¿Qué es el ‘autopen’ que supuestamente utilizó Biden para firmar indultos y Trump considera inválido?

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha declarado que todos los indultos firmados por su sucesor, Joe Biden, son inválidos porque se ejecutaron utilizando un «autopen«. «Los ‘indultos’ que el dormilón Joe Biden dio al Comité de Matones Políticos No Seleccionados, y a muchos otros, son por la presente declarados NULOS, VACANTES, Y SIN NINGÚN VIGOR O EFECTO, debido al hecho de que fueron hechos por Autopen. En otras palabras, Joe Biden no los firmó pero, lo que es más importante, ¡no sabía nada de ellos!», ha publicado Trump en la red Truth Social.
Lejos de ser algo nuevo, el «autopen» ha acaparado buena parte del debate público estadounidense, y por lo tanto, el global. Pero, ¿qué es este dispositivo que está poniendo en jaque la legitimidad de las firmas presidenciales?
Un autopen, o bolígrafo robot, es una máquina diseñada para replicar automáticamente una firma manuscrita. A diferencia de las firmas escaneadas, un bolígrafo real produce la firma con tinta. Es un dispositivo habitualmente utilizado por políticos, ejecutivos y famosos para firmar grandes volúmenes de documentos.
La firma del individuo se registra y almacena digitalmente en el sistema. Así, en el momento de la firma un brazo robótico o un bolígrafo mecánico reproducen la firma en los documentos.
El autopen fue patentado en EEUU en 1803, y ya en 1804 Thomas Jefferson no perdió tiempo en adquirir y utilizar la máquina. Las máquinas autopen actuales son diferentes de las originales utilizadas por Jefferson; en aquella época, se las conocía por el nombre de polígrafos, y copiaba cartas enteras mientras la persona escribía. Mantienen poco parecido con las máquinas de firmar modernas tanto en diseño como en su funcionamiento.
Con el paso del tiempo, se empezó a utilizar una plantilla, que se hacía tallando un canal en plástico (como un molde de la firma). Un bolígrafo seguía el canal y reproducía la firma. Víctima de los avances tecnológicos, la plantilla física desapareció, y hoy en día todo se lleva a cabo digitalmente.
Desde Jefferson, varios presidentes de EEUU han utilizado el autopen; algunos rehuían de confesar su uso, mientras que otros no necesitaban ocultarlo. Aunque históricamente la postura oficial de la Casa Blanca ha sido negar la existencia o el uso del autopen, hoy en día su uso es más bien un secreto a voces.
Un artículo en ‘The National Enquirer’ titulado «El robot que sustituye al presidente» destapó todo el asunto al fotografiar el dispositivo en la Casa Blanca. El presidente del momento, Lyndon B. Johnson, rompió con el secretismo de Harry S. Truman y culminó la apertura sobre el uso del autopen promovida por Gerald Ford.
El caso de John F. Kennedy es digno de mencionar. Era tan dependiente del autopen que se convirtió en el tema de un libro titulado ‘El robot que ayudó a hacer un presidente’. El autor afirmaba que la dependencia de Kennedy del autopen convertía su firma auténtica en la más rara de todos los autógrafos presidenciales. Aunque esta afirmación no se ha mantenido con el paso del tiempo, y Kennedy en realidad no utilizó tanto el autopen como presidente, parece que la gran confianza del demócrata en el dispositivo marcó el comienzo de una nueva era de tecnología en la Casa Blanca, lo que dio lugar a que su sucesor compartiera este secreto a voces con el público.
Las consecuencias de la creciente aceptación del autopen son muchas. Desde el mundo del coleccionismo, hasta ser objeto de controversia en relación con la propia constitucionalidad del uso de la firma autógrafa en la promulgación de una ley.
En 2005, George W. Bush fue el primer presidente que preguntó al Departamento de Justicia si era constitucional que el presidente firmara un proyecto de ley utilizando el autopen. Aunque la respuesta fue afirmativa, no utilizó esta tecnología ni hizo que le enviaran la ley por correo postal, prefiriendo en su lugar, volar de Texas a Washington para firmar la controvertida ley Terri Schiavo.
En mayo de 2011, mientras asistía a la cumbre del G8 en Francia, Barack Obama se convirtió en el primer presidente en utilizar el autopen para firmar la ley Patriot que expiraba. En noviembre de ese mismo año, firmó una ley de asignaciones con el autopen desde Indonesia, y en 2013, el demócrata volvió a utilizar este sistema desde Hawái para cumplir el plazo de la firma de la ley del acantilado fiscal a varias zonas horarias de distancia en Washington.
Hasta el momento, no ha sido cuestionada constitucionalmente ni llevada ante los tribunales la firma de un decreto presidencial con autopen. La constitucionalidad de la firma por poder sí ha sido cuestionada, y algunos juristas afirman que el problema no es el uso de un poder, sino que el poderdante (en este caso, el presidente) y el apoderado (el autopen) no estén juntos en el momento de la firma.
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