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¿Por qué la macroeconomía de España crece cada vez más pero tu bolsillo no?

¿Por qué la macroeconomía de España crece cada vez más pero tu bolsillo no?
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  • Publishednoviembre 1, 2025




España se ha consolidado como un motor de crecimiento dentro de la zona del euro, desafiando a menudo los pronósticos menos optimistas. Sin embargo, la reciente publicación de datos del tercer trimestre de 2025 confirma que la economía española comienza a deflactarse. El PIB es se moderó hasta el 0,6% en este periodo, una desaceleración de dos décimas respecto al trimestre anterior. La principal causa de este cambio de ritmo ha sido la debilidad del entorno exterior, que ha provocado una importante caída de la demanda exterior, restando 0,6 puntos al crecimiento total.

A pesar de esta tendencia general, el análisis de los últimos años mostró una tendencia de fuerte expansión. El país venía encadenando ejercicios de crecimiento significativo como el 2,5% registrado en 2023. Sin embargo, los datos más recientes indican que la economía vuela ahora con un solo motor: la demanda interna, ya que la demanda externa se desplomó. En agregado, el gasto en consumo final de los hogares aumentó un 1,2%, mientras que la formación bruta de capital registró una variación positiva del 1,7%, compensando el lastre sobre las exportaciones.

En retrospectiva, la macroeconomía española de los últimos años presenta fuertes cifras de crecimiento del PIB, reducción del paro y récords de afiliación a la Seguridad Social. Estos indicadores son los cimientos sobre los que se construye la narrativa de una economía que funciona como una motocicleta. Sin embargo, la pregunta fundamental es si la macroeconomía refleja tal vitalidad. ¿Por qué la vida diaria no se ajusta a esa macro? Éste es el corazón de la paradoja española. Mientras el PIB crece y los beneficios empresariales alcanzan máximos, los salarios reales de los ciudadanos llevan décadas estancados.

¿Por qué la macroeconomía no se corresponde con la economía cotidiana?

En este sentido, la desconexión es palpable, ya que el crecimiento económico se distribuye de manera desigual, concentrándose en el capital y dejando a la mayoría de los trabajadores con una capacidad de consumo congelada. La explicación de esta brecha se remonta a las consecuencias de la Gran Recesión de 2008 y la posterior crisis del euro. Para contener los costos en un contexto de crisis, las sucesivas reformas laborales introdujeron una fuerte moderación salarial y alentaron la contratación temporal. Esto generó un modelo de crecimiento. basado en el empleo más precario y con menor valor añadido. Es decir, se priorizó la cantidad de empleo sobre su calidad y remuneración.

Además, el modelo de recuperación económica se ha basado en gran medida en sectores con baja productividad y poca innovación, como el turismo y los servicios. Este enfoque consolidó un patrón de crecimiento que, aunque rápido en volumen no genera los aumentos de productividad necesarios para justificar aumentos salariales elevados y sostenibles. Por tanto, el país crece pero lo hace con un motor económico que tiene un techo bajo en términos salariales.

Relación entre capacidad salarial y costo de vida

Este estancamiento salarial ha exacerbado la brecha del costo de vida. Aunque España puede tener precios más bajos que algunos países del norte de Europa, su poder adquisitivo es débil frente a los altos costos internos. La subida de los precios de la energía y los alimentos sumada a la escalada del precio de la vivienda ha convertido la vida en España en una pesada carga que El crecimiento del PIB no logra aliviar a la población.

El resultado final es que la capacidad de gasto de los españoles se ha visto reducida. Los precios, especialmente los del mercado inmobiliario, que actualmente el valor de la vivienda de segunda mano ha crecido un 17% en el tercer trimestre de 2025, y el Los bienes esenciales han crecido a un ritmo más rápido que los salarios. desde 2015 ampliando la brecha. En conclusión, el crecimiento del PIB es real y estadístico, pero es un crecimiento social de bajo voltaje que no se transfiere a los bolsillos de las personas, manteniendo prácticamente congelada la capacidad de consumo y la distribución del crecimiento.



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