Es la excepción, pero quiere dejar de serlo. Amparo Tortosa-Garrigóslleva años dedicada a las relaciones internacionales. Como especialista en seguridad, terrorismo y política internacional, ha trabajado en misiones de democratización y observación electoral para organismos internacionales en una larga lista de países con riesgo de conflicto. Es Premio Nacional de Defensa 2009 y medalla de la UE en Irak.
Desde el inicio de su carrera, ha trabajado en puestos de decisión, liderando la elaboración e implementación de planes de seguridad y contingencia sobre el terreno en países como República Centroafricana o Irak. Sin embargo, asegura que mientras que ha desarrollado estas funciones con normalidad dentro del marco de Naciones Unidas, donde la presencia femenina está más asumida en este ámbito, en la Unión Europea la situación es diferente: «La continuidad de mujeres en estos espacios sigue siendo limitada», denuncia.
Por todo ello, este 8 de marzo ha enviado un escrito a la comisaria europea de Igualdad y Gestión de Crisis, Hada Lahbib, con una petición: que en los procesos de reclutamiento se tenga en cuenta el equilibrio de génreo.
P. ¿Hay muchas mujeres que trabajan en lo suyo?
Fui la primera mujer en coordinar operativos de seguridad, es decir, en elaborar e implementar planes de seguridad sobre el terreno con Naciones Unidas. Asumí este cargo con total normalidad. Lo hice a una edad muy temprana para el nivel de especialización y responsabilidad que requería. Desde hace un largo tiempo, la ONU tiene muy integrado que hay que fomentar la presencia y la participación de las mujeres en estos ámbitos. Sin embargo, en las misiones de la Unión Europea en las que participo, esto no existe. Es más: hay una ausencia total de cualquier referencia al género en los procesos de reclutamiento, de tal manera que nos encontramos que, aun hoy, hay misiones en las que los equipos están formados únicamente por hombres.
Tortosa-Garrigos Amparo se reunió con altos oficiales militares y de policía de Sierra Leona. / Cedida
No conozco a más mujeres en este puesto. Apenas están empezando a incluirse mujeres en niveles inferiores, pero seguimos siendo la excepción.
P. ¿Es una excusa?
Lo que hace falta es tener una mayor voluntad por incluirnos. Hay una especie de actitud paternalista. Piensan que esto puede ser muy arriesgado al ser un trabajo de muchísimo nivel de responsabilidad. Debes ocuparte de todas las unidades de una misión desplegada por todo un país en alto riesgo de conflicto. Hay una lógica preocupación de que quien esté ocupando ese puesto esté bien preparado porque estás jugando con la vida de las personas.
Pero lo cierto es que, hoy en día, somos muchas las mujeres que estamos formadas y sobreformadas. Y con experiencia.
P. ¿Por eso envió la carta?
Es un día (el 8 de marzo) simbólico. Con el escrito a la comisaria de Igualdad y Gestión de Crisis pido que se introduzca la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas 1325 (sobre mujeres, paz y seguridad) en los procesos de reclutamiento para las misiones específicas de la Unión Europea en las que participo, las de observación electoral. A estas alturas de la historia, no existe tal mención para fomentar la inclusión de mujeres en este sector y en cualquier nivel de responsabilidad.
No se puede seguir poniendo como excusa que no hay mujeres en lo mío o que no se encuentran. Lo que hace falta es voluntad para incluirnos.
Se tiende a utilizar las cuotas de una forma que las mujeres acaban en los niveles bajos. Debe haber una distribución equitativa, también en puestos con niveles de responsabilidad al más altos.
P. Que ocurra todo esto, ¿tiene que ver con que sean hombres los que eligen a las personas que van a ocupar esos cargos?
Claro. He visto procesos de reclutamiento en los que la única mujer que había en el equipo falló a última hora. A la hora de buscar a alguien para ese mismo puesto, se ha propuesto a un hombre. Porque se proponen unos a otros. Ni siquiera son conscientes de esa falta de equilibrio en la composición de los equipos cuando no hay ni una sola mujer, que es descarado. Esto no es representativo del nivel de preparación que las mujeres hemos alcanzado en este campo.
P. En la carta también dice que no son ellos mucho mejores.
Me he llegado a encontrar con colegas que ya no es que no sean mejores que yo, es que dejaban mucho que desear. Me he llegado a encontrar con un miedica.
P. ¿Qué ocurrió?
Mi superior, que era jefe de seguridad en una misión, se vio metido en medio de unas revueltas violentas que hubo en un país. Me pidió desesperadamente y a gritos que lo sacara de allí porque lo iban a matar. Y no eran más que revueltas de protestas. Ves a hombres que lo tienen demasiado fácil para lo que son sus cualidades, mientras que a nosotras, incluso siendo mejores, se nos exige mucho más.
La experta con colegas del U2 del contingente multinacional en la República Central de África, con quien preparó el plan de seguridad integral de la misión. / CEDIDA
También es cierto que hay varones que están tremendamente formados y que son muy buenos haciendo su trabajo. Siempre que he podid, he pedido trabajar con ellos porque busco aprender de lo que hacen. Es obvio que nos preceden generaciones de varones que llevan más tiempo trabajando de esto y de los que podemos aprender.
P. Pero sí que sigue habiendo pocas mujeres que se dediquen a esto en Europa. ¿Qué debe pasar para atraer a más?
La Unión Europea externaliza mucho más el servicio de sus misiones que la ONU. Condicionaría que ciertas entidades pudieran participar en las licitaciones o en los procesos abiertos de la Unión en este campo si, como mínimo, incluyen la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas 1325, que insta a que se fomente la presencia y particpación de mujeres en todos los niveles y tomas de decisiones.
Por otro lado, también debe hacerse un mayor fomento de la formación. Es un gran vehículo para que las mujeres saltemos a otros puestos de trabajo. Si se hicieran de forma periódica, incluyendo este principio, funcionarían como una plataforma de integración de las mujeres al trabajo y responsabilidad en estas misiones.
Fui la primera mujer seleccionada en un curso de misiones exploratorias de la Unión Europea en observación electoral y aquello se celebró como si fuera un hito, cuando lo que se tenía que haber hecho es lamentar que fuese la excepción. Cuando se cerró la puerta del curso, un colega me miró sorprendido: ‘¿Tú también participas?’. Le respondí: ‘Claro, como tú. He hecho esto, esto y esto’. Se quedó callado.
P. Le extrañaba verla ahí.
A alguno le pareció raro ver a una mujer por primera vez en 30 años. Lo que no puede ser es que nuestra presencia y participación siga siendo marginal.
Aun así, recientemente he sido admitida en el programa de la Agencia Humanitaria de Naciones Unidas (OCHA), un proceso al que llevábamos años presentándonos cientos de personas. Este año, he conseguido una de las 24 plazas a las que aspirábamos 400. Mi candidatura fue propuesta a través de un roster, una bolsa de expertos patrocinada por Canadá dentro de un partenariado con OCHA, que garantiza la paridad de género: el 50% de los seleccionados son hombres y, el otro 50%, mujeres. Es el modelo más avanzado que he encontrado hasta ahora en este campo.
Gracias a esta iniciativa, podré formarme en coordinación de operaciones humanitarias sin limitaciones y, posteriormente, optar a un puesto de gestión en este ámbito. Este enfoque canadiense demuestra que la igualdad en estos sectores no solo es posible, sino necesaria. Pero estas medidas no deberían ser anecdóticas; las mujeres en puestos de gestión de la seguridad y en roles de liderazgo en este sector no podemos continuar siendo una rareza.
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