La lenta cocción del contribuyente español y las falsas cotizaciones: ¿cuándo saltará el sapo? – Domingo Soriano
En 2025 el nuevo «cuota solidaria«, ese impuesto extra aprobado en la última reforma fiscal diseñada por José Luis Escrivá (no «reforma de pensiones», esta última no ha existido). Es un porcentaje aparentemente pequeño: para el salario que supera la base máxima, representa entre el 0,92 % y 1,17% del salario, repartidos entre empresa y trabajador. Estas cifras aumentarán hasta el 5,5% y el 7% en 2045 (.aquí más detalles sobre eso; y aquí el BOEcon la tabla que nos informa cómo aumentarán).
En 2025, el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI)otro nuevo impuesto (tampoco es contribución, porque no da derecho a nada) también incluido en la reforma fiscal de Escrivá y que se aplica a todos los salarios (altos y bajos). Empezó en el 0,6% del salario, ya está en el 0,8% y llegará al 1,2% en 2029. Dicen que se mantendrá ahí a partir de 2030; algo sobre lo que es razonable ser escéptico si se analizan las cifras del sistema.
En 2025, la pensión máxima aumentará un 2,9%, mientras que la base máxima de cotización aumentará un 4%. Es decir, buena parte del extra que cobran por salarios altos en forma de aumento de cotizaciones no generará derechos en el futuro. Por tanto, la diferencia de 1,1 puntos no es una aportación, sino el tercer impuesto de esta reforma fiscal (En este artículo, los detalles de ese homenaje oculto que nunca nos explican a cuánto asciende).
el sapo
No creemos que haya muchos seguidores de Javier Milei en este Gobierno. Pero, en lo que respecta a los aportes-impuestos, es claro que han decidido seguir una de las metáforas más conocidas del presidente argentino: el del sapo.
Milei explica que con los impuestos los gobiernos intentan cocinarnos sin que nos demos cuenta. Igual que un sapo que quiere cocinar: si pones el fuego al máximo desde el principio, el bichito se da cuenta y salta de la olla. ¿Cómo hacerlo? Poner el fuego al mínimo y hacer que la temperatura del agua suba poco a poco. El animal se quedará dormido al calor de una trampa mortal.
Sólo hay que mirar los tres primeros párrafos con los que comenzamos esta columna, para comprobar que este principio es el que sustenta El diseño de la reforma fiscal de José Luis Escrivá. que inicia su fase final de desarrollo a partir de este año 2025. Y sí, lo repetiremos tantas veces como sea necesario: no es una reforma de las pensiones, es una triple subida de impuestos.
Es cierto que desde el punto de vista informativo (para el sapo) todo esto tiene una parte engañosa: la de esa lentísima cocción fiscal a la que nos someten. No quieren explicarnos qué es. Nos mienten directamente en el nombre, hablando de “reforma de la Seguridad Social” para no decir “subidas de impuestos”. Y luego está la cuestión de los porcentajes, que van aumentando un poco (aparentemente muy poco) cada año. Como hace el cocinero con el pobre batracio desprevenido. Probablemente sea un poco más lento de lo que querrían sus diseñadores, que necesitarían el dinero ahora, porque las cuentas de la Seguridad Social no encajan ni con un martillo. A cambio, todo está mucho más tranquilo: quién va a organizar una manifestación por ese 0,25% que aumentará la Cuota Solidaria cada año. O por el 0,1% del MEI.
Esto último, sin embargo, nos da una pista sobre la mejor parte de la reforma… para el sapo. Y los párrafos con los que comenzamos este artículo se pueden repetir año tras año. Al menos hasta 2030 y quizás también en la próxima década: mi apuesta es que el triple aumento continuará más allá de ese punto (por ejemplo, ni en broma van a dejar el IME en ese 1,2% que ahora figura en la norma). Porque aunque nadie le diga al sapo de la olla que lo están cocinando, al contribuyente español se lo recordaremos cada año (y sí, se lo recordaremos).
El dilema
Es evidente que cuando Escrivá diseñó su subida de impuestos Estaba atrapado en un dilema sin solución. Las reglas de la política dicen que hay que subir los impuestos, si es posible: (1) sin que el contribuyente se dé cuenta y (2) todos a la vez, para concentrar las malas noticias. En el caso del actual gobernador del Banco de España, alcanzar ambos objetivos al mismo tiempo era imposible. Y optó por lo primero. Hasta ahora parece que todo ha ido más o menos bien. Pero si yo fuera Elma Saiz no pensaría que todo el trabajo está hecho.
¿Recuerdas ese dicho «puedes engañar a algunos todo el tiempo, o a todos por un tiempo, pero no puedes engañarlos a todos para siempre»? Pues algo así le pasa al Ministro de Seguridad Social. No importa cuántas presentaciones haga de engaño de la alcancía (y sí, es la trampa contable más loca que nos han intentado colar nuestros políticos), cada enero habrá que enfrentarse a los titulares del aumento de las temperaturas de cocción.
Y los trabajadores saposespecialmente aquellos con altas calificaciones y salarios altossabrán que están un poco más cerca del punto de no retorno. No todos saltarán del bote, pero algunos sí. Tampoco hacen falta muchos para hacer un agujero aún mayor en las cuentas. Si se van unos miles de contribuyentes-contribuyentes-sapos, pero los que más aportan, el agujero sería enorme. Este año, el punto de cocción es triple: 0,92% – 0,8% – 1,1%. ¿Poco? Para empezar, incluso estos porcentajes menores, si se dice así, en conjunto ya no parecen minucias. Si a esto se le suma el IRPF: 30-32% de tipo medio y 47-50% de tipo marginal para estos salarios; y la cita convencional: otro 25% del coste laboral real… la llama ya empieza a sentirse un poco más viva bajo el trasero. Y la pregunta sigue siendo la misma, ¿Cuándo escapará el sapo?
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