FC BARCELONA CONGO | República Democrática del Congo: corrupción, guerrillas y éxodo en el país que patrocinará al FC Barcelona
La ficha del Ministerio de Asuntos Exteriores sobre la República Democrática del Congo (RDC) incluye una larga nota en letras mayúsculas que comienza así: «Ante la inestabilidad de la situación en la RDC y en previsión de disturbios, debe evitarse todo viaje al país». A continuación se enumeran varias zonas de norte a sur del estado a las que se desaconseja especialmente acudir por «graves episodios de violencia», e incluso en algún caso se insta a «abandonar la zona en cuanto la situación lo permita» si algún español está por allí. Así se encuentra en estos momentos este país centroafricano, de 106 millones de habitantes y con capital en Kinshasa, con el que el Barça acaba de sellar un acuerdo millonario de patrocinio para lucir el emblema ‘RD Congo – Coeur de Afrique‘.
Los más veteranos recordarán que en África existía un país llamado Zaire y quizá les suene el nombre de Mobutu Sese Seko. Este dictador rebautizó la República Democrática del Congo durante su mandato, desde 1965 hasta 1997, y permitió la corrupción de Estado para evitar que sus rivales políticos desafiaran su control, conduciendo a un colapso económico en 1996 que provocó su caída y del que el país aún no se ha recuperado. En 2024, el índice internacional que mide la percepción de la corrupción situó a la RDC en 80 puntos, en una escala que oscila entre 0 y 100, con más corrupción cuanto mayor es el valor. En niveles de corrupción, este país ocupa el puesto 163 de un ranking de 180.
Otro reputado índice sobre corrupción, el de Transparencia Internacional, refleja una situación muy parecida, con una puntuación de 20 sobre 100, siendo en este caso menos transparente cuanto menor es el valor, y un ranking de 163 sobre 180. Además, Amnistía Internacional ha denunciado numerosos casos de presos políticos, como el dirigente sindical Pépé Nginamau Malaba, detenido e incomunicado desde enero pasado «únicamente por haber ejercido de forma pacífica su derecho a la libertad de expresión«, y de quien advierte que puede ser sometido a «tortura y otros malos tratos».
La lucha por los minerales
La lucha por el control de minerales, las hostilidades entre grupos étnicos y la presencia de guerrillas en todo el territorio definen un conflicto enquistado desde hace más de 30 años en la región oriental de la RDC. Una inestabilidad que salpica también a países vecinos, como Ruanda, a quien el gobierno central de RDC acusa de dar apoyo a las milicias rebeldes. Sin embargo, los más afectados por los enfrentamientos son los cerca de 7,3 millones de desplazados internos que desde hace años huyen de la violencia, según datos de la ONU.
A principios de este año, el grupo rebelde M23 tomó la estratégica ciudad de Goma, al noreste del país tras fuertes enfrentamientos con el Ejército congoleño, lo que supuso una rápida escalada del conflicto. El M23 es un grupo insurgente formado en 2012 que afirma defender los intereses de la minoría tutsi frente a las milicias de la mayoría hutu. El interés por Goma no es casual: ubicada en la frontera con Ruanda y a orillas del lago Kivu, es un punto clave para el comercio y el transporte. Su proximidad a las ciudades mineras la convierte en un importante eje en la provisión de metales y minerales de alta demanda, como el oro, el estaño y el coltán, esencial para la fabricación de teléfonos móviles.
Genocidio y violencia cíclica
Pero el ciclo de violencia en la República Democrática del Congo se remonta al Genocidio de Ruanda en los años 90, cuando alrededor de 800.000 personas de la minoría tutsi fueron asesinadas por extremistas hutus. Esto provocó una huida masiva, con millones de desplazados, incluidos los responsables del genocidio, que se reagruparon como guerrillas en campos de refugiados en la RDC. Las milicias tutsis también se unieron para combatir a los hutus extremistas en el este del país, mientras las tensiones entre congoleños y emigrantes ruandeses aumentaban.
A pesar de múltiples acuerdos de paz (el último, en julio de 2025), los combates y las divisiones étnicas han persistido hasta el día de hoy. Los esfuerzos por poner fin a la violencia han sido en vano, ya que existen más de 100 grupos armados activos en el país. Además, el conflicto ha sido agravado por la competencia por el control de los recursos minerales y la intervención de fuerzas extranjeras, al tiempo que el gobierno congoleño acusa a Ruanda de proporcionar armas, tropas y financiación a los rebeldes del M23.
Suscríbete para continuar leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí