La Arcadia feliz (e insensible)
Señor Aburto, excelentísimo Alcalde de la muy noble villa de bilbaoNo debía ser plenamente consciente de la barbarie que dijo al inaugurar las grandes fiestas (Aste Nagusia) de su ciudad el 15 de agosto, cuando se refirió despectivamente a «aquellos … hombres del sur del estado a los que tachó de bárbaros e irrespetuosos con las fuerzas de seguridad (aún estaban frescos los tristes incidentes de Torre Pacheco y Jumilla), para diferenciarlos de «los suyos», a los que no quería ver maltratando a los Ertzaintza y la policía local. Lo que no calibraba bien el alcalde era el lógico escándalo que producirían tan lamentablemente las manifestaciones xenófobo y cínico.
Y es que, en efecto, de un plumazo (por no decir con un solo grito) el desprevenido concejal, además de excluir de su preocupación a los demás cuerpos de seguridad del Estado, que también actúan en su ciudad (Guardia Civil y Policía Nacional), denigra y menosprecia a esa multitud de «hombres del sur» (entre los que me cuento) que pululan en ese «Estado», que algunos llamamos España, y que, ¡oh paradoja!, tanto y tanto bien le viene a él y a sus conciudadanos, por vivir protegidos en un régimen fiscal del siglo XIX (el Concierto Económico o Cuota Vasca) que viene de finales del siglo XIX y que, en dos palabras, significa (mientras esté vigente) que las provincias vascas y Navarra no contribuir a las arcas del estado en la misma medida que el resto de Comunidades Autónomas del sur, este y oeste de España.
A Juan Mari (a estos chavales del PNV les gusta el diminutivo en el nombre como una seña más de su imposible especificidad) no parece importarles, sin embargo, que su partido siga concediendo (competencia obtenida a cambio del apoyo parlamentario que cobran cada día al Gobierno central en las Cortes), tercer grado a ex terroristas con delitos de sangre, que les permite salir de las prisiones vascas sin cumplir toda su condena y sin siquiera haberse arrepentido de sus crímenes. Pero, por supuesto, hay que pensar que las víctimas de estos asesinos fueron casi exclusivamente los felices «hombres del sur», aquellos que, durante un tiempo, nacionalistas machistas y autistas como Aburto, O no deberían haber estado allí, en su Euskadi sagrada, o «algo harían».
Así es como, en los años oscuros en que ETA Asesinado a cientos de servidores del Estado y víctimas inocentes que pasaban por allí, una parte considerable de la sociedad vasca, a la que pertenece Juan Mari, disimuló su falta de dignidad al no oponerse y extirpar de su seno a esa gentuza. asesinaque algunos incluso llamaban «gudaris».
Es curioso que Juan Mari, tan preocupado porque sus conciudadanos no asuman propios comportamientos bárbaros de esos sureños que los rodean, tampoco tienen nada que decir, ni un bando municipal que adoptar, para cerrar las txoznas (casetas) que diversas organizaciones etarras instalan cada año (incluido el pasado mes de agosto) en la feria de su ciudad con fotos y camisetas pidiendo la liberación inmediata de los etarras más sanguinarios que siguen, y por poco tiempo, en prisión. Semejantes homenajes a asesinos, señor alcalde, en esas tierras del sur que usted tanto desprecia no se dan, incluso son no imaginablequizás porque son sociedades menos endogámicas.
Ya sabemos que en esa arcadia supuestamente feliz en la que vive el señor Aburto y los suyos, algunos sacuden la árbol y otros recogen el nuecessegún la desafortunada frase de un ex jesuita que acabó siendo uno de sus carismáticos políticos. La cuestión es que los «niños» que siguen moviendo el trompa (es cierto que ahora sin cometer ataques e incluso dar su apoyo parlamentario a Pedro Sánchez en infame connivencia), también quieren mantener sus «frutos» y ahí duele a los prosélitos de aquel gran visionario que fue Sabino Arana, tan acostumbrados como están a ocupar Ajuria Enea como si fuera su propio caserío.
Que el alcalde y sus compañeros pidan sus deseos PNV para que no se den pronto las condiciones de que un gobierno español en Madrid no necesite el apoyo del parlamento vasco o porque, por lo demás, no decida algún día la Comisión Europea reexaminar la compatibilidad del Concierto Vasco con las normas de competencia de la UE, como lo hizo en una decisión de 1999 que declaró que ayuda fiscal concedidas por la Diputación Foral de Álava a las empresas Ramondín y Ramondín Cápsulas SA (para que trasladaran su actividad desde la limítrofe Rioja al polígono industrial de Júndiz en Álava) fueron ayudas estatales incompatible con el mercado común.
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