Por la salud, la seguridad y la dignidad
Mi infancia, adolescencia y parte de mi juventud sucedieron en La Calzada. Aquí crecí como vecina, siendo en sus calles y en el desaparecido colegio público Lope de Vega donde aprendí a mirar el mundo y a construir mi identidad. El vínculo que tengo con este lugar se ha hecho aún más profundo si cabe, desde que en 2005 entré a formar parte de Mar de Niebla, un proyecto social comunitario que busca la transformación social. Conozco el barrio, sus gentes, sus ritmos, sus preocupaciones…. y sé que hay una herida abierta que no cicatriza: el tráfico pesado que atraviesa la avenida Príncipe de Asturias.
[–>[–>[–>En la tarde de ayer volvía a repetirse la convocatoria que en las últimas semanas es cita obligada en Cuatro Caminos: concentración, corte del tráfico y lectura de manifiesto, como cada miércoles a las 18:30 horas, convocada por el movimiento vecinal, en búsqueda de una solución real.
[–> [–>[–>En 1935 Carlos Gardel cantaba en su famoso tango «Volver» que «veinte años no es nada», evocando la fugacidad del tiempo con un tono de nostalgia y fracaso. Y pienso que ese es el sentir de muchas personas, pero en nuestro caso, no hablamos de veinte, sino de 30 años. Tres décadas soportando una situación que nunca debió prolongarse tanto tiempo: camiones y vehículos con carga pesada, y en ocasiones peligrosa, circulando por el corazón de la zona oeste, poniendo en riesgo la seguridad, la salud y la calidad de vida de miles de personas.
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Este problema no es nuevo, y tampoco es menor. Cada día, quienes vivimos o trabajamos en La Calzada convivimos con el ruido constante, la contaminación, la inseguridad vial y la sensación de abandono institucional. ¿Cuántas veces hemos escuchado promesas de solución? ¿Cuántos estudios, proyectos y anuncios han quedado sobre el papel? Mientras tanto, la vida sigue transcurriendo sin que nada cambie y la paciencia vecinal se agota.
[–>[–>[–>No se trata solo de incomodidad. Hablamos de derechos: a la salud, a la seguridad y a la dignidad. La avenida Príncipe de Asturias no puede seguir siendo una autopista improvisada que atraviesa un barrio vivo. Y que conste que la protesta no es hacia el sector del transporte ni hacia los profesionales que diariamente realizan su trabajo, pero sí que cada camión que pasa, de los 1360 que lo hacen diariamente, es un recordatorio de que para las administraciones la inercia pesa más que la vida.
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Las movilizaciones vecinales exigen una solución real y urgente: un paso alternativo para el tráfico pesado que libere a la zona oeste de esta carga insoportable. Por el bienestar de la población es vital que se priorice la vida frente al tráfico, la salud frente a la inercia, la dignidad frente al abandono. Porque un barrio no es solo un espacio físico: es comunidad, es historia, es presente y es futuro. Y ese futuro no puede seguir vinculado a la contaminación y al riesgo.
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[–>Lo único positivo que destaco en toda esta situación son precisamente las movilizaciones, porque la fuerza colectiva puede cambiar la historia. Existe una recogida de firmas que se está llevando a cabo, y a la que desde aquí animo a toda la ciudadanía a participar. Toda persona que lo desee puede acercarse al Ateneo o a la sede de la asociación vecinal «Alfonso Camín» para apoyar la causa. Cada firma cuenta, cada gesto suma. Porque cuando la ciudadanía se organiza, las cosas cambian. Además, hay una forma sencilla y simbólica de visibilizar la reivindicación: colocando una tela de color naranja en balcones, ventanas o comercios, para que el barrio se tiña de color y que nadie pueda mirar hacia otro lado. Que se entienda que esta no es una demanda caprichosa, sino una cuestión de justicia y de vida.
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No podemos permitir que dentro de otros treinta sigamos en el mismo punto. Y eso solo será posible si quienes tienen la responsabilidad y competencias para tomar decisiones actúan ya. Únete a la lucha. Participa, firma, movilízate, coloca tu tela naranja y haz visible la reivindicación.
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