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la decisión que pone en jaque la defensa de EEUU

la decisión que pone en jaque la defensa de EEUU
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  • Publishednoviembre 3, 2025




Mientras el parqué de Nueva York parece darle la espalda al conflicto, la huelga en las instalaciones de defensa de Boeing en St. Louis, Estados Unidos, comienza a escalar en otros frentes. Los analistas de Wall Street han mostrado poco interés por el conflicto laboral, conscientes de que los ingresos de la división de defensa no son el verdadero motor financiero del gigante aeroespacial, que depende fundamentalmente de su aviación comercial para mantener la confianza de los inversores. Esta percepción en los mercados contrasta con la feroz competencia en el sector, donde otros programas armamentísticos clave para el Pentágono siguen recibiendo un fuerte apoyo, como demuestra la inversión millonaria en los cazas F-35 de su principal competidor.

Sin embargo, en Washington la situación se percibe de manera muy diferente. La creciente tensión ha provocado la intervención de la clase política, donde una grupo bipartidista de 17 congresistas ha decidido tomar cartas en el asunto. Estos miembros del Congreso han instado públicamente a la empresa a volver a la mesa de negociaciones para llegar a lo que consideran un acuerdo justo con sus trabajadores, añadiendo una nueva capa de presión sobre la dirección. La preocupación de los legisladores se basa en el papel crítico de estas instalaciones para la defensa nacional, ya que cualquier retraso en la producción podría afectar las capacidades de ramas militares como la Armada, cuyo jefe ha prometido reforzar sus fuerzas en los próximos años.

En este contexto, la dirección de Boeing se esfuerza por proyectar una imagen de normalidad. La empresa lo ha calificado de “inmaterial” El efecto financiero de las huelgas. durante el tercer trimestre y asegura que su plan de contingencia está funcionando, manteniendo un ritmo de producción estable en proyectos clave como la munición JDAM. Pese a ello, la compañía se enfrenta a otras dificultades, como una nueva pérdida de 149 millones de dólares en su problemático programa de aviones cisterna KC-46. Estas dificultades en el programa KC-46 son especialmente sensibles dado que el Pentágono cree que, ante posibles conflictos futuros, Estados Unidos necesita más bombarderos y, por extensión, una flota de petroleros plenamente operativa para apoyarlos.

Un conflicto enquistado entre la empresa y los trabajadores

Por su parte, el sindicato de maquinistas (IAM) ofrece una visión radicalmente opuesta de la eficacia de las medidas de la empresa. Los representantes de los trabajadores sostienen que el plan de contingencia de Boeing está «fallando» y, según Breaking Defense, han elevado el tono del conflicto en el ámbito legal al presentar una segunda denuncia por prácticas laborales desleales contra la corporación.

De hecho, la dirección de Boeing parece prepararse para un pulso de desgaste y ha respondido con una maniobra contundente: contratar reemplazos permanentes para los huelguistas, además de recurrir a personal de terceras empresas. Esta decisión muestra la escalada de un conflicto que mantiene en huelga a cerca de 3.200 empleados desde el pasado 4 de agosto y cuyo fin no parece estar ni cerca.



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