Miles de personas protestan en Washington en vísperas del regreso de Trump
En 2017, un día después de que Donald Trump jurara su cargo como presidente de Estados Unidos, más de un millón de personas en Washington DC y otras ciudades del país y de todo el mundo respondieron a una protesta bautizada la “Marcha de las mujeres” y salieron a las calles, en una jornada sin precedentes de oposición coordinada global ante un líder elegido, para mostrar su rechazo y resistencia al republicano.
[–>[–>[–>[–>Este sábado, dos días antes de que Trump vuelva a jurar su cargo, las protestas han retornado a la capital estadounidense y otros puntos del país, con cerca de 350 actos convocados. Lo hacían esta vez rebautizadas como “Marcha de la gente” y con números mucho menores de participación, aunque no con menos energía entre los manifestantes ni menos muestras de alerta y denuncia. De hecho, muchos sienten que esta vez hay más en juego.
[–>Fatiga e incertidumbre
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Hay distintos factores que explican el cambio. En 2016 Trump ganó por sorpresa la Casa Blanca gracias a su victoria en el colegio electoral pero habiendo conseguido en las urnas casi tres millones menos de papeletas que su rival entonces, Hillary Clinton. En las últimas presidenciales, después de perder en 2020 frente a Joe Biden, el republicano se impuso a Kamala Harris tanto en el colegio electoral como en el voto popular, con 2,3 millones de sufragios más que la demócrata.
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Entre los progresistas de EEUU se palpa fatiga tras un año electoral intenso que ha acabado con un resultado decepcionante para ellos, donde una mayoría ha determinado el regreso de un político que se negó a aceptar los resultados de 2020 y ha enfrentado cuatro causas penales (y está condenado por una). Hay cierto pesimismo. Y entre muchos se ha instalado la incertidumbre sobre cómo hacer frente efectivamente a una presidencia que, está garantizado, estará mucho más organizada que la primera.
[–>[–>[–>[–>Trump llega con la experiencia ganada, rodeado de leales y sin retos de facciones del Partido Republicano que enfrentó en su primer mandato, ahora prácticamente desaparecidas en una formación sometida a su dominio. Cuenta, además, con el control republicano de las dos cámaras del Congreso y con la supermayoría conservadora del Tribunal Supremo, asentada gracias a su nombramiento en el primer mandato de los magistrados Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett y que le ha dado victorias que van desde la derogación de la protección constitucional del derecho al aborto hasta la ampliación sin precedentes de la inmunidad presidencial.
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Energía
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Los organizadores y participantes de las manifestaciones de este sábado, no obstante, se han esforzado por subrayar que el movimiento para hacer frente a Trump puede verse más apagado pero no ha desaparecido.
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Melody Hamoud, una residente de la capital, que ya estuvo en la protesta de 2017 en Washington, volvía a la de este sábado con el mismo gorro rosa que llevó entonces y que se convirtió en uno de los iconos de aquellas manifestaciones.”No quería quedarme en casa y comerme la cabeza frente a la televisión”, le decía a Associated Press. “Quería sentir que nuestro movimiento aún tiene energía y estar junto a otros que sienten lo mismo”.
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También estaba en DC Jill Parrish, que había comprado su billete hace tiempo pensando en acudir a la toma de posesión de Harris y lo adelantó para estar en la manifestación, aunque se volverá a Austin (Texas) antes de que jure Trump. “Lo más importante es demostrar mi miedo sobre el estado de nuestra democracia”, le decía a la agencia la mujer de 55 años, que quería recordar que casi la mitad de los votantes dieron la espalda a Trump.
[–>[–>[–>[–>Desde Carolina del Norte había llegado tras conducir seis horas Lillian Fenske, una treintañera que con su pancarta expresaba, como hizo Biden en su discurso de despedida a la nación, preocupación ante la llegada de una oligarquía., uno de los temas recurrentes en la protesta “EEUU no está a la venta”, se leía. Y desde Nueva Jersey había ido Lucia Smith, que también estuvo en la marcha del 2017. “Quería estar para resistir y no acatar por adelantado”, le decía a la BBC.
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Múltiples causas
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En 2017 la protesta de Washington, pese a su título, sirvió de paraguas para volver el foco a muchas causas y en esta ocasión esa diversidad ha sido aún más subrayada. La manifestación se iniciaba con congregaciones en tres puntos diferentes de la ciudad, con cada uno de ellos como punto de encuentro para grupos centrados en distintas cuestiones, de la causa palestina a los derechos reproductivos, de la comunidad LGTB o los inmigrantes, la lucha contra la emergencia climática o a favor de la justicia racial. Luego todas confluían en una marcha que acababa con un acto y discursos frente al memorial de Lincoln.
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“Marchamos por distintas causas pero bajo el mismo paraguas para mostrar que la resistencia es fuerte y para exponer que todos los temas están en realidad interconectados”, le explicaba la NBC Tabitha St. Bernard-Jacobs, una de las organizadoras de la Marcha de las Mujeres.
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“Mucha gente no cree que una manifestación vaya a resolver el problema y tienen razón, como tal no lo hace, pero eso no significa que la resistencia no vaya a existir”, razonaba en ‘The Washington Post’ Dana Fisher, profesora de sociología en la Universidad de Maryland y autora de un libro titulado “Resistencia estadounidense: de la marcha de las mujeres a la ola azul”, el color asociado a los demócratas y una referencia a la victoria que consiguieron en las legislativas de 2018. “La resistencia se alzará de nuevo, pero tendrá una imagen muy diferente”.
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Para algunos manifestantes en Washington la de este sábado era también la última oportunidad de tomar las calles sin miedo a que se empleara al ejército para aplacar sus protestas. Es una idea que Trump ya barajó en su primer mandato, e incluso llegó a preguntar a su secretario de Defensa Mark Esper si efectivos de la Guardia Nacional podrían disparar a las piernas a los manifestantes en las protestas por el asesinato de George Floyd. “Con esta administración no está fuera de lo posible”, le decía a AP Gary Devaan, que había llegado desde Minneapolis y que también superó sus temores a que grupos extremistas como los Proud Boys respondieran a la marcha de este sábado con violencia.
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