¿Por qué ha caído el Gobierno de Serbia y qué puede pasar ahora?
La sociedad presiona desde fuera y el Estado serbio se tambalea. El Gobierno formado por el Partido Progresista Serbio (SNS) ha sido el último en caer. Meses de protestas por la corrupción y los abusos de poder que azotan Serbia han provocado esta semana la renuncia del primer ministro Miloš Vučević, y, con él, la de todo su Ejecutivo, lo que ha agravado una crisis con consecuencias imprevisibles. En la mira está también el propio presidente serbio, Aleksandar Vučić, quien gobierna Serbia con mano de hierro desde hace una década. El motor de la protesta, los estudiantes.
El 1 de noviembre de 2023, 15 personas perdieron la vida al caerles encima un tejado en la estación de trenes de Novi Sad, renovada poco antes por una empresa china. Este suceso provocó duras críticas a las autoridades serbias, debido a la sospecha de corrupción en las deficientes obras de renovación de la estructura. El incidente desató una inmediata indignación ciudadana en todo el país y los estudiantes decidieron salir a protestar.
El 22 de noviembre se convocó una manifestación en la Facultad de Arte Dramática de Belgrado. La situación fue tensa y, finalmente, diversos manifestantes fueron violentamente agredidos, según los alumnos, por individuos vinculados al SNS. En respuesta, se anunció la suspensión de toda actividad en la Facultad de Arte Dramática, y pronto se sumaron a la protesta otras universidades de la ciudad, así como de Novi Sad, Niš, Kragujevac y otras localidades (por un total de 60 universidades estatales permanecen bloqueadas en distintos momentos hasta la fecha).
Paralelamente, a las movilizaciones se fueron uniendo profesores, organizaciones de la sociedad civil y otros ciudadanos, entre ellos el sector rural, que protesta contra un gigantesco proyecto de extracción minera Serbia, potencialmente uno de los principales proveedores de litio para Europa.
El 16 de enero ocurrió otro grave episodio de violencia: una estudiante de 20 años quedó en estado grave tras ser atropellada por un coche. También, en este caso, la identidad del atacante es incierta, pero este y otros ataques contra los manifestantes no impiden que las protestas continúen. Las últimas, sin embargo, desembocan en un giro inesperado: el martes 28 de enero, el primer ministro Vučević dimite.
Sí y no. Por un lado, Serbia tiene una larga tradición de rechazo popular al autoritarismo, la corrupción y los abusos de poder por parte de sus gobernantes, siendo especialmente conocidas las protestas contra el autócrata serbio Slobodan Milosevic en la década de los noventa. Con ello, el propio Vučić ha estado en el punto de mira en múltiples ocasiones. Contra él y círculo político ha estallado el hondo descontento de la sociedad de su país, dando vida al actual ciclo de protestas: las del movimiento ecologista contra la construcción de Belgrade Waterfront (2015-2019), y las contra el fraude electoral (2019, 2022 y 2023), las por la gestión de la pandemia (2020) y por el proyecto de extracción de litio (2021, 2022 y 2024).
Por otro lado, la protesta más reciente tiene algunas características distintas. La fundamental es que es liderada por los estudiantes, que han rechazado que cualquier partido político, también de la oposición —que consideran fragmentada y no a la altura—, participe abiertamente en las movilizaciones. Los estudiantes, además, han exhibido un alto grado de coordinación, también al usar las nuevas tecnologías para las convocatorias y para sortear la propaganda gubernamental que se ha infiltrado en los medios de comunicación locales. De esta manera han logrado organizar manifestaciones continuadas, siendo una de las principales la marcha que realizan todos los días a partir de las 11.52 horas, el horario en el que se desplomó el techo de la estación de Novi Sad.
Después de la renuncia de todo el Ejecutivo serbio, el presidente Vučić ha anunciado que en los próximos 10 días anunciará si convoca nuevas elecciones o anuncia la formación de un nuevo Gobierno. También ha dicho que el SNS todavía no tiene un candidato. De acuerdo con la Constitución serbia, si el Parlamento del país fracasa en elegir un nuevo gobierno en 30 días, el presidente está obligado a convocar nuevas elecciones. Sin embargo, grupos de estudiantes y asociaciones de defensa de derechos civiles han anunciado que no aceptan la convocatoria de nuevas elecciones y que quieren que se nombre un Gobierno técnico para que reformar al país. En este contexto, crecen los rumores de la posibilidad de que Vučić decida declarar el estado de emergencia.
Básicamente, no vivir donde falta la libertad y sobra la corrupción y los abusos de poder; quieren, básicamente, que Serbia se convierta en un país más moderno y alineado a los estándares de las democracias más avanzadas. Es el reflejo de una población que aún tiene altas tasas de emigración y una tasa de natalidad decreciente, pero también niveles de educación más altos que la media en la región.
Por eso las demandas iniciales de los estudiantes eran que se publicara la documentación sobre la reconstrucción de la colapsada estación de trenes de Novi Sad, que se desestimaran los cargos contra los estudiantes detenidos y se acusara a los agresores de los manifestantes y que se aumente el presupuesto a la educación en un 20%. Habrá que esperar para saber si Vučić decide aceptarlas en su totalidad, y si eso será suficiente para desconvocar las movilizaciones.
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