Milei anuncia una drástica reducción de la pobreza en Argentina pero los especialistas ponen en duda su entisiasmo

En medio de temblores en el mercado cambiario y disputas de Javier Milei con el expresidente conservador Mauricio Macri, quien ha reclamado una devaluación de la moneda argentina, el peso, el Gobierno de ultraderecha creyó encontrar un momento para celebrar: según una medición muy discutida, la pobreza ha pasado del 52,9% al 38,1% en el segundo semestre de 2024. La indigencia, que era del 9,9%, llegó al 7,2%. Más de la mitad de los niños menores de 15 años son pobres, a pesar de la novedad dada a conocer por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Semejante descenso provoca desconfianza y suspicacia en los investigadores que recuerdan el cuadro recesivo de la economía, que tiene su última expresión en la decisión de Nissan de dejar de fabricar sus automóviles en este país. La crisis se manifiesta a su vez en los miles de puestos de trabajos perdidos y el retroceso del consumo. Milei expresó no obstante alborozo por los números oficiales. «Dichos índices reflejan el fracaso de las políticas del pasado, que sumieron a millones de argentinos en la precariedad mientras vendían que estaban ayudando a los pobres. La gestión actual demuestra que el camino de la libertad económica es la vía para reducir la pobreza». El mandatario se mofó de los economistas que auguran calamidades y sostuvo esta mejora la «disfrutan los argentinos de bien y lo sufren mandriles (opositores), el club de los devaluadores seriales, los políticos miserables y los periodistas ensobrados (corruptos) e ignorantes (desde esos que se autoperciben como el centro bien pensante y son zurdos no asumidos». La Oficina del Presidente hizo su propio comentario exaltador: «Milei y su equipo económico profundizarán este camino que ha demostrado devolver a los argentinos la dignidad que le fue negada durante décadas».
A mediados de los setenta, Argentina tenía un 8% de pobres. La cifra se incrementó sostenidamente entre la última dictadura militar (1976-83) y los Gobiernos democráticos de los años noventa que aplicaron un programa económico de aristas similares al presente. Tras el derrumbe económico de diciembre de 2011, la pobreza azotó al 62% de los habitantes. En 2015 se había reducido al 37%. La administración de Macri, la posterior pandemia y la gestión peronista de Alberto Fernández agravaron las condiciones de los más humildes y en parte explican la victoria electoral de Mieli.
El factor inflacionario
Para el Gobierno la disminución es un «efecto directo» de la lucha contra la inflación y la «estabilidad macroeconómica». El costo de la vida en 2024 ha tenido un aumento del 117%. La inflación entre febrero de 2025 y el mismo mes del año anterior es de 66,87%. Solo los salarios de los trabajadores formales han podido acompañar relativamente estos aumentos. El mercado informal no ha recibido ese beneficio. El aumento de la ayuda social también ha contribuido a la mejora, según las autoridades.
El anuncio del Indec ha sido observado de manera crítica por el economista Leopoldo Tornarolli, investigador del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata. «La medición cubre únicamente a ciudades de 100.000 o más habitantes, no capta ciudades pequeñas o áreas rurales, donde la estructura de la pobreza podría ser distinta».
«Ficción estadística»
La pobreza se calcula en Argentina de dos maneras: los salarios que dan cuenta de la capacidad para adquirir bienes básicos y una evaluación que a la vez toma en cuenta factores como educación, salud y vivienda. Los servicios públicos no son tenidos en cuenta a la hora de saber cuántos argentinos son pobres. En los últimos 16 meses el incremento del precio del gas, electricidad, agua y transporte en la ciudad de Buenos Aires y sus populosos alrededores llegó a 430%. El precio del transporte se incrementó en 2024 un 84% y millones de argentinos se suben a más de un bus en cada viaje de ida y vuelta. Otro elemento que no se considera son los alquileres. La última Encuesta Nacional Inquilina 2025 consigna que el 88% de los consultados enfrenta dificultades afrontar sus obligaciones debido a la precariedad laboral y el sobreendeudamiento.
El horizonte alimentario de los argentinos también pone en entredicho la euforia presidencial. Un informe del Ministerio de Capital Humano de enero pasado mostró que el 61% de la población llegó a tener severos problemas para alcanzar la canasta básica, que asciende a 1.057.923 (unos 755 euros). El salario promedio de un empleado es de 520.833 pesos (372 euros). Un pensionado promedio recibe 472.000 pesos (337 euros) y esa es una de las razones por las cuales tienen lugar semanalmente protestas de los abuelos y las abuelas frente al Congreso.
Un reciente estudio del Observatorio de la Deuda Social de la UCA (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA) recuerda a su vez que, además de la imposibilidad de acceder a alimentos, existen otras cuestiones que determinan la pobreza: la carencia de medicamentos, agua de red o cloacas, así como la postergación de mejoras en los hogares o al cuidado personal. Juan Ignacio Bonfiglio, investigador de la ODSA, reconoció que la desaceleración de los precios de los productos de consumo masivo recompuso parcialmente la situación de los hogares más vulnerables. Sin embargo, dijo al diario ´La Nación` que el descenso de la pobreza anunciado por el Indec «se puede estar sobreestimando» si no se tiene en cuenta otras dimensiones importantes que hacen a los derechos y calidad de vida de las personas. El director del Observatorio, Agustín Salvia ha sido más elocuente y habló de «ficción estadística«
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