La socialdemocracia defiende Hamburgo, una semana después de su desplome a escala nacional
La socialdemocracia refrendó su dominio en Hamburgo y venció en los comicios regionales celebrados en su bastión histórico, una semana después del desplome sufrido por el partido de Olaf Scholz en las elecciones generales alemanas. Según las proyecciones de la televisión pública ZDF, el Partido Socialdemócrata (SPD) obtuvo un 35% de los votos. Es una caída de unos cuatro puntos respecto a sus resultados de hace cinco años, pero quince más que los de la conservadora Unión Cristianodemócrata (CDU), que quedó algo por encima que los Verdes, actuales socios del SPD en la ciudad-estado .
“Es un bálsamo para nosotros. Aunque el éxito se debe al alcalde-gobernador Peter Tschentscher”, admitió el secretario general del SPD, Matthias Miersch, tras saltar los primeros datos. Corresponderá también a Tschentscher decidir si reedita su coalición con los Verdes o si opta por la CDU, ya que ambas constelaciones le dan una cómoda mayoría.
La ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) quedó en quinta posición con un 8 %, por detrás del SPD, CDU, Verdes y también la Izquierda, que subió al 11,5 %.
Son resultados muy distintos a los de los comicios nacionales de hace una semana, que ganaron los conservadores de Friedrich Merz, con un 28,6 %, seguidos de la AfD, con un 20,8 %. Los socialdemócratas de Scholz se hundieron a su mínimo histórico, con un 16,4 %.
Hamburgo, con 1,3 millones de electores, está considerado un microcosmos socialdemócrata. En Alemania se suele decir que los hamburgueses ‘funcionan distinto’ y que toman sus decisiones políticas según sus intereses propios. Es un ‘land’ elitista, con los alquileres más altos de todo el país. Pero incluso ahí ha empezado a asomar la precariedad, lo que según los analistas ha impulsado el voto a La Izquierda.
Los comicios regionales se celebran cuando a escala nacional arrancaron los contactos de tanteo para formar coalición entre el bloque conservador de Merz y los derrotados socialdemócratas. Es la única fórmula que permitirá al líder conservador apoyarse en una mayoría parlamentaria y, a la vez, mantener el cordón sanitario en torno a la ultraderecha, partido calificable de prorruso y trumpista.
Microcosmos identificado con la elite del SPD
Tras el hundimiento de su gobierno entre socialdemócratas, verdes y liberales, Scholz se planteó celebrar elecciones anticipadas a mediados de marzo. Es decir, tras el previsible espaldarazo que habría recibido su partido procedente de Hamburgo, un ‘land’ identificado con figuras de la socialdemocracia como el excanciller Helmut Schmidt (1974-1982). El propio Scholz fue alcalde-gobernador de la ciudad hanseática antes de convertirse en ministro de Finanzas y vicecanciller de la última coalición de Angela Merkel.
La estrategia de Scholz se estrelló en el rechazo de los conservadores, que vieron en ello una maniobra dilatoria. Argumentaron que celebrar nuevos comicios era tarea urgente y que ni Alemania ni Europa podían esperar tanto hasta la definición del gobierno. Finalmente, se pactó la fecha del 23 de febrero.
La Izquierda, ‘refugio’ del voto urbano y joven
Al margen del pulso a escala nacional entre los grandes partidos y la ultraderecha, los comicios de Hamburgo sirvieron para constatar el ascenso de La Izquierda, un partido que se consideraba agónico hasta hace unos pocos meses y que ahora se ha relanzado como ‘refugio’ del voto joven, especialmente el urbano.
En Hamburgo ganó dos puntos y saltó al 11,5 %. Más significativo fue su ascenso en los comicios nacionales de la semana pasada. Subió al 8,8 %, frente al 4,9 % que había obtenido en 2021. A escala nacional, fue el partido más votado entre los jóvenes de entre 18 y 24 años, con un 27 %. En los anteriores comicios generales, el primer puesto entre los jóvenes fue para la AfD.
Aún más reveladores fueron los resultados obtenidos por La Izquierda en Berlín en los comicios nacionales. Se alzó como fuerza más votada de la capital, con un 21,8 % de los votos. La Izquierda es un partido nacido de la fusión del postcomunismo y la disidencia socialdemócrata, que parecía condenado a morir tras la escisión de sus filas la linea prorrusa capitaneada por Sahra Wagenknecht.
En lugar de esa muerte anunciada, ha captado el electorado perdido en distritos berlineses donde siempre ganaban los Verdes, como Kreuzberg. Es el único partido que no hizo campaña con fórmulas restrictivas en política de asilo, sino que centró sus propuestas en grandes preocupaciones del ciudadano medio, como la escasez de vivienda a precios asequibles.
Sus líderes más veteranos, como el fundador Gregor Gysi, y la nueva cúpula o la jefa de su grupo parlamentario, Heidi Reichinnek, representan las movilizaciones en defensa del ‘Brandmauer’ -o cortafuegos, como se denomina en Alemania al cordón sanitario-.
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