La dobledosis volátil de la hernia gitana
No hay como prestar oídos a lo que se dice por ahí para alegrar el cuerpo por la mañana. Tal es el origen del nombre de esta sección: lo que hay que oír. Prestad oídos y oiréis: presté oídos y oí. Por ejemplo: «No comentaron nada porque creo que murió de dobledosis» (en vez de «sobredosis», aclaro). Presté oídos y oí, por ejemplo: «Los conozco: toda la familia es de hernia gitana» (en vez de «etnia», vuelvo a aclarar)… a no ser que un servidor haya perdido el oremus con la evolución de la medicina.
[–>[–>[–>—
[–> [–>[–>Sin embargo, por mucha atención que se preste, resulta casi imposible desvelar qué demonios quiere decir quien titula de este retorcido y laberíntico modo: «La Generalitat envía a la jueza de la dana datos que negó a las Cortes que tuviera». Pues así informó (vamos a llamarlo «informó») «El País», aquel que fuera templo del buen decir periodístico, ay.
[–>[–>[–>
—
[–>[–>[–>A todos mis convecinos del barrio de La Arena a quienes encuesté, el sustantivo «Morata» (lugar repleto de zarzamoras, lugar amurallado, lugar de moros, es decir, de norteafricanos) les suena muy mucho a un futbolista grande y célebre (hoy en las filas del Como italiano). Gol de Morata, penalti a Morata, charla con Morata… Les sonaba muy poco a una localidad del sudeste madrileño, Morata de Tajuña. Por eso y por tantísimas cosas siempre, convendría haber matizado, digo yo, el siguiente titular: «El asesino de los tres hermanos de Morata aduce afección mental», redactándolo de tal modo que saltase a la vista su relación con la población morateña y no con el goleador. Nada: tira, que libras. (¿Y por qué no «enfermedad mental»? Qué manía de ir de presuntos cultos).
[–>[–>[–>
—
[–>[–>
[–>Me adormezco ante un documental de viajes con mochila por el mundo culinario de las grandes maravillas paisajísticas monumentales en tren catavinos (o como demonios fuera el título de ese más de lo mismo que nos colocan) cuando me sobresalta risueño un ejercicio de sociología laboral y horaria a cargo de un surfista peruano, en una playa de Lima. Como, al parecer, cabalga las olas a diario y durante casi toda la mañana, ha ido acumulando sabiduría surfeante: «Si alguien surfea a las 6, es un ejecutivo. Si lo hace a las 8, es un CEO. A las 10, es el dueño de la empresa. A las 12, el hijo del dueño. Y si lo ves a la 1, un vago».
[–>[–>[–>
—
[–>[–>[–>Leo «Txalaparta», novela sobre el terrorismo, tema que tanto me absorbe: bien tramada, demasiado alargada (es mi gusto). No encuentro la razón para cantar maravillísimas de la película «Sirat»: está bien, incluso aburre a veces, y basta (sigue siendo mi gusto). Me dejo mecer por la dulcísima y amarga peli «Una quinta portuguesa»: todo miel, todo fluye, con esos planos largos de treinta segundos y más. Me dejo entretener por el vértigo de «El Centro», con esos planos cortos, de videojuego, de tres segundos o menos.
[–>[–>[–>
—
[–>[–>[–>
«Leire Díaz se ha reunido dos veces con la defensa de Santos Cerdán desde que ingresó en prisión». Y mi ingenuidad gramatical se pregunta: ¿la defensa de Santos Cerdán está ingresada en prisión? ¿Es Leire Díaz quien se come talego? ¿Quién ingresa? ¿Quién se reúne? ¿En que pésima escuela habrán aprendido su idioma algunos sedicentes profesionales?
[–>[–>[–>
—
[–>[–>[–>
La enfermera Ana Carpintero, de la Corriente Sindical de Izquierda, declaró en una reciente mesa sobre la sanidad pública (a la que defiende y defiendo, solo faltaba): «No vale criticar la privatización de la sanidad en Madrid y hacer aquí lo mismo». Comparto lo que quiso criticar y lo que quiso decir: pero, caramba, que lo hubiese dicho, incluso que lo hubiese dicho bien. Pues tal y como está (mal) expresado, Carpintero critica que se critique la privatización de la sanidad en Madrid y, a la vez, que se critique en Asturias. Ay, qué penurias más inútiles…
[–>[–>[–>
Suscríbete para seguir leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí