Lee Jae-myung, el niño de la fábrica y hoy político con un currículum de escándalos que presidirá Corea del Sur
Aquella ley marcial fue trágica para el país, el mayor ataque a la democracia de Corea del Sur en sus cuatro décadas, una mancha indeleble en la reputación nacional tras abrir todos los telediarios globales. A Lee Jae-myung, en cambio, le allanó el camino a la presidencia. Durante aquellas caóticas horas retransmitió en sus redes sociales sus soflamas al pueblo para resistir y sus peripecias entrando en un Parlamento cercado por los militares para tumbar la ley en una votación nocturna.
El líder del progresista Partido Democrático es terco, populista y divisivo, la peor pesadilla para el partido conservador. Perder la presidencia es un golpe; que la obtenga Lee es un drama. A Lee le acusa el Partido Poder Popular de catalizar la crisis saboteando la acción del Gobierno durante años con su mayoría parlamentaria hasta que el atormentado expresidente Yoon Suk Yeol movilizó al Ejército. En las posteriores votaciones para destituirlo, las filas conservadoras lidiaron con un dilema shakespeariano: dejar caer a su líder por su tropelía, la opción más sensata, o protegerlo para evitar el triunfo de Lee, la que les pedía el corazón. Sólo al final optaron por la segunda.
Los partidarios de Lee Jae-Myung celebran la victoria de su candidato en las elecciones presidenciales, este martes en Seúl. / JEON HEON-KYUN / EFE
Lee, de 61 años, va a contracorriente en el clasista ecosistema político surcoreano. «Puedes preocuparte por la gente que tirita en la intemperie mientras estás sentado en tu confortable salón, pero nunca podrás entender verdaderamente su dolor», dijo en una entrevista a AP. Sus orígenes humildes son su principal activo político y le han procurado una tropa de fieles. El quinto de siete hermanos, nació en una aldea montañosa de Andong, en la provincia de Gyeongbuk. Caminaba cinco kilómetros hacia la escuela hasta que la abandonó para ayudar a la familia. Se empleó ilegalmente en fábricas cuando era un niño y sufrió varios accidentes laborales que le lastimaron los dedos y la muñeca. Imposibilitado para el trabajo por una lesión permanente, regresó a las aulas y con una beca estudió leyes en la universidad. Ejerció como abogado en casos de derechos humanos y dos décadas después entró en política en el partido Uri, embrión de la formación progresista que hoy lidera.
Apuñalado en un acto público
Durante su trienio en la alcaldía de Seongnam acentuó las políticas sociales y cerró el mayor mercado nacional de carne de perros tras muchos años de controversia. En 2018 alcanzó el gobierno de la provincia de Gyeonggi, la más populosa, y agrandó su apoyo exigiendo a Seúl ayudas económicas durante los encierros del coronavirus. Fue elegido por aplastante apoyo en las primarias de su partido y perdió por apenas décimas las elecciones contra Yoon en 2022. Dos años después fue apuñalado en la yugular durante un acto público en las obras de un aeropuerto de Busan y fue trasladado al hospital en helicóptero para ser operado de urgencia. El agresor había explicado en un manifiesto de ocho páginas que quería matarlo para impedir que alcanzara la presidencia. Esa agresión explica los chalecos antibala y cristales blindados en muchos de sus mítines.
Lee Jae-Myung, detrás de un vaso a prueba de balas, durante un acto de la campaña. / LEE JIN-MAN / AP
Lee, casado y con dos hijos, es una pesadilla para sus responsables de imagen. Ha coleccionado escándalos en un país que exige a sus figuras públicas, ya sean políticos o estrellas del K-pop, una conducta intachable. Tuvo un accidente de tráfico cuando iba bebido, se ha peleado públicamente con sus familiares y los tabloides le destaparon una aventura extramatrimonial. Pero no han sido sus problemas reputacionales sino los judiciales los que han estado a punto de descabalgarle de la carrera. Fue acusado de corrupción y sobornos por un proyecto inmobiliario levantado de 2023. En un debate televisivo negó conocer a una persona involucrada en ese escándalo, que acababa de suicidarse, y la fiscalía demostró lo contrario. Las mentiras de los cargos públicos no son una broma en Corea del Sur y Lee fue condenado a un año de cárcel por falso testimonio. Esa sentencia, que impedía su candidatura, fue revocada en apelación. Parecía su horizonte ya despejado su horizonte pero el Tribunal Supremo reabrió el caso. Los expertos debaten los caminos legales. Podría suspenderse el proceso por la inmunidad presidencial y retomarse tras sus cinco años de mandato. O podría continuar y ser condenado. Para Lee, los cargos obedecen a una persecución política; para sus detractores, lo incapacitan como líder nacional.
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