El Papa solo dimitirá en una situación extrema
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Esta semana, en el mismo momento en el que las noticias sobre la salud del Papa desataban todo tipo de rumores sobre el futuro de la Iglesia, el filósofo mexicano Rodrigo Guerra (Ciudad de México, 1966), secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, decidió romper el silencio para explicar cómo la institución está viviendo esta fase de incertidumbre, en la que la máquina del Vaticano sigue trabajando, pero sin la presencia física de Francisco. En una entrevista con EL PERIÓDICO, Guerra, en el cargo desde 2021 y uno de los laicos de más alto rango en la curia romana, habló abiertamente durante una conversación que solo se volvió algo más acalorada cuando se le preguntó por la posibilidad de que algunos intenten, en el futuro, condicionar a la milenaria institución desde afuera.
Algunos dicen que, incluso si se recupera, el Papa dimitirá. ¿Qué opina? ¿Podría hacerlo?
En términos teóricos es siempre posible la renuncia de un Papa. También Francisco firmó en 2013 una carta en la que explícitamente ofrece de antemano su renuncia si hubiera una limitación médica relevante que le impida ejercer el gobierno de la Iglesia. Esto significa que, si sufriera un grave daño en sus facultades superiores, pues, bueno, aplicaría esa renuncia. Pero salvo eso, que sería una dimisión en una situación un poco extrema, hoy por hoy lo que vemos es un Francisco que está sufriendo enfermedades y que se está recuperando gradualmente como se recupera un hombre de 88 años.
—¿Cómo se trabaja en el Vaticano sin la presencia del Papa?
Todos los Dicasterios tienen su programación anual, por lo que están operando con toda normalidad. No ha habido reuniones extraordinarias ni hay una dificultad operativa mayúscula. Además, algunos prefectos [ministros del Vaticano] Le ha informado [al Papa] Simplemente por escrito y otros, como Cardinal [secretario de Estado, Pietro] Parolínen persona.
«El protocolo en caso de muerte o renuncia está muy detallado y en este momento ese protocolo no se ha disparado en modo alguno»
—¿No han recibido instrucciones ante cualquier tipo de nuevo escenario? ¿La curia romana no se está reorganizando?
No. Ninguna instrucción. El protocolo en caso de muerte o renuncia está muy detallado y en este momento ese protocolo no se ha disparado en modo alguno. No ha habido reuniones extraordinarias o del Consejo de Cardenales para evaluar una posible renuncia o fallecimiento del Papa. Eso está totalmente fuera de la realidad. Lo único que sale fuera de la vida ordinaria es que todos los días a las nueve de la noche nos reunimos, la curia romana, para rezar el Rosario en la plaza de San Pedro. […] Y que todos intentamos hacer que la gran maquinaria del Vaticano continúe funcionando sin ningún revés.
—¿Ha hablado con el Papa?
—Le he enviado algunos informes, todavía no tengo respuesta y lo entiendo bien, pues está en el hospital.
—Se habla mucho de los cuervos que quisieran un cambio en el liderazgo del Vaticano. ¿Qué clima hay en la Santa Sede?
En la curia yo veo un trabajo realmente sano, bueno y una buena actitud. Donde se nota que existen ciertos cuervos es en alguna prensa, sobre todo de corte integrista, ultraconservador, ese tipo de prensa que habitualmente se distancia de los papas, del Concilio Vaticano II, y que ha adquirido un perfil de crítica constante al Papa Francisco.
«Existen ciertos cuervos en alguna prensa de corte integrista, ultraconservador, que habitualmente se distancia del Concilio Vaticano II, y que hace crítica constante al Papa Francisco»
—¿Qué nos dice esto de cara al futuro? ¿La sucesión de Francisco se transformará en una lucha encarnizada?
Creo que habrá sensibilidades, habrá diferentes candidatos y posiciones, pero [espero que] Las preocupaciones comunes prevalecen, obvias para todos. […] En la última sinodalidad, el clima era realmente fraternal y había personas de todas las tendencias y todas las sensibilidades.
—¿Cree que actores externos intentarán influir sobre la elección del futuro pontífice? En estos días, algunos citaban, por ejemplo, el nuevo presidente estadounidense, Donald Trump.
Es la historia de la Iglesia, los principales poderes del mundo siempre han intentado influir en los cónclaves. Por eso también se han ido perfeccionando las normas del cónclave, no solo para en lo que atañe el uso de teléfonos móviles, para evitar las escuchas telefónicas o de cualquier otro tipo. También, para evitar las presiones, está gravemente sancionado el volverse esquirol o mensajero de alguna fuerza política dentro del cónclave. Además, el Papa ha renovado fuertemente el Colegio Cardenalicio con hombres mucho más cercanos al pueblo, ya no de las principales ciudades y capitales del mundo, sino escogiendo a muchos provenientes de las periferias más remotas del planeta; por eso, quiero pensar que todo esto de alguna manera blindará como nunca el cónclave. Y seguramente si alguien cae en la tentación de subordinarse a algún interés de poder, será amablemente corregido con la presencia de otros que detestan las intromisiones políticas o politiqueras en la Iglesia.
Algunos nuevos cardenales son también muy conservadores.
Algunos cardenales podrán ser más conservadores, otros un poco más liberales, otros más de una sensibilidad social, otros de una sensibilidad más pastoral o espiritual, pero en general, creo que predominará un deseo de una continuidad creativa de su pontificado.
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