el “Pericote”, el correo que contestó Canteli y doce gaitas viajeras
Cuando las cosas se empezaron a poner “inhóspitas” en Venezuela, José Vázquez y su familia abrieron un mapa de Estados Unidos y se sobresaltaron al encontrar un Oviedo en Florida. “No sabíamos que existía” y como no tenían un destino fijado dejaron que la curiosidad y el corazón decidieran su rumbo hacia un lugar de nombre más que sugerente para el hijo de “orígenes mezclados” de una llanisca de San Roque del Acebal y un gallego que emigraron a Venezuela. Doce años más tarde, y más allá de los “roces” que aún mantiene con algunos nativos que siguen pronunciando “Ovido”, Vázquez no se arrepiente del traslado aunque reconozca que el Oviedo floridano, “si hacemos una comparación puntual, sale perdiendo” contra el original. “Sobre todo en la comida”, bromea, “pero no se lo digas a nadie”.
Nació en Valencia y vive en Oviedo, pero en la Valencia de Venezuela y el Oviedo de Florida, residió entre España y el Caribe hasta que echó el ancla en la costa este de Estados Unidos: el viaje de su vida se resume en “emocionante”. Tiene dos hijos, de quince y dieciocho años, una empresa de ingeniería y desde hace más o menos un año una idea que nació escuchando a su madre hablar y cantar el Pericote. “¿Pues sabes qué?”, le dijo un día, “que vamos a buscar la forma de que el Pericote suene en este Oviedo…” Dicho y hecho, se ha lanzado, y está empezando a conseguir, que haya una banda de gaitas en el pequeño Oviedo de Florida, un proyecto para el que ya ha recibido doce instrumentos enviados desde Asturias y está implicando a unas veinte personas y a un instituto de la localidad.
Sucede que esta zona del interior de la península de Florida, en el condado de Seminole, vive bastante ajena a la fuerte tradición hispana que impregna todo el estado, pero a pesar de todo José ha terminado por dar forma a un proyecto que nació hace un año y ha empezado a tomar cuerpo. “En Oviedo tiene que haber gaitas, no hace falta ser un genio”, y el hilo de esa premisa inicial le llevó hasta el director de la banda del instituto en el que estudian sus hijos. Le explicó que la gaita es el instrumento tradicional del Oviedo de España y que una sección de gaita en la banda del centro podría llegar a ser un “elemento diferencial” en el universo “muy competitivo” de las marching band escolares en Estados Unidos, que participan en torneos a menudo muy equilibrados. Contando con que además allí “conocen el instrumento, aunque en su versión escocesa, y lo aprecian y lo respetan”, Vázquez se ratificó en su concepción sobre la potencialidad de la gaita como elemento de aproximación “del americano a la tradición española” y en su propósito de incorporarla a la cultura local haciendo incluso que suene, por qué no, en los partidos del equipo de fútbol americano del instituto.
El centro educativo “fue bastante receptivo” y cuando el promotor pasó a la fase de establecimiento de contactos en España se activó “una cadena de coincidencias. Escribo al Ayuntamiento de Oviedo”, cuenta, “y para mi sorpresa no me respondió una secretaria, sino el alcalde en persona, el señor Canteli”. El regidor le dijo que les ilusionaba la idea y les puso en contacto con José Manuel Gutiérrez, “Guti”, director de la banda de gaitas “Ciudad de Oviedo” y hombre “de un entusiasmo y carisma impresionantes al que le otorgaría un gran porcentaje de todo lo que hemos hecho por el impulso que nos ha dado”. Vázquez reparte las responsabilidades entre Guti y Francisco Fernández Rubiera, profesor asturiano de la Universidad Central de Florida y cónsul honorario de España en Orlando y recuerda que por intercesión del músico se pusieron en contacto con la Fundación Cajastur y que después de cruzar apenas dos mensajes les enviaron doce gaitas que ya han llegado a Florida…
Ya tienen los instrumentos y los instructores y han empezado a difundir la idea entre los estudiantes, con la ayuda del centro de estudios hispanos del centro educativo. En conjunto, el proyecto ha despertado el interés de unas veinte personas, cuenta, a las que ahora queda familiarizar y enseñar a tocar, contando con la particularidad de una iniciativa que se separa de la mayor parte de las bandas de gaitas que se pueden encontrar por el mundo y que están formadas por “grupos de asturianos, de emigrantes o descendientes de emigrantes que se organizan en un centro asturiano”, destaca Vázquez. Pero “este es un experimento bien interesante porque los usuarios, las personas para las que estamos haciendo esto, son americanos de origen”, concluye, y esa es la razón que da sentido a su concepción de la banda como “un fenómeno de asimilación en el que nosotros les ofrecemos nuestros elementos culturales”.
No excluye la posibilidad de que al final “esto tome su propio movimiento” y el repertorio acabe teniendo más que ver “con la música americana, o con el pop, que con la música tradicional asturiana”, pero tampoco la rechaza. “Partiendo de una raíz común, ellos irán tomando su camino, y yo espero que esas raíces que estamos tratando de sembrar se conserven, pero al mismo tiempo tengo mucha curiosidad por ver a dónde van a llegar por sí mismos”. Haciendo una analogía sencilla, en “Nueva York te van a jurar que la pizza la inventaron ellos”, resalta. “La asimilaron, la hicieron suya y a mí me gustaría que pasara lo mismo con la gaita. No hay mucha semejanza entre una pizza americana y una italiana, pero es un sacrificio que hubo que hacer…”
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Esta semana, Vázquez y Guti han presentado el proyecto en el congreso virtual “Santina”, organizado por un grupo de académicos asturianos residentes en Estados Unidos, y mientras tanto la iniciativa sigue tomando forma. El promotor espera poder recibir a Guti en Florida para que “tenga un primer contacto con los estudiantes y oriente a los profesores que les van a instruir”, pero José Vázquez, que toca la gaita y se ofrece a sí mismo, ya se dice “impresionado por la velocidad con la que aprenden estos muchachos y la disciplina que tienen para hacerlo. Mis dos hijos tocan la trompeta en la banda del instituto y es increíble lo que son capaces de hacer”. Por eso es “muy optimista” y está “muy convencido de que vamos a tener unos buenos resultados” en su propósito de tener al menos “un núcleo pequeño de la banda funcionando” cuando el próximo año se conmemore el primer centenario de la fundación del Oviedo de Florida.
Aulin, el sueco que puso nombre a Oviedo
Hoy, Oviedo, Florida, es una localidad de 40.000 habitantes a media hora de Orlando que está a punto de celebrar su primer siglo de vida oficial como ciudad. Pese a lo que pueda decir su topónimo, no tiene mayoría de habitantes hispanos ni fue un emigrante asturiano quien exportó aquí el nombre de Oviedo. El “padre” era un sueco, Andrew Aulin, uno de los que vivieron aquí cuando el lugar empezó a crecer. Como era el dueño de la tienda donde se compraba casi todo, cuando se instituyó el sistema de códigos postales le confiaron la necesidad de elegir el topónimo. Resultó que Aulin, que hoy da nombre a una avenida de la localidad, había sido marino mercante, había pasado por Asturias y le había cogido cariño a Oviedo. El resto es el siglo casi exacto de historia de una ciudad que prepara para el próximo año el esplendor de la celebración del primer centenario de su fundación, fechada en 1925.
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