¿Las luces de navidad nos hacen más felices? Pues sí y la ciencia puede explicar lo que nos pasa

Los días de Navidad siempre han sido muy especiales, al menos para una gran mayoría de la sociedad occidental. En medio de los días cortos y el frío invernal que ya va apareciendo, La Navidad es fuente de calidez, alegría y bienestar..
A esto contribuye significativamente todo la parafernalia que se desarrolló en torno a estas fechas. Hace poco más de un siglo, la Navidad era mucho más austera y se limitaba a velas, oraciones y buenos deseos.
EL luces que ahora iluminan nuestro árbol, las calles y en algunos casos toda la fachada de las casas parecen haber un poder hipnótico que invita a la felicidad. Y la ciencia, que lleva años estudiando cómo las luces y los rituales navideños influyen en nuestro bienestar emocional, lo respalda.


Las luces navideñas pueden estimular las hormonas de la felicidad como la dopamina y la serotonina.
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Cómo actúan las luces en la mente
“Sí, las luces crean un cambio neurológico que puede producir felicidad”, explicó. psicóloga Débora SeraniProfesor de la Universidad Adelphi, Nueva York.
«Todo lo que nos saca de la rutina apela a los sentidos y luego nuestros sentidos deciden si es placentero o no. Y La decoración navideña dispara la dopamina», la hormona del bienestar y la recompensa, detalló este experto en la televisión estadounidense.
Aparentemente, las luces y los colores brillantes influyen en esta subida de dopamina. Parte de la explicación la tenemos en estudios de cromoterapiaque analizan la influencia del color en nuestro bienestar. Según estos estudios, ciertos colores pueden aumentar la niveles de energía y felicidad.
En ningún caso podemos limitar la reacción a un solo aspecto. La Navidad es una época muy ligada a las reuniones familiares, recuerdos de infancia, nostalgiamomentos de inocencia… Todo ello entra en la ecuación que conduce a este sentimiento de felicidad.
La luz puede curar
La relación entre luz y bienestar no sólo se ha estudiado en diciembre. Desde los años 80 sabemos que falta de luz en invierno Esto puede desencadenar lo que se llama trastorno afectivo estacional: un estado de depresión que aparece cuando los días se acortan.
Una de las principales terapias es fototerapiaes decir exponerse todos los días a una luz muy intensa para compensar la falta de luz solar. Revisiones científicas y ensayos clínicos han demostrado que esta «luz brillante» puede mejorar el estado de ánimo de las personas con depresión estacional e incluso ser útil como complemento de otros tipos de depresión.
Las luces navideñas obviamente no son un tratamiento médico, pero se basan en el mismo principio básico: durante los meses oscuros, luz intensa (incluso si se trata de una guirnalda LED) puede contrarrestar en parte esta caída natural del estado de ánimo.
«Un entorno iluminado hace felices a muchas más personas de las que nos entristece y nos hace más felices», afirmó. Profesor Antonio Manuel Peña Garcíade la Universidad de Granada. Sin embargo, pidió no olvidar que implica un gran gasto de energía y un contaminación lumínica.
Es decir, las luces pueden alegrarnos, pero si entran por la ventana a las tres de la madrugada, también pueden impedirnos dormir y ser perjudiciales.
Una queja por compras.
Y lo que hay que recordar es que gran parte de esta iluminación se creó con un propósito específico: anímanos a comprar más. Los comerciantes no pagan por adornar sus calles por amor a estas fechas. Es una invitación a pasar por sus calles y no por otras.
Estas carreras por las que viven algunas ciudades el lugar más brillante del planeta podría resultar absurdo si no fuera porque, como bien sabe Vigo, puede convertirse en un negocio próspero.
Desde la perspectiva de la psicología del consumidor, «la iluminación navideña afecta directamente a los neurotransmisores del cerebro», señaló. Profesora Chiti del Pozode la Universidad Abat Oliba de Barcelona, en declaraciones a la cadena COPE. No sólo menciona la dopamina, también influye serotoninaOtra hormona que promueve sentimientos de felicidad.
Definir la Navidad como una “época multisensorial” durante la cual luces, olores y sabores nos predisponen a salir más (“Nos alargan el día”, recuerda) y también para comprar más.
No más amistad y también dolor.
La psicología ambiental ha estudiado algo curioso: cómo interpretamos las casas decoradas exteriormente. Un estudio clásico de la década de 1980 (aunque todavía se cita ampliamente en la actualidad) encontró que los vecinos percibían quien puso adornos y luces exteriores como gente más sociable y abiertaaunque no los conocieran.
En otras palabras, colgar luces en el balcón no sólo trae alegría: envía el mensaje “aquí queremos compartir”. Esto, a su vez, fortalece el sentimiento de comunidadOtro ingrediente clave para el bienestar psicológico.
Pero también hay que añadir un último matiz. Para algunas personas, la Navidad es una época complicada: recuerdos de los que no están o estrés económico. En estas fechas Incluso pueden aparecer fobias específicass, como un miedo intenso a encender las luces navideñas o una sensación de sentirse abrumado por estímulos excesivos.
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