PRECIO MATRÍCULAS UNIVERSIDADES | Navarra, Madrid y Cataluña tienen las universidades públicas más caras
Desde el curso 2019-2020, las tasas que pagan los estudiantes de las universidades públicas en España se han abaratado casi un 20%. Sin embargo, el desembolso que hacen los alumnos sigue siendo elevado y desigual. En grado, los precios más altos se encuentran en Navarra, Madrid y Cataluña mientras que los más bajos corresponden a Galicia, Asturias, Canarias y Andalucía. Una carrera de 240 créditos cuesta en Cataluña 4.356 euros (1.089 euros al año, siempre y cuando se aprueben todas las asignaturas a la primera) frente a los 2.868 euros (717 al año) de Galicia, la comunidad con precios menos elevados. “Hay que avanzar hacia un modelo más equitativo de precios y becas”, insiste el nuevo informe de la fundación CYD (Conocimiento y Desarrollo, cuyo patronato está presidido por Ana Botín, presidenta del Banco Santander), institución que lleva 20 años analizando con lupa la educación superior y que esta mañana ha presentado la edición 2025 de su estudio anual.
[–>[–>[–>Ese precio base, fijado por cada comunidad autónoma, suele disparase dado que alrededor del 60% de los estudiantes de grado necesitan más tiempo del previsto (cuatro años) para titularse. Este retraso “eleva los costes económicos para las familias, retrasa la inserción laboral y agrava las desigualdades sociales”, asegura el informe, que achaca las causas a la rigidez curricular, la necesidad de compatibilizar estudios y trabajo que tienen muchos estudiantes, la falta de orientación efectiva y los modelos docentes poco adaptativos. “Abordar este problema requiere itinerarios académicos más flexibles, tutorías desde el primer curso, apoyo económico para reducir la precariedad estudiantil e innovación metodológica que mejore la eficiencia y reduzca el abandono”, concluyen los técnicos de CYD.
[–> [–>[–>En los másteres habilitantes (aquellos que son imprescindibles para ejercer una profesión regulada, como psicología, docencia en secundaria o abogacía), las diferencias económicas son similares: los precios más elevados para el alumnado se registran en Navarra (20,24 euros por crédito), Madrid (18,76) y Cataluña (18,46). Mientras, los más bajos (rondan los 12 euros por crédito) se dan en Canarias, Asturias, Galicia y Andalucía.
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«Se necesita un nuevo modelo más estable, diversificado y orientado a resultados que combine una mayor inversión pública con una colaboración estratégica del sector privado»
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España continúa situándose por debajo de la media de la UE y de la OCDE en financiación pública universitaria. En 2022, el gasto por estudiante fue un 19,5% inferior al promedio de la OCDE y un 14,5% menor que el de la UE. El gasto público en educación universitaria representó el 0,75% del PIB. El porcentaje supone una mejora evidente desde 2015 (cuando estaba en un 0,69%) pero aún permanece lejos del 1% que establece la ley del sistema universitario (Losu) como objetivo para 2030. La cifra es igualmente inferior a la de países de nuestro entorno (0,88% en la OCDE y 0,91% en la UE).
[–>[–>[–>En los campus no se ha compensado todavía plenamente el fuerte impacto de los recortes presupuestarios derivados de la crisis de 2008. En 2023, los niveles de financiación seguían siendo alrededor de un 10% inferiores a los de 2009.
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El informe de CYD aconseja un nuevo modelo de financiación “más estable, diversificado y orientado a resultados” que combine una mayor inversión pública con una colaboración estratégica del sector privado. “Parte de los recursos deberían vincularse a objetivos verificables en investigación, transferencia de conocimiento o inserción laboral de los egresados”, concluye.
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[–>Los problemas de financiación, precisamente, están incendiando los campus en Madrid, Málaga y Euskadi. Las dos primeras han protagonizado huelgas mientras que el rector de la Universidad Pública del País Vasco (UPV-EHU) está manteniendo un enfrentamiento con el Gobierno vasco tras pedir un aumento de la subvención del 80% hasta llegar a los 600 millones de euros.
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«Resulta indispensable una colaboración más estrecha entre universidades y empresas y una mayor apuesta por la formación dual»
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A mayor nivel educativo, mejores indicadores laborales. Sin embargo, un año más, en 2024 los graduados superiores españoles presentan una menor tasa de empleo (84,3%) y mayor de paro (6,3%) que sus pares europeos (87,8% y 3,5%). Solo Grecia presenta peores cifras en empleo y paro.
[–>[–>[–>La buena noticia es que entre 2020 y 2024, el número de ocupados graduados superiores españoles creció en casi 1,2 millones de personas y el paro se redujo en 240.000 personas. La caída del número de parados (-27,2%) fue muy superior a la media europea (-10,4%). Además, los ocupados con formación superior registran en menor proporción contratos temporales, empleo a tiempo parcial y trabajo autónomo que los menos formados. En 2023, los graduados superiores españoles tenían una renta media equivalente de 27.785 euros (33.263 euros de media en la UE), un 65% más que la que tienen aquellos con estudios obligatorios como máximo y un 35% superior a la de los titulados en estudios postobligatorios no universitarios.
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Lamentablemente, los conocimientos y competencias con los que egresan los estudiantes no siempre se ajustan a las necesidades del mercado. El 35% de los graduados superiores ocupa puestos por debajo de su nivel de formación (21,4% en la UE). Para mejorar esta situación, el estudio de CYD considera indispensable una colaboración más estrecha entre universidades y empresas y una mayor apuesta por la formación dual, que sigue siendo embrionaria en los campus.
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«Entre 2014 y 2023, la proporción de titulados en grados científicos pasó del 23% al 18% mientras que en la UE se mantuvo estable en torno al 25%»
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España presenta un “déficit estructural” de titulados en las áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Entre 2014 y 2023, la proporción de titulados de estos campos pasó del 23% al 18% mientras que en la UE se mantuvo estable en torno al 25%. Los técnicos de CYD aseguran que esta brecha limita la capacidad de innovación, aumenta la dependencia del talento extranjero y reduce la competitividad en sectores estratégicos como la Inteligencia Artificial, la biotecnología o la transición energética. Las causas van desde la percepción social de que estas carreras son difíciles y poco atractivas, hasta una orientación temprana insuficiente, la escasa conexión entre universidad y mercado laboral y unas condiciones laborales menos competitivas que en otros países europeos.
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