Fortalecer la UE ante Trump

Trump sosteniendo la señal de la tarifa durante su discurso. / KENT NISHIMURA / POOL / EFE
La Administración norteamericana del presidente Donald Trump maltrata a su principal aliado, la Unión Europea (UE), con la imposición de un arancel general del 20% a sus exportaciones a Estados Unidos y otro especial del 25% a sus automóviles, acero y aluminio. Además, Trump exige simultáneamente a sus aliados europeos un enorme aumento del gasto militar para situarlo en el 5% del producto interior bruto (PIB), muy superior al 3,4% que gasta EEUU en defensa, y siembra divisiones en el seno de la OTAN al fijar aranceles generales mucho más bajos al Reino Unido (10%), a Turquía (10%) y a Noruega (15%).
La tentación de adoptar de inmediato medidas de represalia es muy intensa en la UE, pero los Veintisiete deben mantener la cabeza fría para evitar el riesgo de una escalada incontrolable en la guerra comercial con consecuencias económicas y políticas desestabilizadoras a nivel europeo y mundial. Trump ya ha indicado que está dispuesto a subir los aranceles hasta el 200% si hay medidas de retorsión europeas.
La UE debe concentrarse primero en aprovechar sus fortalezas, que son muchas, en proteger el empleo y su tejido económico y en ser consciente también de sus limitaciones y debilidades para no embarcarse en estrategias irrealistas. La Organización Mundial de Comercio (OMC) está inoperativa desde diciembre de 2019, cuando EEUU bloqueó el nombramiento de los miembros del órgano de apelación sobre conflictos comerciales, y el expresidente Joe Biden dejó el tema sin resolver.
Los aranceles de Trump afectarán a 383.000 millones de euros de las exportaciones anuales de la UE a EEUU, estima la Comisión Europea, con un impacto que variará en función de los países. Pero esa cifra de 383.000 millones sólo supone el 15% de las exportaciones europeas fuera de la UE y sólo representa el 5,7% de todas las exportaciones que realizan los Veintisiete, ya que la gran mayoría de sus exportaciones nacionales está destinada a otros países de la UE.
Medidas a nivel nacional y europeo
La prioridad inmediata debe ser adoptar medidas a nivel nacional y europeo para amortiguar el impacto en el sistema productivo y en el empleo por la pérdida potencial de exportaciones que puedan causar los aranceles norteamericanos. Esto es lo que ya ha hecho el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, que movilizará 14.100 millones para ayudar a los sectores afectados y facilitar la continuidad de las empresas y los puestos de trabajo.
La UE debe priorizar preservar su unidad ante Trump, mantener al máximo su actividad económica y su capacidad industrial y evitar más deslocalizaciones y cierres de industrias, en especial en la actual coyuntura de débil crecimiento europeo. Para ello, la UE debe relajar más si es necesario sus reglas presupuestarias, debe reconducir los conflictos comerciales existentes con China hacia una cooperación mutuamente beneficiosa y debe coordinarse con otros estados para reforzar su red comercial y la influencia político-económica europea global. Así amortiguará el impacto de la guerra comercial mundial desatada por Trump. La UE también debe reducir su dependencia del mercado norteamericano, primer destino mundial de sus exportaciones. El presidente francés, Emmanuel Macron, propone paralizar las inversiones europeas en EEUU hasta que Washington no cambie la actitud.
Precios de la energía
Los aranceles de Trump hacen aún más imperiosa la reforma a fondo del sistema de precios de la energía en la UE para ganar competitividad, ya que los precios de la electricidad y el gas que pagan las empresas y los ciudadanos en la UE son el triple que en Estados Unidos y China, como destaca el informe sobre las deficiencias de la UE del expresidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi. Hasta ahora, la Comisión Europea se ha limitado a retoques cosméticos.
La negociación con Washington que quiere impulsar la Comisión Europea tiene un futuro incierto, porque no está claro qué quiere Trump a cambio de suavizar sus aranceles y porque la actual Administración norteamericana es ideológicamente antieuropea. La adopción de represalias comerciales por parte de la UE tendrá un impacto costoso para las empresas y los ciudadanos europeos, reconoce el think tank bruselense Bruegel. Las represalias europeas deberían centrarse en los servicios, donde Estados Unidos acumula un importante superávit, y la eventual aplicación de aranceles de retorsión a EEUU debería limitarse a productos, piezas y componentes que la UE no necesite y que no pongan en riesgo sus cadenas de suministros.
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