Pros y contras del plan de la UE para financiar el rearme europeo

La Unión Europea se enfrenta no solo al desafío de rearmarse, sino de encontrar una fórmula sobre cómo financiarlo, una necesidad que surgió con la invasión rusa de Ucrania y se ha intensificado en los últimos tiempos por las tensiones internacionales, como el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. El gasto en defensa en Europa ya alcanza el 1,9% del PIB en 2024, pero los líderes europeos no solo reconocen que la inversión debe ser mucho mayor, sino inmediata. Esto les obliga a explorar diversas fórmulas de financiación, cada una con pros y contras que complican el camino hacia una mayor autonomía militar.
El plan ‘ReArm Europe’, propuesto por la Comisión Europea, pretende movilizar unos 800.000 millones de euros en los próximos cuatro años para reforzar las capacidades de defensa de la UE. El debate sigue abierto sobre cuánta de esta financiación debe proceder del aumento del gasto nacional en defensa y seguridad de los Estados miembros, y cuánto pondrá la UE, ya sea directa o indirectamente.
Sobre la mesa se encuentran diversas opciones para financiar el rearme europeo. La propuesta actual incluye préstamos por 150.000 millones de euros respaldados por la UE, obtenidos en los mercados de capitales, así como margen fiscal adicional, que permitiría a los Estados miembros contraer deuda para financiar la defensa sin violar las normas sobre la deuda y el déficit. Para alcanzar estos objetivos, la UE evalúa tres estrategias principales: utilizar los activos rusos congelados, emitir bonos comunes y poner en marcha el programa de préstamos para un rearme que no está dispuesta a demorar más.
Una de las principales opciones presentadas por la Comisión para financiar el rearme de los Veintisiete es un paquete de préstamos de 150.000 millones de euros para ayudar a los Estados miembros a financiar inversiones militares. Los préstamos serían gestionados por el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y reembolsados individualmente, evitando la deuda directa de la UE.
Aunque esta opción evita el endeudamiento colectivo, los países con una elevada deuda pública podrían mostrarse reacios a asumir más préstamos, y las naciones más ricas podrían beneficiarse de forma desproporcionada, ampliando las diferencias en capacidad de defensa.
Otra opción que se está estudiando es la emisión de bonos de deuda europea, similar al fondo de recuperación NextGenerationEU de 750.000 millones de euros. La Comisión Europea podría recaudar fondos en los mercados financieros y distribuirlos entre los Estados miembros para gastos de defensa.
Sin embargo, esta propuesta se enfrentaría a la fuerte oposición de países fiscalmente conservadores como Alemania y los Países Bajos, que sostienen que podría aumentar la carga de la deuda global de la UE. Con todo, el objetivo planteado de emitir bonos por valor de 800.000 millones de euros podría resultar excesivamente ambicioso. Algunos sostienen también que el aumento de la deuda colectiva exigiría un nuevo sistema de impuestos o contribuciones presupuestarias para toda la UE.
También se baraja la reorientación de los beneficios de los activos rusos congelados. La UE ya ha incautado 210.000 millones de euros en reservas de los bancos centrales rusos, y, en lugar de confiscar el principal, se está considerando la posibilidad de utilizar los intereses y rendimientos generados por esos fondos.
Esta medida, que podría generar varios miles de millones de euros anuales para la defensa, se ve como una forma de apoyo directa en la que dinero proveniente del aparato ruso se redirige a la defensa de la ocupación rusa en Ucrania. Sin embargo, las complejidades jurídicas y el temor a las represalias de Rusia han retrasado su implementación. Además, preocupa que sentar tal precedente pueda ahuyentar a otros terceros países de depositar sus activos en territorio europeo.
Aunque aún no se ha tomado una decisión definitiva, se espera que los líderes europeos intensifiquen las negociaciones en los próximos meses sobre la financiación de la defensa, en un contexto de creciente presión para aumentar la producción de armas, reforzar las cadenas de suministro y modernizar las capacidades militares en respuesta a la guerra de Rusia en Ucrania y al distanciamiento de Estados Unidos desde la llegada de Trump a la Casa blanca.
Los dirigentes de la UE deberán evaluar la viabilidad financiera, los riesgos jurídicos y las limitaciones políticas de las posibles opciones. A medida que el panorama de seguridad en Europa evoluciona, la capacidad de la UE para movilizar recursos de manera efectiva será clave para determinar su autonomía estratégica en defensa a largo plazo.
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