Las embarazadas de más de 42 años o con enfermedades son VIP en Cabueñes: así es su parto
«Dar con ellos fue ver la luz y entender que no eres la única mujer a la que le pasa, que puedes mejorar y solucionar los problemas». Con estas palabras resume Cristina Álvarez el significado que tiene para ella la Unidad de Rehabilitación del Suelo Pélvico del Hospital Universitario de Cabueñes de Gijón desde que se vio obligada a acudir a esta, en 2021, tras el nacimiento de su segundo hijo, Martín. Ahora, tres años más tarde, esta vecina del barrio de Viesques vive su tercer embarazo, el de Celia, con «esperanza y tranquilidad», debido a que es una de las pacientes a las que están atendiendo en el protocolo para proteger de los efectos del parto a mujeres gestantes con algún tipo de riesgo, en función de su edad y estado de salud, en marcha desde el pasado mes de julio.
El programa creado por los servicios de Ginecología y Rehabilitación está dirigido a mujeres primerizas mayores de 42 años, embarazadas con lesión previa del suelo pélvico con partos distócicos –aquellos que precisan maniobra o intervención quirúrgica– o con clínica postparto, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa o neuropatía, entre otras patologías. Hasta el momento, una decena de pacientes ha acudido a la tercera planta del Centro de Especialidades de Pumarín para ponerse en manos del equipo que coordina el doctor Jaime Gutiérrez.
A partir de los primeros meses del embarazo, las mujeres que presentan estas problemáticas son valoradas por la Unidad de Suelo Pélvico de Ginecología y Obstetricia de Cabueñes, del que forman parte las doctoras Noelia Pérez, Covadonga Fernández, Eva Gloria Menéndez y Dolores Gómez. Tras su revisión, en algunos casos concretos toman la decisión de enviarles antes de la semana 20 a la Unidad de Rehabilitación, donde son valoradas por el médico y, posteriormente, a partir de la semana 35, las fisioterapeutas se centran en preparar a las gestantes de cara al parto, buscando una mayor protección del suelo pélvico, así como reducir el sufrimiento fetal en el nacimiento.
Todo ello se persigue semanalmente en el Centro de Especialidades de Pumarín, donde les espera el equipo liderado por Jaime Gutiérrez, y conformado por las fisioterapeutas Olga Rodríguez, Mónica Fernández, Elena Martínez y Úrsula Oribe; la enfermera Soledad Bueno, y las técnicas en cuidados auxiliares de enfermería (TCAE) Paula Montiel y Ana Beltrán.
Cada una de las pacientes cuenta con una cita semanal hasta que llegue el momento del parto. En las primeras sesiones -las de la semana 35- se ejecuta la terapia manual, a través de un masaje perineal y la flexibilización pelvitrocantérea. «Se trata de dar flexibilidad, elasticidad y entrenamiento a las partes blandas y articulaciones que van a intervenir en el parto para que la pelvis y el abdomen contribuyan de la mejor forma posible al mismo y que, al igual que el periné, queden con la máxima protección», comentan Rodríguez y Fernández, quienes también insisten en la importancia de la higiene postural diaria.
Dos semanas después comienza el trabajo con el EPI-NO, un ejercitador del suelo pélvico con «biofeedback» que es útil para preparar el periné de cara a la fase del expulsivo en el parto. «Llegamos casi a la cabeza fetal con el objetivo de que el canal vaginal esté fuerte y preparado para que no sea el de ese día el primer estiramiento», señalan, antes de apuntar que «el objetivo final es que aprendan lo que va a pasar y que el expulsivo final no se prolongue demasiado para que haya menos dolor». Las pacientes se quedan más tranquilas porque «empiezan a comprender las claves para ayudar a empujar sin hacerse daño». Asimismo, este protocolo, tal y como resaltan las fisioterapeutas de la Unidad de Rehabilitación del Suelo Pélvico del Hospital de Cabueñes, también tiene como finalidad evitar consultas y tratamientos de rehabilitación posteriores por lesión del suelo pélvico, incontinencia urinaria o fecal, relaciones sexuales dolorosas o dolor perineal.
«En ocasiones, durante el parto, hay daño perineal y quedan secuelas. Cuando se produce un desgarro, puede afectar al esfínter anal, provocar incontinencia fecal y de gases, urgencia defecatoria o miccional y dolor en relaciones sexuales», subrayan, al tiempo que Gutiérrez hace hincapié en otra de las consecuencias de un parto complicado: «Les queda temor a afrontar el siguiente y algunas se plantean no volver a tener más hijos porque la que les parecía que iba a ser una buena experiencia vital acaba convertida en una vivencia traumática».
En el equipo dirigido por Gutiérrez son conocedores de que en un parto también desempeña un papel trascendental el acompañante de la gestante. Por este motivo, en el protocolo están incluyendo a la persona que vaya a estar junto a ella en esos instantes. «Cuando practicamos el masaje perineal se les integra si están de acuerdo», puntualizan Rodríguez y Martínez.
Los componentes de la Unidad de Rehabilitación del Suelo Pélvico del Hospital de Cabueñes se muestran satisfechos a la hora de afirmar que las pacientes destacan su «sensibilidad, profesionalidad y humanidad». «Recibimos mensajes de agradecimiento constantemente porque conseguimos que no normalicen situaciones patológicas que no son normales. Les abrimos un mundo de oportunidades en el que pasan de asumir que lo que tenían era para toda la vida a volver a tener esperanza y encontrar resultados», relatan.
En su caso, Cristina Álvarez les conoció tras sufrir un desgarro que le ocasionó pérdidas en el suelo pélvico tras su segundo parto, que requirió de una extracción de placenta manual. «Fue casi un año horroroso. Me afectaba diariamente y no quería ir a ningún sitio en el que no hubiera un lavabo. Me derivaron a este centro para hacer dos ciclos de rehabilitación individual y otra colectiva. Mejoré mucho enseguida a base de ejercicios. Te enseñan a volver a respirar», elogia la paciente, quien añade: «Cambias de no querer salir a hacer una vida normal. Fue todo un descubrimiento que recomendaría a cualquiera».
Aquello le ocurrió con 39 años y ahora espera el nacimiento de la que será su primera niña. Teniendo en cuenta esa etapa tan compleja, Álvarez encara esta recta final de su tercer embarazo con mayor experiencia y, además, con la certeza de estar más preparada por los consejos obtenidos en el Centro de Especialidades de Pumarín: «Estoy encantada de poder tener estas citas. Seguro que va a ser positivo de cara a preparar el canal, que esté fuerte y aguante esos pujos».
«Nos dan un trato casi familiar. Puedes hablar de tus problemas sin pasar vergüenza y te ayudan a normalizarlo», enfatiza Álvarez sobre la atención que recibe por parte de los miembros de la Unidad de Rehabilitación del Suelo Pélvico, un equipo disponible en el Hospital de Cabueñes desde hace un lustro y por el que cada año pasan en torno a 500 pacientes.
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A raíz de esta novedad, estiman que a esas cifras sumarán otras 70 u 80 mujeres que puedan ser beneficiarias del protocolo para gestantes, al que Jaime Gutiérrez define como un «salto de nivel en cuanto a la excelencia sanitaria». «Ofrecemos calidad de vida en todas las facetas», agrega el especialista, quien no olvida que para impulsar la Unidad de Rehabilitación fue clave el apoyo de los gerentes Miguel Rodríguez y Manuel Bayona; de las directoras Teresa Sómer y Clavel Arce; los jefes de servicio Alejandro Arteaga y Ángel Martínez; y la supervisora de Rehabilitación Soraya Gamazo. También confía en seguir ampliando los medios con los que cuentan, para lo cual –indica– la actual gerencia, así como las direcciones médicas y de enfermería, están «haciendo esfuerzos».
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