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“El Giro hace bien a Italia”

“El Giro hace bien a Italia”
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  • Publisheddiciembre 1, 2025



EL Córcega rosa Se consolida como un motor económico, cultural y diplomático, capaz de transformar la pasión por la bicicleta en riqueza, exportación y prestigio internacional. Roma ha despertado con la convicción de que su joya deportiva ya no es sólo una competición sobre dos ruedas. La ciudad entendió que Gira por Italia ha mutado: ha dejado de ser un simple desfile de puertos y camisetas para convertirse en una estructura económica, un laboratorio cultural y un embajador político que opera con el poder de un ministerio paralelo.

Este lunes, el Auditorio Parque de la Música Ennio Morricone fue la cámara de eco de este fenómeno con la celebración de la Internacional Foro sobre la economía de la bicicletaantesala de la presentación final del curso de la Giro y Giro Femenino. El acto, impulsado por RCS Deportes y eventos en colaboración con ICE – la agencia gubernamental responsable de la internacionalización del tejido económico italiano – han reunido nombres que entienden la bicicleta como un ecosistema productivo: Urbano Cairo, Paolo Bellino, Matteo Zoppas, Andrey Kovatchev, Carmelo Carbotti y un elenco heterogéneo de voces vinculadas a la moda, la gastronomía, la industria y el turismo. Entre los invitados destacó incluso un chef mediático como Francesco Bellissimo, demostrando que el Corsa Rosa ya no se mide sólo por vatios y atacantes, sino también por el menú económico que deja a su paso. Cristina Fantoniperiodista de La7, cubrió el debate con solvencia.

Banca Ifis abrió la jornada con la cifra que ordenaba todas las prioridades: 2.100 millones de euros de impacto económico directo durante la edición de 2025. No hubo sorpresas, sino más bien movimientos de cabeza. El banco, que mide desde hace años el rendimiento de la carrera, ha cuantificado un fenómeno ya intuitivo: el Giro no sólo emociona, sino que también produce. Urbano Cairo recordó cómo este desarrollo superó incluso sus expectativas. “Vivimos el Giro desde niños, hemos visto grandes corredores, actuaciones increíbles, una carrera extraordinaria”, recordó antes de aterrizar en la actualidad. Para él, el romanticismo deportivo ha dado paso a algo más grande: «Luego ves estos números y esto te llena el corazón de alegría. El Giro, de evento deportivo, se convierte en un motor que hace una gran contribución al país». Los estudios presentados durante la sesión combinaron emoción y economía con una facilidad que ningún ministerio discute ahora. Según Banca Ifis, el millón y medio de seguidores extranjeros que siguieron la carrera aumentaron su disposición a comprar productos italianos, lo que se traduce en 2.500 millones de euros anuales vinculados al Made in Italy. Por tanto, el Giro no sólo vende espectáculo: vende Italia. Las preferencias son claras: primero la gastronomía, luego la moda. El convoy rosa funciona así como un escaparate mundial de diseño, tradición y artesanía. El pelotón pasa y la mente del espectador viaja con él hasta una despensa, una prenda de vestir o una forma de vida. Matteo Zoppas lo resumió con una síntesis clara: el Giro es hoy una plataforma global que amplifica la identidad productiva del país más allá de sus fronteras. Los datos refuerzan este mensaje; La economía italiana de la bicicleta exportó 760 millones de euros en 2024 y, sólo hasta agosto de 2025, ya había acumulado 550 millones. La bicicleta ha dejado de ser un deporte y se ha convertido en una forma de movilidad, una industria y una forma de vida. Italia encontró en este vehículo una herramienta perfecta para proyectar su marca nacional.

Las grandes salidas al extranjero, que se han convertido en una tradición, completan este cuadro. La Gran Partenza en Albania confirmó al Giro como un agente que va más allá del deporte y construye relaciones duraderas entre las naciones. El 92% del público valoró positivamente el inicio de la carrera fuera de Italia, el 74% percibió un impulso turístico, el 38% vio reforzados los vínculos culturales y el 25% mejoró su percepción de Italia como un país abierto y colaborativo. “Estamos ante un instrumento que genera vínculos reales entre territorios” subrayó Andrey Kovatchev, eurodiputado búlgaro, entusiasmado por la futura edición que comenzará en su país. La ecuación es sencilla: cada etapa, cada helicóptero, cada imagen de una plaza, de una iglesia o de una cumbre funciona como un mensaje dirigido a los 800 millones de personas que siguen la carrera en todo el planeta. Urbano Cairo lo resumió sin rodeos: “El Giro tiene un súper megáfono”, dijo sin énfasis artificial. No se trataba de retórica, sino de una verdadera antena capaz de influir en las decisiones de viaje, los hábitos de consumo y las percepciones culturales.

El Foro reveló la última pieza del rompecabezas: convertir esta visibilidad en acuerdos. La organización pasó de montar una carrera a generar reuniones de negocios. Los encuentros están cerrados en Italia y en lugares estratégicos de Asia donde compradores y productores encuentran oportunidades tangibles. Pablo Bellino Explicó que la carrera trae retornos directos sobre el PIB y que el trabajo de los próximos años consolidará aún más este tejido comercial.

Las palabras de Davide Cassani cerraron el círculo: «La bicicleta ya es un producto turístico estructurado. » El turismo deportivo, además de llenar hoteles, reorienta modelos enteros de desarrollo territorial. Raffaele Zingone, de Banca Ifis, completó la idea afirmando que el Giro genera valor más allá del evento, fomenta el turismo, promueve el Made in Italy y mantiene un patrimonio cultural de más de un siglo. El Giro no es sólo una carrera: es una identidad, una política económica, un territorio y un producto. Por eso, cuando El Cairo cerró su discurso con la frase que ya se había convertido en eslogan: «El Giro de Italia es bueno para Italia», nadie lo vio como una exageración.





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