Nuestros cerebros no están diseñados para una vida tan fácil. A medida que la vida se vuelve más cómoda, las pequeñas incomodidades suelen interpretarse como el fin del mundo



La pantalla del móvil se bloquea cuando alguien intenta pagar con una aplicación. Tres segundos de espera son suficientes para que impaciencia mira rápido. En otras ocasiones, el ascensor tarda más de lo habitual y el dedo vuelve a apretar el botón, como si el metal necesitara un recordatorio. En una sociedad que avanza sin pausa, Los pequeños inconvenientes parecen cada vez más importantes.
Jessica Köhler, Doctor de la Facultad de Psicología de la Universidad de Maryland, explica que esto irritabilidad constante Esto se debe a un desajuste entre lo que espera el cerebro humano y el mundo que ha construido. Como él señala, “Nuestros cerebros no fueron diseñados para un mundo tan simple.. A medida que la vida se vuelve más cómoda, los pequeños inconvenientes suelen interpretarse como el fin del mundo.
Plataformas que alimentan el microestrés
EL redes sociales y servicios digitales como TikTok, Instagram o Netflix Han eliminado muchas de las pausas naturales del día. Ya no haces cola, ya no soportas el aburrimiento ni escuchar el silencio. Ahmed, Shannon y Marciano documentan en sus respectivos estudios (2022-2024) que la uso comparativo o problemático La falta de redes se asocia con más ansiedad, menos descanso y una percepción constante de insatisfacción.
Un informe de 2025 de Publicaciones y reseñas de la International Research Review. Añade que el microestrés acumulado explica el 60% de la variabilidad del bienestar social y conduce al agotamiento crónico. La mente, al no disfrutar de los descansos, gasta tus recursos cognitivos como una batería que se agota. Por lo tanto, la concentración se dispersa y el llamado niebla mental esto es cada vez más común.
Además, la investigación en Fronteras de la psicología (2022) muestra que el presión laboral diaria Esto genera fatiga mental que empeora el malestar. A partir de ahí, incluso las tareas pequeñas parecen excesivas. Así, la acumulación de estímulos y comparaciones transforma lo mundano en una fuente de tensión sostenida.
Cuando la comodidad se convierte en un requisito
miguel pascua, en su libro La crisis de la comodidaddescribe un fenómeno llamado fluencia de comodidad: el proceso por el cual lo que antes se consideraba un lujo se convierte en el mínimo aceptable. Un coche que arranca a distancia o entrega urgente de la compra. Dejan de parecer extraordinarios y pasan a formar parte de lo esperado, porque así debe ser..
Easter explica que “cuanto más la comodidad se convierte en nuestra norma, Menos tolerancia tenemos hacia cualquier cosa que se desvíe de ella.«Cuando el ambiente se vuelve demasiado blando, el cerebro interpreta una pequeño retraso como infracción. Por ejemplo, un pedido que llega diez minutos tarde o una web que tarda en cargarse provoca una irritación desproporcionada.
El problema no es la comodidad, sino la falta de contraste. Si no hay problemas, el el sistema nervioso se acostumbra a la dulzura. Entonces, cuando aparece un ligero roce, la mente lo amplifica como si se tratara de un revés grave.


Es imposible vivir sin algunas fricciones.
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Un cerebro antiguo en un mundo sin esfuerzo
Durante miles de años, la vida humana ha requerido movimiento, espera y adaptación. Caminar largas distancias, soportar el frío o, según el grupo, moldeó las respuestas emocionales del cerebro. La vida moderna, en cambio, requiere poco esfuerzo físico y ofrece estimulación en todo momento.
los estudios de Hoogland y Ploëger (2022) señalan que esta falta de variación crea una tensión interna difícil de identificar. Cuando un sistema en evolución, preparado para alternar esfuerzo y descanso, logra un confort continuo, comienza a fallar. El resultado es un mezcla de ansiedad leve, aislamiento y sentimientos de vacío.
Koehler comenta que «vivimos en una época en la que muchas de nuestras fricciones diarias han desaparecido silenciosamente». Según ella, la el cuerpo humano necesita un cierto grado de dificultad para mantener tu equilibrio emocional. Así, la abundancia de equipamiento acaba provocando un sobrecarga mental paradójica.
Cuando los problemas se multiplican sin aumentar
el equipo de levari (2018) demostró que cuando los problemas graves son raros, el cerebro tiende a reinterpretar las señales neutrales como amenazas. Los participantes en sus estudios consideraron los rostros neutrales como peligrosos y los comportamientos amables como inmorales. El resultado es un cambio de umbral de alarma.
A medida que la vida mejora objetivamente, la percepción de malestar puede aumentar. La mente mantiene el mismo número de alertas activasincluso si las amenazas reales están disminuyendo. Así, incluso en tiempos de abundancia, los inconvenientes insignificantes parecen multiplicarse y siempre hay algo que decir.
Este flujo de problema se combina con el flujo de confort y genera un doble efecto psicológico: Expectativas muy altas y sensibilidad exagerada ante cualquier imprevisto.. La vida normal y corriente se percibe así como una fuente permanente de fricción.


Está demostrado que siempre habrá un motivo para quejarse, aunque no existan motivos reales o serios.
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Recuperar la proporción con las molestias elegidas
La Pascua ofrece una solución sencilla: introducir conscientemente pequeñas dosis de malestar. Básicamente, le recuerda al cuerpo que puede soportar la fricción. Una caminata en lugar de un viaje en auto, una ducha fría o unos minutos de aburrimiento sin pantallas son suficientes para recalibrar el sistema nervioso.
El propio Easter afirma que «estos pequeños actos de fricción elegidos recuerdan al sistema nervioso que puedes manejar más de lo que crees«. Al hacerlo, La tolerancia a las frustraciones diarias aumenta y el confort recupera su valor original.: el de un alivio, no de un derecho.
Las tareas que requieren cierto esfuerzo, como aprender una habilidad o cuidar a alguien, restauran la sensación de logro. Así, el malestar voluntario fortalece la capacidad emocional y devuelve la plenitud que la facilidad había reducido.
Esperanza práctica en medio de un consuelo excesivo
Koehler coincide en que el objetivo no es castigar la comodidad, sino utilizarla conscientemente. Cuando La vida se vuelve demasiado fácil, la satisfacción pierde intensidad.. Por otro lado, al aceptar las pequeñas molestias, la mente se reentrena para distinguir lo trivial de lo importante.
La Pascua resume esta idea recordándonos que “un poco de malestar, elegido juiciosamente, puede devolvernos a nosotros mismos”. Por lo tanto, No hay necesidad de escapar de la tecnología ni vivir en la austeridad. Basta con darle al cuerpo la oportunidad de adaptarse, frustrarse y recuperarse.
El confort recupera así su significado original: volvemos a disfrutarlo después del esfuerzo, algo que se valora porque no está presente en todo momento. Y la mente, al redescubrir las proporciones, Deja de amplificar lo pequeño hasta volverlo enorme..


Limitar el tiempo frente a la pantalla es un buen punto de partida para recuperar el bienestar.
La guía de 7 pasos de Jessica Koehler para no sentirse abrumado
- Aceptar la fricción como una parte normal de la vida.. Reconozca que algunas molestias mantienen activo el sistema emocional.
- Reducir el consumo digital comparativo. Limita el tiempo de networking y evita medir el bienestar a través de pantallas.
- Tómate verdaderos descansos. Esperar sin celular, caminar sin audífonos o salir de espacios sin estimulación.
- Introducir microdesafíos físicos. Sube escaleras, camina distancias cortas o tolera una temperatura ligeramente diferente.
- Recorta las solapas. Considere los pequeños retrasos como oportunidades de tolerancia, no como desaires personales.
- Dedique tiempo a actividades exigentes. Aprender, crear o cuidar de otros, actividades que combinan dificultad y cierto propósito.
- Cultivar el confort consciente. Disfruta de la comodidad cuando llega, sin exigir que todo sea fácil.
Pon en práctica estos sencillos pasos y evita sentirte abrumado.
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