Los líderes de la UE se citan en Bruselas para avalar el plan de rearme de Europa

Los líderes de la Unión Europea se reúnen este jueves en Bruselas en una cumbre extraordinaria que dará previsiblemente vía libre al plan de la Comisión Europea que prevé movilizar 800.000 millones de euros para rearmar a Europa y reforzar su seguridad, y en la que participará el presidente ucraniano Volodomyr Zelenski, tras su encontronazo con Donald Trump en la Casa Blanca. Han pasado poco más de 40 días desde la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y apenas un mes desde que los líderes de la UE se reunieran por primera vez este año para reflexionar sobre cómo reforzar su política de seguridad y defensa, pero en términos de avances en políticas que un día fueron tabú, parece que han pasado años.
Fue la llamada de teléfono entre Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin, y la primera reunión entre Estados Unidos y Rusia a nivel de ministros de Exteriores en Arabia Saudí, lo que precipitó que Antonio Costa, presidente del Consejo Europeo, convocara esta cumbre extraordinaria. Lo ocurrido el pasado viernes en el Despacho Oval, donde Trump abroncó Zelenski, solo la ha hecho más urgente. Nadie quiere decirlo abiertamente, pero Europa ya no puede contar con Washington para garantizar la prevalencia de Ucrania ante la invasión rusa, ni su propia seguridad ante las amenazas del Kremlin. La respuesta de la UE ante el vacío que deja la retirada de Estados Unidos del terreno de la seguridad global es clara: hay que rearmarse.
El pasado martes, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, esbozó las líneas de un plan que se basa sobre todo en que los gobiernos inviertan más en Defensa. Antes de que se reúnan en Bruselas, el plan parece contar ya con un amplio apoyo de los países miembros, conscientes de la gravedad de la situación. “Esperamos que el Consejo indique que hay que avanzar rápido con estas propuestas que son realmente significativas”, ha confesado una alta fuente europea.
Cláusula de escape fiscal
La Comisión propone hacer uso de la cláusula de escape nacional de las reglas fiscales y que el gasto militar no cuente para el cálculo de deuda y déficit. Bruselas calcula que si los países se ciñen al tope de un 1,5% del PIB de gasto extra al año, en cuatro años podría aumentarse la inversión en 650.000 mil millones de euros.
El segundo gran pilar del plan de Von der Leyen es un instrumento financiero que, usando de garantía el presupuesto comunitario, recaude en los mercados hasta 150.000 millones de euros. Ese dinero, en forma de préstamos, irá a los países que de forma conjunta o individual lo soliciten para adquirir armamento, munición y equipamiento militar en áreas donde Europa ha identificado carencias en sus capacidades.
Esto va desde la defensa aérea hasta hasta sistemas de protección para infraestructuras críticas. Además, Bruselas ha puesto sobre la mesa la posibilidad de reubicar parte de los fondos de cohesión, e insiste en la necesidad de movilizar capital privado y ampliar la capacidad de financiación del Banco Europeo de Inversiones. En principio ese dinero debería ir a reforzar la industria de la defensa europea para reducir dependencias. Sin embargo, algunos países abogan por colaborar con socios no comunitarios “que tienen su cadena de suministro de defensa muy entrelazada con la nuestra” como Noruega o Canadá. Este será previsiblemente uno de los temas de debate.
Buena parte de los gobiernos europeos valoran positivamente la propuesta de la Comisión. Pero para algunos, este es -o debería ser- solo el primer paso. En el aire sigue la posibilidad de hacer uso de los activos rusos congelados -que de momento no cuenta con el respaldo de la mayoría- o la eterna cuestión de la deuda conjunta. “¿Es el final de la historia? No lo creo”, ha asegurado una alta fuente comunitaria, “pero ciertamente esto supone una nueva pagina en la política de defensa europea”.
La ayuda a Ucrania, la gran incógnita
Zelensky se sienta ya a la mesa del Consejo casi en cada reunión. Lo hará esta vez tras la humillación que sufrió en Washington, y la misma semana en la que Estados Unidos ha suspendido su ayuda militar a Ucrania, la propuesta de la Comisión no incluye explícitamente ninguna forma de apoyo a Kiev. Para algunos en Bruselas, decir que hay preocupación por la retirada de Washington se queda corto, y esperan que sirva de incentivo para cerrar un nuevo plan de ayuda. Porque de momento, Europa tiene voluntad pero no un plan para mantener el apoyo militar a Kiev más allá de lo que contribuyan los países de manera individual.
El instrumento financiero que propone la Comisión abre la puerta a la posibilidad de que los gobiernos que lo deseen incluyan a Ucrania en las compras conjuntas. Más allá de eso, Bruselas confía en que envíen a Kiev parte de las armas que adquieran gracias al margen fiscal con el que van a contar gracias al plan. “Cuanto más fuerte sea Ucrania, mejor para nosotros”, han apuntado fuentes diplomáticas, “así que deberíamos fortalecer a la industria ucraniana con este dinero porque es bueno para nuestra seguridad”.
Fuentes comunitarias reconocen que el plan presentado por la Alta Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común, Kaja Kallas, está encallado pero no muerto. Es poco probable que de la cumbre salgan nuevos detalles o una cifra, que varía según distintas fuentes entre 20.000 y 40.000 millones de euros para 2025. Pero sí habrá una señal inequívoca del apoyo europeo a Kiev – aunque no unánime.
¿Fin de la unidad?
Como antes de cada cumbre, aunque esta vez con el respaldo implícito de Washington, el primer ministro húngaro, Viktor Orban, ha enviado una carta al presidente del Consejo Europeo pidiendo que no haya una declaración sobre Ucrania. Según informa la agencia de noticias Reuters, en la carta Orban alega “diferencias estratégicas e nuestro enfoque sobre Ucrania que no pueden resolverse”. También anima a la UE a, como Estados Unidos, iniciar contactos con Putin.
Ni Orban ni el primer ministro eslovaco, Robert Fico, ocultan sus diferencias con el resto de líderes europeos sobre su visión de la guerra. Fico ha criticado también la estrategia de Europa que apuesta por fortalecer a Ucrania en vistas de una negociación que considera poco realista.
Los diplomáticos trabajan de cara a la cumbre bajo la premisa de que habrá consenso. Pero sobre la mesa, ya hay alternativas. En el pasado, alguno de los líderes que muestran su rechazo ahora al texto han abandonado la sala para permitir que se tomen decisiones, o se ha optado por una declaración del presidente al no poder firmarse a veintisiete. Haciendo de la necesidad virtud, este escenario abriría la puerta a un lenguaje más duro y un compromiso más firme, aunque sea a costa de la unidad europea, en un momento clave.
El día después
Aunque la conversación este jueves se centrará en la política de defensa de la Unión y en cómo mantener el respaldo a Ucrania, la velocidad a la que cambia el escenario exige empezar a hablar de qué pasará luego. Los líderes discutirán también escenarios probables en caso de que avancen las negociaciones e incluso se produzca un alto el fuego.
Por un lado, Costa ha lanzado un debate sobre la posibilidad de nominar a un enviado especial de la UE para las negociaciones de paz. En este sentido, las posiciones varían, desde un miembro de pleno derecho del Consejo Europeo -los acuerdos de Minks II los negociaron François Hollande y Angela Merkel-, hasta un hombre o mujer de estado con experiencia pero que se dedique por entero a esta misión.
Sobre la ‘coalición de voluntarios’ que plantean Francia o Reino Unido para enviar soldados europeos a territorio ucraniano para garantizar la paz. Fuentes comunitarias reconocen que es legítimo plantearse qué papel podría tener la UE en este contexto, desde un rol puramente político o financiero, hasta la posibilidad de que esas tropas se envíen en el marco de una misión europea. Discutir los detalles, añaden las mismas fuentes, “es prematuro”.
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí