Oveyas y repunantes
Hay expresiones asturianas que rebajan la maledicencia de su significado original con la aportación de una fina ironía, toques de humor e incluso unas pizcas de simpatía. Entenderán con rapidez a qué me refiero si digo «oveya», que más allá de su acepción animal alcanza en nuestra lengua autóctona el apelativo de persona de poco juicio, sin razón o sentido, tonta… ¿Quién no escuchó alguna vez «tas como una oveya», «no hagas el oveya» o «yes un oveya»? Declaraciones por las que guardo un especial cariño. Lo mismo ocurre con la palabra «repunante», que al perder la «g» de repugnante suaviza su significado hasta referirse a alguien pesado, suspicaz, caprichoso, molesto, cargante…: muy lejos de repulsivo, asqueroso, nauseabundo… de la lengua española.
[–>[–>[–>[–>Aclarados estos dos conceptos sostengo que los asturianos, mientras nos comportemos como oveyas en los derbis, seremos tratados como tal. Igual no toda la culpa es nuestra y existe también un exceso de celo surgido de los llamados «protocolos de seguridad». El caso es que no hay un partido de rivalidad regional que no tenga su lío, su polémica, su discusión o incluso enfrentamiento fuera del terreno de juego, que es donde de verdad se debe disputar jugando al fútbol.
[–>En esta ocasión, tras la recuperación de la comida de las directivas para dar ejemplo de cordialidad, en el Tartiere no hubo más que un encendido y agrio debate por el retraso en la entrada de aficionados, las disputas en el césped y el arrojo de papeles que llevaron al colegiado a suspender temporalmente el partido al segundo aviso, así es el reglamento. Para mí, excesivo para un asunto de papeleo. El mediocentro del Oviedo Santiago Colombatto también se sorprendió por la decisión porque, como buen argentino, «no habían caído ni piedras, ni navajas».
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Comparto con el presidente de la Federación Asturiana de Fútbol, José Ramón Cuetos Lobo, el deseo de poder ver algún día un derbi asturiano como se disputan los vascos, con las aficiones juntas, mezcladas en las gradas, sin problemas. Como refleja la vivencia cotidiana de la sociedad asturiana, donde sportinguistas y oviedistas conviven en familias, trabajos, amistades, amores…, sin dejar de lado rivalidades y piquillas, pero alejados de odios y violencias.
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Resulta bochornoso y vergonzante ver grupos de aficionados agrupados como rebaños entre policías de camino a los estadios para acabar siendo enjaulados en una esquina del graderío. ¡Como oveyas!, pero en este caso en la acepción puramente animal. Quiero ir con mis amigos del Oviedo al Tartiere y ganarles, o que ellos vengan conmigo al Molinón… y ganarles también (permítanme la broma, en un asunto tan serio) sin problemas y después a tomar unos culetes de sidra y debatir hasta lo imposible, como es norma en el fútbol.
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Por contra, hago un inciso, no comparto con el señor Cuetos Lobo la elección como presidente a un condenado por prevaricación y, en consecuencia, inhabilitado para cargo público a la espera de un recurso como es Rafael Louzán. Con esta elección prácticamente unánime del fútbol español da la sensación de que se apuesta por la continuidad de una Federación como un cenáculo oscuro, generador de chanchullos, corruptelas y líos. Lo de siempre.
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Y como este asunto me enerva, me da pie para ponerme «repunante», como nos ponemos en general los sportinguistas cuando anhelamos refuerzos para una plantilla limitada que no acaban de cuajar. La cúpula del club se desplazó a Texas, el territorio de los Bush, para reunirse con el patrón Irarragorri, en una reunión anual de Orlegi, para ver qué se puede hacer, dentro de ese equilibrio imposible entre fichar jugadores de calidad y mantener los números de las cuentas en negro. La tejana es tierra de petrodólares, podría venir alguno…
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El mercado de invierno no deja de ser un examen de recuperación en el que se intentan redimir los desaciertos en la composición de la plantilla o volver a equilibrarla por bajas o descartes. Si es difícil aprobar en verano, aún lo es más ahora. Albés hace milagros con los mimbres que tiene, pero el cesto no parece suficientemente consistente para aguantar el peso de una escalada hacia el ascenso.
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Y hoy llega un Elche pletórico ante un Sporting deprimido, aunque con una inyección de moral tras el empate del derbi. Habrá que intentar no hacer el oveya para no ponernos más repunantes.
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