Por cada persona que te recrimina que no seas lo que espera, habrá otra que te dirá que eres lo que busca. No hay que convencer al primero sino encontrar al segundo



Sientes que estás dando demasiado, pagando una factura emocional muy alta, pero eso te convierte en una mejor persona. Elva Abril, periodista, experta en relaciones y desarrollo personal, Te da las claves para reconocer lo que se esconde detrás de esa mirada y te ayuda a dar sin vaciarte, y a recibir sin culpa. Todo ello, en su nuevo libro “Das demasiado”.
Dar es una manera de estar en el mundo
-Damos, damos, damos y damos… y al contrario, nos cuesta recibir. ¿Qué hay detrás de este comportamiento?
Para muchos de nosotros, dar es más fácil que recibir porque cuando damos, tomamos el control de la situación y nos sentimos empoderados al darnos cuenta de que otros necesitan lo que tenemos para ofrecer.
Sin embargo, para recibir debemos ceder el control y permitir que la otra persona dirija la acción. Recibir requiere que confiemos, no sólo en la otra persona, sino también saber hacer lo que su propuesta nos invita a hacer: adaptarnos, tolerar o aprender.
-Esto pasa más en las mujeres, nos han dicho/enseñado que tenemos que ser buenas… ¿Qué hacer con la gran carga mental que supone este mecanismo?
Quizás esto suceda más entre las mujeres porque, históricamente, a los hombres ya se les ha dado valor a sí mismos. Este dinero no se les daba a las mujeres, por lo que tenían que ganárselo.
Muchas veces, cuando sentimos que alguien no nos ve o no nos considera importantes, una forma de sentir que nos estamos ganando su respeto es demostrar todo lo que somos capaces de hacer. Como si con nuestras acciones intentáramos convencerlo. Por eso, muchas veces, cuanto menos valorada se siente una persona, más fácil le resulta vivir haciendo y haciendo compulsivamente sin poder discernir cuándo esas acciones son necesarias, cuándo están haciendo un flaco favor, cuando están ayudando, o cuando solo están logrando agotarse hasta el agotamiento.
Y para estas personas, dar no es una respuesta a una situación concreta, sino una forma de estar en el mundo. Ser “la buena”, “la que todo lo puede” y “la que nunca te defrauda” se ha convertido en su identidad y con ella su propia condena.
Por eso lo contrario de dar demasiado no es dar menos, sino ser más. Y eso significa perder el miedo al rechazo de quienes no son capaces de valorar tu potencial natural. Por cada persona que te critique por no ser lo que esperaba, habrá otra que te dirá que eres exactamente lo que buscaba. Por tanto, no se trata de convencer al primero sino de encontrar al segundo.


cuando das demasiado
-Y recibir es otra cosa, dices en tu libro… cuéntanos… ¿Cuándo estamos listos para dar de forma saludable?
Cuando ya no necesitamos lo que otros tienen para ofrecer. El acto de dar se separa entonces del resultado y puede realizarse de forma auténtica y no con algún tipo de petición secreta. Como esos momentos en los que estás enamorado y colmas de besos a tu hijo, o cuando quieres llamar a tu mamá y lo haces, o cuando te quedas en el trabajo hasta tarde porque estás tan emocionado que ni siquiera te das cuenta de qué hora es.
Es muy diferente a esas ocasiones en las que alguien se queda más tiempo en la oficina para que el jefe vea cuánto esfuerzo está haciendo, va a recoger a los niños al colegio para que después nadie le culpe por no estar o reparte cosas caras para que todos vean lo generoso que es. No es dar, es pedir. Por eso no funciona. En el primer caso das porque tienes y quieres compartir, en el segundo das para que los destinatarios te devuelvan lo que te falta, ya sea valor, reconocimiento o autoestima. Por eso la acción es básicamente vacía y los demás, en lugar de estar satisfechos, siguen preguntando.
-Si tus relaciones están fallando, ¿en qué sugieres concentrarte?
Me ayudó mucho entender lo importante que es ver lo que falta y lo que queda. Porque es cierto que en muchas ocasiones falta atención, comunicación o compromiso, pero en otros casos el problema puede ser precisamente que todo ello sea excesivo.
Quiero decir que una atención excesiva a los demás puede hablar de alguien que necesita mirar a los demás para no verse a sí mismo. Cuando hay tendencia a sobreanalizar, podemos estar ante alguien que, sin darse cuenta, utiliza esta estrategia para evitar sentir y afrontar lo que realmente está sucediendo.
Y cuando alguien exige compromiso a toda costa, probablemente no sea fruto de un deseo real hacia la otra persona sino de la búsqueda de la seguridad que proporciona su presencia. En las relaciones, como en la medicina, la dosis constituye la cura o el veneno.
el significado de la vida
-¿Cómo se ve afectada nuestra felicidad, nuestros verdaderos sueños?
Cuando nos convertimos en dadores natos, vivimos concentrándonos fuera de nosotros mismos, pensando todo el tiempo en los demás: su beneficio, su gusto o su interés. Por eso no sorprende que al hacer tanto lleguemos a un punto en el que nos hayamos alejado tanto de nosotros mismos que no sepamos cómo regresar.
Si esto sucede, las consecuencias a largo plazo son nefastas porque incluyen de todo, desde el vacío existencial hasta la falta de propósito y la duda constante sobre si estamos haciendo lo correcto o no.
El sentido de nuestra vida no es algo tan abstracto o grandioso como nos han dicho. El camino aparece cuando encontramos una manera de expresar quiénes somos. Entonces, a medida que evolucionamos, también exigimos nuevas formas de manifestarnos. No es algo fijo, es algo que se ajusta a la identidad, y no al revés.
El propósito proviene de la autenticidad. No como un estado perfecto o inmutable, sino como una conexión real y constante entre lo que sientes y lo que haces. Y cuando se vive desde esa coherencia interna, es mucho más fácil ver qué o quién encaja y qué no.
-Elva, algún mensaje que quieras dejar para nuestros lectores.
No dejes de leer, preguntar y aprender, porque el objetivo de nuestras relaciones no es sólo hacernos amar sino sobre todo enseñarnos a amarnos a nosotros mismos.
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí