El líder de la CDU garantiza que no se aliará con la ultraderecha pese a haber erosionado el cordón sanitario
Dispuesto a imponer la línea dura migratoria, pero descartando toda cooperación con Alternativa para Alemania (AfD), pese a que el pasado viernes erosionó el cordón sanitario al aceptar el apoyo parlamentario de la ultraderecha: así se presentó este lunes Friedrich Merz ante el congreso de su partido, la CDU. Sus delegados respaldaron sin fisuras el llamado «programa de acción inmediata» que aplicará si alcanza la Cancillería tras las elecciones del 23 de febrero, lo que según los sondeos logrará. Los dos puntales del plan son la reactivación de la economía alemana, tras dos años en recesión, y el cerrojo a la inmigración irregular. Incluye en ello los puntos del proyecto de ley que, pese al apoyo ultra, no lograron el pasado viernes la mayoría parlamentaria. También sus apartados más duros, como las expulsiones en caliente y los controles fronterizos permanentes.
«Nunca cooperaremos con el partido que se hace llamar Alternativa para Alemania. Ni antes, ni después. Nunca. Jamás», aseguró, para añadir que tampoco existe la opción de un respaldo de la Afd a un gobierno de minoría bajo su liderazgo. Salió así al paso a las advertencias del canciller Olaf Scholz o sus socios verdes, según los cuales no puede descartarse que Merz recurra al apoyo ultra para alcanzar el poder. Al fin y al cabo, dicen, no rechazó ese apoyo para el proyecto de ley que acabó derrotado.
Merz se ganó las más fervientes ovaciones de sus delegados con su rechazo a la AfD. No se anduvo con disimulos al obviar el nombre de Angela Merkel, al repasar los logros de otros excancilleres conservadores históricos, desde el fundacional Konrad Adenauer a Helmut Kohl. Las recientes críticas de Merkel al voto cómplice ultra son un nuevo capítulo en la hostilidad que se profesan ambos políticos del bloque conservador alemán.
Contó además con el apoyo de Markus Söder, el líder de la Unión Cristianosocial de Baviera (CSU). Acudía al congreso en tanto que jefe del partido regional hermanado, lo que no significa que sus relaciones sean siempre armoniosas. Históricas son también las reprimendas que la CSU dispensó más de una vez a Merkel mientras fue cancillera. Advirtió Söder contra una evolución como la de Weimar, la república de entreguerras que fulminó la llegada al poder de Adolf Hitler. Y clamó por «no dejar espacio político» a la ultraderecha, lo que para Söder significa ocuparlo con propuestas lo más derechistas posible.
Unidad conservadora y estampida liberal
El congreso de la CDU funcionó como se esperaba: como un evento para aclamar a Merz, a tres semanas de las elecciones que, según los sondeos, ganará su bloque conservador. Estaba programado para ser un bálsamo tras la derrota del proyecto migratorio de Merz, las críticas de Merkel y las movilizaciones masivas en defensa del cortafuegos registradas en todo el país.
El pabellón donde se celebró estaba acorazado entre dispositivos de seguridad por temor a más protestas. Más de un delegado lamentó esas tensiones, en un tono victimista similar al que usa la AfD cuando manifestantes o activistas les salen al paso.
Había cierta sobreactuación en la cohesión en torno al líder, quien la víspera había estado inhabitualmente solícito con los medios en la tradicional recepción que ofreció la CDU en su sede de la Konrad Adenauer Haus. Merz se prodigó de corrillo en corrillo, en un encuentro donde rige la norma de la confidencialidad, pero se lanzan pistas a los presentes.
Merz se dijo convencido de la imperiosa necesidad de contener la inmigración irregular ante la alarma por repetidos ataques mortales cometidos por refugiados a los que se debería haber expulsado. Quitó hierro a las deserciones aparecidas en el voto parlamentario, lo que en Alemania no es tan raro porque no hay una disciplina de voto estricta. Al bloque conservador se le escaparon 12 votos entre sus 196 diputados en la votación del pasado viernes.
Mucho más elocuente fue que no le respaldara un tercio de los 90 escaños del Partido Liberal (FDP), su aliado natural. Los liberales están en los sondeos por debajo del 5%, mínimo para obtener escaños. Han entrado en una dinámica de estampida respecto a su líder, el exministro de Finanzas, Christian Lindner, al que se responsabiliza de la ruptura de coalición de Scholz.
Los disensos entre los conservadores son más discretos o hasta llevaderos para Merz. A la recepción en la Konrad Adenauer Haus asistían representantes de la línea ‘merkeliana’, como el primer ministro de Schleswig-Holstein, Daniel Günther, que rechaza la línea dura migratoria. Su presencia desató notables corrillos periodísticos. Lo mismo ocurrió con el exministro de Sanidad y eterno aspirante a dirigir la CDU, Jens Spahn. Se le considera un ‘canciller en la reserva’, que espera su oportunidad si Merz no alcanza su objetivo.
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