Salud

el papel oculto de la grasa intermuscular en la salud

el papel oculto de la grasa intermuscular en la salud
Avatar
  • Publishedfebrero 6, 2025


Cuando pensamos en la grasa corporal, la grasa abdominal generalmente viene a la mente, la estrella que monopoliza toda la atención cuando hablamos de riesgos cardiovasculares. Pero, aunque en un partido de fútbol, ​​el atacante toma luz de los reflectores, el control real del juego puede caer sobre un mediocampista que pasa desapercibido.

En el campo de la distribución de grasa, este centrocampista es el Tejido adiposo intermuscular (Imat), un jugador discreto pero decisivo en nuestra salud metabólica y cardiovascular. Estudios recientes lo indican como un factor clave en la inflamación sistémica y la resistencia a la insulina, destacando su relevancia en la aparición de patologías cardiovasculares.

El IMAT no es solo una grasa más: su acumulación está directamente relacionada con el envejecimiento, la inactividad física y los trastornos metabólicos como la obesidad.

Ubicado entre las fibras musculares, lo que lo hace tan especial es que, a diferencia de la grasa subcutánea, funciona como un «órgano endocrino» que libera mediadores inflamatorios capaces de modificar el entorno metabólico local y sistémico. Y al igual que los infiltrados en el tejido muscular, su calidad y fuerza disminuyen, lo que aumenta considerablemente el riesgo de caídas y lesiones, especialmente en los ancianos.

Además de sus efectos estructurales, el IMAT contribuye a un estado inflamatorio crónico que tiene implicaciones directas para la salud cardiovascular. Una investigación ha demostrado que esta grasa está asociada con altos niveles de citocinas inflamatorias, como la interleucina-6 (IL-6) y el factor de la necrosis tumoral alfa (TNF-α), moléculas conocidas por su papel en el desarrollo de la aterosclerosis. Este estado inflamatorio constante alimenta los procesos patológicos que aumentan el riesgo de ataques cardíacos y otras enfermedades cardiovasculares.

Algo que hace que el imat sea particularmente inquietante es que sus efectos son menos visibles y, por lo tanto, más difíciles de detectar y tratar.

Incluso en personas con un índice de masa corporal (IMC) en playas normales, los altos niveles de IMAT pueden duplicar el riesgo de enfermedad cardiovascular. Este descubrimiento cuestiona la idea convencional de que solo la obesidad visible es peligrosaEnfatizando la necesidad de indicadores más precisos que consideren factores internos como la grasa intermuscular.

Además, un estudio lo vincula con la resistencia a la insulina, un precursor clave de la diabetes tipo 2, lo que enfatiza que esta grasa interfiere con la señalización de la insulina y dificulta el uso de glucosa, exacerbando la hiperglucemia.

Su acumulación tiende a acelerar a partir de los 40 años, aunque también se observa en jóvenes con estilos de vida sedentarios o condiciones metabólicas preexistentes. Este fenómeno destaca la importancia de resolver el problema de manera preventiva y sistemática, ya que los efectos nocivos son acumulativos y afectan tanto la salud muscular y cardiovascular.

No más movimiento, menos imat

En cuanto a la prevención, el ejercicio físico es una de las armas más efectivas: el movimiento del cuerpo, en particular con el entrenamiento de fuerza y ​​la actividad aeróbica, ayuda a reducir considerablemente las grasas intermusculares y mejora la calidad de nuestros músculos. La combinación de estos dos tipos de entrenamiento reduce el IMAT no solo, sino que también mejora la funcionalidad muscular. La receta? Al menos 150 minutos de actividad física moderada por semana, incluidos los pesos si es posible.

En cualquier caso, se trata de huir del estilo de vida sedentario, el aliado principal del imat. Algunos estudios muestran que pequeños cambios, como levantarse cada hora del asiento o caminar después de comer, ya pueden mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir la inflamación sistémica. El movimiento, incluso si es mínimo, es una declaración de guerra contra la grasa intermuscular.

Además, lo que comemos ayuda a mantenerlo BAI. Una dieta rica en frutas, verduras, grasas saludables como el aceite de oliva y las proteínas magras luchan no solo la inflamación, sino que reduce los marcadores asociados con el IMAT. La dieta mediterránea es la mejor opción en esta área, que muestra una reducción significativa en los marcadores inflamatorios como la proteína C reactiva e IL-6.

Cómo resaltarlo

El IMAT es el tipo de enemigo que funciona en las sombras, pero los controles médicos son como un enfoque que lo expone. La evaluación regular de indicadores como glucosa, insulina y perfil de lípidos puede ayudar a identificar problemas antes de ser graves. No es una ciencia complicada: un análisis de sangre anual puede ser el primer paso para avanzar en el IMAT antes de los objetivos hacia nuestra salud.

Y finalmente, con respecto a las soluciones, no todos los cuerpos son los mismos y, por lo tanto, las estrategias deben ser personalizadas. En personas con obesidad sarcopénica o trastornos metabólicosEs esencial trabajar con profesionales de la salud para diseñar un plan de ejercicio y nutrición específico. Algunos autores recomiendan enfoques multidisciplinarios que aborden los factores de estado físico y metabólico.

En resumen, el IMAT, este mediocampista silencioso, tiene un impacto decisivo en nuestra salud. Su acumulación afecta negativamente el metabolismo sistémico, la función muscular y el riesgo cardiovascular, lo que lo convierte en un jugador a quien no podemos ignorar.

Lo correcto es que, como cualquier rival, puede ser derrotado con las estrategias correctas: ejercicio regular, una dieta equilibrada, un movimiento constante y atención médica proactiva.

Jose Francisco Torrero-Aguilera. Doctor en ciencias biomédicas y psicofisiología aplicada, Universidad Europea

Artículo publicado en la conversación.




Puedes consultar la fuente de este artículo aquí

Compartir esta noticia en: