Me dicen que no soy negro como el del Madrid
A los 24 años, Vinicius Rangel Costa representa una de esas historias de esfuerzo que a veces se ven interrumpidas por un contratiempo inesperado. Nacido el 26 de mayo de 2001 en Cabo Frio, municipio costero del estado de Río de Janeiro, El brasileño creció en un ambiente modesto, alejado de los grandes centros de desarrollo ciclista. Su pasión por el ciclismo llegó muy temprano, casi por casualidad: un primo lo animó a probar suerte en una carrera local y, con sólo 13 años, completó 100 kilómetros que marcaron el inicio de su aventura sobre dos ruedas. “Me dicen que no soy negro como el futbolista” dijo a MARCA durante el Mundial de Bélgica.
Durante años, Rangel se entrenó con medios precarios. En varias ocasiones tuvo que pedir prestadas bicicletas a diferentes amigos para poder competir. Su talento, sin embargo, fue suficiente para abrirse camino. Dio el gran salto a España con el equipo Telco’m–On Clima–Osés, en Navarra, donde empezó a destacar por su determinación y capacidad de adaptación. En 2021 subió al podio durante el Mundial Sub23 de Flandes (9°) y sus actuaciones en contrarreloj y contrarreloj lo ubican entre los jóvenes más prometedores del ciclismo latinoamericano.
Al año siguiente se proclamó campeón nacional de Brasil en ruta y tercero en contrarreloj, consolidando así su nombre entre los talentos emergentes del continente. En la selección internacional dejó destellos de calidad: buenos parciales en Regreso a San Juan, Tour Down Under o Boucles de la Mayenne, además de un puesto 13 en los Panamericanos 2023. Con una altura de 1,78 metros y 64 kilos, se definió como un corredor polivalente, resistente en terrenos accidentados y competitivo en el esfuerzo individual.
Sin embargo, su progreso se detuvo repentinamente. La UCI anunció el lunes su suspensión por 20 meses, hasta abril de 2027, tras haber acumulado tres violaciones de paradero en doce meses, dentro del sistema antidopaje. El caso fue resuelto por el propio corredor que aceptó las consecuencias, lo que permitió cerrar el caso sin un procedimiento más largo.
Se desconoce si volverá a competir.
La sanción es un duro golpe para una de las pocas referencias del ciclismo brasileño en Europa. Rangel había competido esta temporada con el equipo Swift Pro Cycling y anteriormente formó parte del pelotón WorldTour. Durante este periodo intentó afianzarse en el calendario internacional y mantener viva la llama del ciclismo en su país, que aún contaba con poca tradición profesional fuera de sus fronteras.
Pese a todo, su historia sigue siendo la de un joven surgido de la periferia del ciclismo mundial. De aquel adolescente que cambiaba de bicicleta cada semana a un profesional con victorias nacionales y presencia en los mejores escenarios. Hoy, apartado temporalmente del deporte, afronta el reto más duro de su carrera: empezar de nuevo.
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