He pasado de correr con miedo a ilusionarme con ganar
«Este título es de demasiada gente, así que somos un montón los que tenemos que celebrar esta conquista, empezando, por supuesto, por mi abuelo, que lo habrá visto todo desde allá arriba, por la abuela Julia, que ha venido con su bandera española, a mis padres, Ángel y Susana, mi hermano Javier, mi novia Maria, mi equipo Prima Pramac y, sí, también, claro que sí, a Ducati, que se ha comportado tan y tan limpiamente, que nos ha dejado correr a ‘Pecco’ y a mí tanto como hemos querido y podido. Y, sí, a Bagnaia, que sabía que sería un señor y así me lo dijo, en Valencia, ¡Dios, Valencia!, cuando ganó el título el año pasado y dijo que se alegraría si yo lo ganaba este año. Y ha cumplido, como sabía que ocurriría».
Jorge Martín, de 26 años, no solo es el quinto campeón español de la máxima categoría (Alex Crivillé, Jorge Lorenzo, Marc Márquez, Joan Mir y él, claro) sino que ha logrado algo que no se conseguía desde 2001, es decir, ser campeón del mundo de MotoGP formando parte de un equipo ‘satélite’, privado. Antes lo consiguió, vaya, el italiano Valentino Rossi, con Nastro Azurro y la Honda NSR500cc.
“Ha sido un campeonato muy duro, con muchos altibajos, una auténtica montaña rusa de sensaciones, subidas y bajadas, pero siempre me he sentido muy apoyado por todos los míos, desde la familia hasta los medios de comunicación, siempre”, comentó al bajarse del podio de Montmeló. “No he tenido un camino fácil, nunca, ni yo ni los míos, pero nadie dijo que los sueños, los auténticos sueños, los grandes, bueno, el único que tenía, iba a ser fácil”.
«No he tenido un camino fácil, nunca, ni yo ni los míos, pero nadie dijo que los sueños, los auténticos sueños, los grandes, bueno, el único que tenía, iba a ser fácil»
Martín ha asegurado que el mayor salto del pasado año, “cuando no estaba preparado para ganar el título”, ha sido el trabajo con su psicólogo Xero Gasol. “He pasado de correr con miedo, pero no con miedo a hacerme daño, con miedo a no poder ganar, a correr con la ilusión de ganar. Y ese cambio, a lo largo de todo un año, a lo largo de 20 fines de semana y 40 carreras, se nota mucho”. Y, en ese sentido, ha contado que ese mentalización ha sido la que, a media carrera, le ha servido para limpiar su mente cuando ha empezado a ver, en las grandes pantallas del circuito, a sus padres emocionados en el ‘boxe’ del Prima Pramac.
“Los veía sufrir y he pensado, vamos, vamos, que aún no está hecho. Cuando faltaban siete vueltas, ha sido la primera vez que he mirado las pantallas y me he tranquilizado porque, aunque tenía a ‘Pecco’ y Marc delante de mí, lejos, he visto que Aleix (Espargaró), me protegía las espaldas, tenía a mi mejor amigo protegiéndome y no podíamos fallar”.
»Martinator’ reconoció que, al ver a Ángel y Susana, sus padres, ha empezado a darle vueltas a los macarrones que su madre le preparaba para llevárselos a karting y las miles de horas extras que tuvo que hacer su padre para que él pudiese tener los medios para correr. “Y todo eso ha terminado provocándome una lluvia de lágrimas en el casco, en la última vuelta, sí, y, sobre todo, cuando he cruzado la meta. Ha sido un shock”.
«Faltando siete vueltas, he visto en una pantalla del circuito a mis padres en el ‘boxe’ sufriendo. He pensado que estaba protegido por Aleix, detrás Y también en los macarrones que me hacía mi madre cuando iba a correr al karting y en las miles de horas extras de mi padre para que saliésemos adelante todos»
El nuevo campeón del mundo, que el martes debutará pilotando, en el primer test de 2025, la futura Aprilia (“aún no sé si me llevaré el nº 1 a mi nuevo equipo, aunque sí me llevo dos estrellas, sobre todo la gorda”), volvió a agradecer tanto a Ducati como a Bagnaia su inmaculado comportamiento. “No he podido cerrar el círculo con mi marca, pues han escogido a Marc (Márquez) como compañero, en 2025, de ‘Pecco’, pero ha sido un viaje maravilloso el que hemos vivido juntos”.
Estuvo a punto, a punto, de decir eso de “ya puedo morirme tranquilo”, pero sí reconoció que, a partir de ahora, la vida será diferente. “He aprendido a vivir el presente, me he pasado la semana escuchando consejos, buenos consejos, consejos muy bien intencionados, pero he vivido con demasiado ruido alrededor, pero también he sabido aislarme”.
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Y, al final, su frase favorita, la de la celebración del gran título ha sido «¡hasta la vista, baby!«.
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