el mejor arranque de su historia en La Liga y uno de los peores equipos en Europa
El Villarreal se juega uno de esos misterios que tienen difícil explicación en el mundo del fútbol. En La Liga, en la cara de la moneda, es cara, mientras que en la Liga de Campeones, es cruz..
Tras la derrota ante Copenhague, el submarino amarillo quedó casi eliminado de la competición continental, con un resultado que sorprende por su dureza: un punto añadido de 18 posiblesuna media de 0,66 goles por partido y 2,2 en contra.
En cambio, en el campeonato nacional los números cuentan una historia radicalmente diferente. Los de Marcelino ocupan la tercera plaza de la clasificación Luchando cara a cara con Barça y Real Madrid por el liderato: seis de los blaugrana y uno del conjunto blanco.
Sus estadísticas provienen de un equipo aspirante al título: 11 victorias, 2 empates y sólo 2 derrotas en 15 partidos. El Villarreal promedia 2,1 goles por partido y sólo ha encajado 13, lo que le convierte en el segundo equipo menos goleador del torneo, por detrás del Atlético de Madrid (12).
La lógica para explicar cómo evoluciona el equipo de una competición a otra tiene difícil explicación. En La Liga, el Submarino Amarillo se presenta como un equipo sólido, maduro y ambicioso; mientras que en Europa es un equipo indeciso, sin identidad y desconectado.
La demanda está en su punto máximo
Uno de los aspectos más desconcertantes es que este colapso se produce durante la temporada más ambiciosa en años. Con una inversión de 102 millones de euros de firmasEl club ha reforzado todas las líneas con nombres importantes y un banquillo profundo.
La expectativa era precisamente dar el salto europeo tras campañas de crecimiento sostenido. Sin embargo, el gasto contrasta con las actuaciones en la fase de Champions.
Marcelino intentó proteger a sus jugadores alegando falta de fortuna, detalles puntuales y un proceso de adaptación. Sin embargo, lo cierto es que el Villarreal no logró gestionar los partidos en la competición continental y Las soluciones a los problemas no vinieron del banquillo..
Marcelino consuela a sus jugadores tras la derrota ante el Copenhague.
EFE
El submarino presentaba graves deficiencias defensivas y una alarmante falta de acierto en ataque. Lo que en La Liga resulta en goles y confianza, en Europa se convierte en ansiedad y errores no forzados.
El gran enigma reside en la disparidad emocional del grupo. En Liga, los futbolistas hacen gala de una confianza casi imperturbable incluso cuando empiezan a perder; En la Liga de Campeones, en cambio, el equipo se desploma desde el primer golpe.
Es un Villarreal que parece mentalmente dividido: uno que inspira respeto en España y otro que se encoge en los grandes escenarios.
La presión, el ritmo y la exigencia física de la Liga de Campeones parecen estar erosionando a un equipo acostumbrado a dominar desde la posesión.
Además, también les ha pesado la falta de experiencia internacional de algunas de sus nuevas incorporaciones. “En la Champions los detalles marcan la diferencia”» repitió Marcelino, consciente de que la madurez competitiva es un proceso y no una fórmula instantánea.
El técnico asturiano ha construido un equipo reconocible, con una identidad muy marcada basada en el orden, la verticalidad y el sacrificio. En el campeonato nacional, esta receta funciona porque El Villarreal consigue imponer el ritmo del partido y recuperarse rápidamente después de una pérdida.
Pero en Europa encuentra rivales que igualan su intensidad y que castigan cualquier error en el golpeo de la pelota.
Un equipo irregular
En varios partidos europeos se ha observado el mismo patrón: el Villarreal empieza con autoridad, domina la posesión, pero Se desinfla con el paso de los minutos.. Sus centrocampistas pierden influencia cuando el rival aumenta la presión y el repliegue defensivo es tardío.
En cambio, en La Liga el equipo se siente libre, con automatismos más fluidos, interiores que conectan bien con los laterales y una línea defensiva que sabe avanzar metros. Son pequeños matices tácticos que acaban generando grandes diferencias.
Además, Marcelino rotó más de lo habitual en los partidos europeos, buscando equilibrar sus esfuerzos. El problema es que Esta rotación afectó la química del grupo.rompiendo los equilibrios mantenidos en la competición nacional.
Los jugadores del Villarreal protestan ante el árbitro durante el partido contra el Borussia Dortmund.
Reuters
Así, mientras los campeones de La Liga demuestran automatismo y convicción, el once de la Champions es percibido como un conjunto de piezas sin equipamiento.
En Castellón ya se da por hecho que la eliminación de la Champions es prácticamente inevitable, pero en el vestuario se habla del futuro. El verdadero desafío es transformar este fracaso en aprendizaje, porque El Villarreal está construyendo algo importante.
Su desempeño en La Liga no es casualidad: refleja un proyecto deportivo sólido, con una plantilla equilibrada y un entrenador que ha devuelto una identidad reconocible al equipo. El reto para el próximo año es mostrar estas sensaciones también en Europa.
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