La IA mete a Catalunya en la carrera de los centros de datos
Podría parecer, por lo mucho que se habla últimamente de ellos, que los centros de datos son otro de los inventos que trae consigo la recién acelerada revolución digital. Nada más lejos de la realidad. De hecho, es precisamente su histórico lo que explica que, pese al elevado peso que ciencia y tecnología tienen en la economía catalana, estas infraestructuras no hayan gozado del protagonismo (bueno o malo) que han tenido en otras partes de España. Hasta ahora.
La capacidad operativa de este sector se ha prácticamente duplicado el último año, el número de terrenos que eventualmente se dedicarán a ello ha crecido casi un 200% y, si las previsiones están en lo cierto, esto no ha hecho más que empezar.
En concreto, según un informe de Cushman & Wakefield sobre el sector en Barcelona –donde se concentran la inmensa mayoría de estas infraestructuras en Catalunya–, los centros de datos de esta región suman 64 megavatios de potencia. Sin embargo, hay un total de 22 megavatios en construcción, 46 megavatios planeados y 110 megavatios en lo que apodan ‘early-stage’, suelo llamado a convertirse en centro de datos, pero que aún no tiene todos los permisos para hacerlo. Es decir, que se podría llegar fácilmente a los 230 megavatios de potencia, el triple que ahora.
La asociación española de centros de datos Spain DC también prevé, siempre que haya una regulación favorable, un salto del 200% de cara a 2027, hasta superar los 200 megavatios.
¿Qué ha cambiado, para que se acelere tanto la cosa? La inteligencia artificial (IA), una decisión política y la obsesión europea por cortar lazos de dependencia con Estados Unidos y China.
¿Como empezó el negocio de los centros de datos a España y por qué se fue a Madrid?
“España, como cualquier otro país de Europa, estuvo mucho tiempo dominada por las ‘telecos’”, empieza por contextualizar Andrew Fray, socio internacional de Cushman & Wakefield y jefe del negocio de centros de datos en Europa, Oriente Medio y África. Lo apunta, este experto, porque fueron estas compañías las que comenzaron a operar con centros de datos a finales de los 90, entonces completamente volcadas en el tráfico de llamadas. Cuando irrumpió internet, y la clave fue estar cerca de los puntos de intercambio, Frankfurt, Londres, Ámsterdam, París y Dublín se convirtieron en el destino más cotizado para los operadores de centros de datos.
Luego, las operadoras estadounidenses Digital Realty y Equinix se decantaron por la Península Ibérica, pero, claro, se dirigieron a Madrid, donde la infraestructura de la nube estaba más desarrollada. En cualquier caso, suma Fray, lo que acabó de sentenciar a Barcelona fue que cuando Digital Realty buscó un punto de conexión con África, lo encontró en Marsella (Francia), no en la capital catalana. “Así que Madrid fue creciendo y Barcelona se quedó atrás”.
Los 64 megavatios operativos en Barcelona, son cerca de 110 MV en Zaragoza y 200 MV, en Madrid
Los datos lo confirman. Esos 64 megavatios operativos en Barcelona, son cerca de 200 MV en Madrid, pero también 110 MV en Zaragoza (de nuevo, según Cushman), algo que atribuyen, tanto el presidente del Cercle Tecnològic de Catalunya, Joan Ramon Barrera, como el catedrático del departamento de ingeniería informática y matemáticas de la Universitat Rovira i Virgili (URV), Pedro García, con la mayor disponibilidad de suelo, con el apoyo político al tema y con el más fácil acceso a la energía. Especialmente, a las renovables.
El papel de la inteligencia artificial
“La gran noticia, y el porqué todo esto ha cambiado ahora, es la inteligencia artificial”, aporta Fray, de Cushman. “La IA reclama que tengas la computación cerca de donde se tiene el negocio, por eso las grandes inversiones para crear gigafactorías en Europa”, explica Barrera, del Cercle Tecnològic.
Es esta tecnología la que está haciendo (y hará) que los centros de datos que se instalan en Barcelona sean de menor tamaño, y más urbanos que industriales. De hecho, no hay ningún centro de hiperescala en Catalunya, que son las construcciones masivas. Es en parte por eso que, por mucho que Catalunya avance, más lo hacen Madrid y Zaragoza.
“Ahora mismo no estamos en competición con el resto [de comunidades]Y dudo que terminemos siendo una referencia en los centros de datos en España, pero veo más valioso tener un ecosistema digital y trabajos de alto valor, que el hierro mismo «, dice García, de la URV.
Oposición ecologista
Es también esto, lo que ha hecho que la oposición ecologista sea mucho menor aquí. El gran contrapunto de los centros de datos (necesarios –conceden las tres fuentes consultadas– para que funcionen los servicios digitales, la investigación médica o que las ‘startups’ puedan existir) es su consumo de agua y energía. La última proyección de la Agencia Internacional de la Energía (IEA) es que la demanda energética de los centros de datos a nivel global ascenderá hasta los 945 teravatios/hora. A modo de referencia, eso es casi 5.000 veces la energía que consume un país como España.
La IEA proyecta que la demanda energética mundial de los centros de datos suba hasta los 945 teravatios/hora, 5.000 veces la energía que consume España
De ahí que el Govern haya puesto como condición central para que un proyecto de centro de datos sea considerado estratégico en la comunidad, que tenga en cuenta el impacto medioambiental en el territorio. También que incremente la ocupación de calidad a largo plazo o que suponga un impacto sobre la economía local de siete veces lo que se invierta.
El rol político
Éste es el otro elemento que justifica el previsible despunte del sector en Catalunya. La Generalitat ha aprobado un plan estratégico de actuaciones que, en resumidas cuentas, simplifica la burocracia en torno al sector para atraer proyectos más significativos.
«Cuando hablamos de como se afronta el debate de la ciberseguridad, de como protegemos los datos de nuestros ciudadanos y empresas o sobre la eclosión de la IA, tenemos que decidir donde queremos que se juegue este partido», defiende Albert Dalmau, conseller de Presidència. «Y si queremos que se juegue en el marco de la Unión Europea, Catalunya debe jugar un rol esencial», remacha.
«Estamos teniendo muchas interacciones que vienen de potenciales inversores y para centros de diferentes dimensiones»
El secretari de Telecomunicacions i Transformació Digital de la Generalitat, Albert Tort, lo ve como «poner sobre la mesa la necesidad de apostar y fomentar las inversiones en centros de datos», una infraestructura esencial que hay que «velar». Según él, solo el anuncio del acuerdo hizo que afloraran muchos proyectos que se estaban gestando en privado, y, desde entonces, han recibido «muchísimo» interés. «Estamos teniendo muchas interacciones que vienen de potenciales inversores y para centros de diferentes dimensiones», asegura Tort, que divisa alguna gran inversión en el horizonte.
“Mi visión es que pasarán cosas en los próximos 12-24 meses que seguramente no han pasado en los últimos 36, ni pasarán en los próximos cinco años”, se moja el presidente del Cercle Tecnològic.
Posibles riesgos
¿Cuáles son los riesgos? “La disponibilidad y el precio del suelo, la disponibilidad de potencia y el tiempo que se requiere para transmitir esa potencia a los sitios: todos [los actores involucrados en el negocio de la energía] Están tratando de adaptarse para garantizar que la red eléctrica pueda soportar estos desarrollos, y también para integrar fuentes de energía renovable y que haya continuidad en el suministro «, dice Fray.
También Barrera se decanta por la inestabilidad energética. “Un apagón como el de hace un mes es un riesgo, porque la imagen que se genera como país es dudosa, no tanto por el centro en sí, que suele tener baterías y es resiliente, sino porque la industria que tiene que explotar eso se quede sin poder operar”.
“Dependerá de lo que pase con las nucleares, porque si cierran, no habrá energía suficiente para los centros de datos”, remata, en la misma línea, el profesor García, que aprovecha para aconsejar no desviarse de lo que es importante. “El único impacto local [positivo] Para establecer un tocho de cemento, con muchas computadoras que consumen mucha energía y agua, es el momento de la construcción, concluye. Esta industria es muy buena porque deja mucho dinero al principio, pero entonces, es solo hierro, no contribuye mucho más a pagar impuestos.La gracia es que se crea un ecosistema digital. »
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