Europa y ya es quinto tras derrotar al Rayo Vallecano
El Espanyol despidió el RCDE Stadium hasta el año próximo en posición europea. Su victoria ante el Rayo Vallecano (1-0), como siempre con cucharadas de sufrimiento, le sitúa en la quinta plaza, solo por detrás de Barça, Madrid, Villarreal y Atlético. Todos los demás, por detrás. Se dice pronto. El Manolo González ‘style’, sustentado en el pico y la pala, ha elevado el estado de ánimo del club perico y su masa social. Su campeonato, por el momento, es para recordar.
[–>[–>[–>[–>[–>[–>El ambiente al principio era distinto. La eliminación copera del jueves ante un club de Segunda RFEF ensombreció por unos días el excepcional arranque de temporada e infló la vena del cuello del técnico. Y cuando se enfada, Manolo González suena temible. Su advertencia pareció poner firmes a sus futbolistas. «Son profesionales y si no están enchufados, tendrán problemas conmigo», amenazó antes del partido en su estilo directo y campechano.
[–> [–>[–>Y enchufados salieron. Quizá demasiado. Corrieron como si alguien hubiera decidido acortar el tiempo de juego. Roberto en particular presionó como si persiguiera a un caco que le acaba de robar el móvil. El Espanyol actuó con la actitud que se espera de un equipo herido en su orgullo. No le salió al portero del Rayo Vallecano una cantidad inasumible de trabajo, pero no se pudo relajar. Entre todos los defectos del conjunto blanquiazul no se encuentra la apatía. La actitud es encomiable.
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El delantero del Espanyol Roberto Fernández celebra tras marcar ante el Rayo, durante el partido de LaLiga entre el RCD Espayol y el Rayo Vallecano este domingo en el Estadio del RCDE, en Barcelona. / Toni Albir / EFE
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El Rayo Vallecano cuenta con futbolistas con toque y busca el mismo papel que el Espanyol en esta Liga, colarse contra pronóstico en los puestos europeos. De eso iba el encuentro de este domingo, de trepar aún más arriba en la tabla. Y la pugna se enmarcó en lo microscópico, en aprovechar la imprecisión o el despiste ajeno.
[–>[–>[–>Como Dolan con Chavarría. Le provocó una caída que el colegiado interpretó como penalti en la frontera del descanso. Un penalti más bien raspadillo que Roberto aprovechó sin mala conciencia. O como Edu Expósito y su intuición, que arrancó una segunda amarilla de Unai López en una presión oportuna con media hora por jugar. Facilitó el trabajo en la mina, que los partidos nunca son un rato en la playa para el Espanyol. A esta vida ha venido a sufrir.
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Diez contra diez
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Siempre se acercó al segundo gol más que el Rayo al empate. En los lanzamientos de córner rozó varias veces el tanto por mediación de Calero y Cabrera. El VAR meditó largamente sobre otro penalti por una posible mano del defensa rayista Mendy. Y tiró rayas antes de avalar como fuera de juego un remate a gol de Kike García.
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El centrocampista del Espanyol Eduardo Expósito y el centrocampista del Rayo Vallecano Gerard Gumbau, durante el partido de LaLiga entre el Espanyol y el Rayo Vallecano. / Toni Albir / EFE
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Pero lo dicho, la angustia vive impregnada en la camiseta blanquiazul. Dolan recibió la segunda amarilla a cuatro minutos del final, igualando el tablero. Pero el espíritu de resistencia se mantuvo firme. Segundos después de que Dmitrović atajara el último disparo rayista, el último susto, el árbitro pitó el final. La fiesta espanyolista se desparramó para celebrar la tercera victoria seguida y el mejor arranque liguero de los últimos 15 años. Días para soñar en el RCDE Stadium.
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