Qué significa que no te guste que te digan lo que tienes que hacer según la psicología
Probablemente esto te haya pasado a ti en algún momento. Estás tratando de desahogarte, contar una situación estresante y luego… «Lo que tienes que hacer es…» ¿Has sentido esta cálida ira invadiendote? No eres la única persona que se siente así. La gran mayoría de nosotros no queremos que nos digan qué hacer y hay una razón psicológica.
En este ejemplo particular, también está involucrado el deseo de recibir validación emocional, no consejo. Y, en muchos casos, tendemos a intentar arreglar la vida de otras personas sin que nadie nos lo pida. Pero volvamos al tema que nos ocupa. ¿Por qué nos molesta tanto saber qué hacer? O peor aún, lo que no podemos hacer bajo ningún concepto. La psicología tiene una explicación para este comportamiento, llamada reactancia.
No soporto que me digan qué hacer
Para algunos más, para otros menos, escuchar a alguien decirte qué debes hacer o qué no puedes hacer provoca una reacción negativa. Ira, ira, frustración. Y, en muchos casos, el deseo de hacer exactamente lo contrario de lo recomendado. El psicólogo Jack Brehm llamó a todas estas reacciones emocionales reactancia. Su teoría de la reactancia psicológica fue pionera en la década de 1960 y todavía se utiliza en psicología, educación e incluso publicidad. Sí, quienes hacen los anuncios saben que usted no quiere que le digan qué hacer y lo utilizan a su favor.
Saber cómo funciona nuestro cerebro, de dónde viene ese rechazo, puede ayudarnos a moderar nuestras respuestas y aprender a comunicarnos mejor con los demás. Porque, aunque nos moleste, A veces seguir consejos que odias puede ser una buena opción desde un punto de vista racional.. Y por el contrario, poder aconsejar, especialmente a nuestros hijos adolescentes, sin que rechacen tajantemente nuestras palabras puede sernos de gran ayuda.
Por todo ello, lo primero que necesitamos es entender qué es la reactancia y por qué se produce.
¿Qué es la reactancia?
El psicólogo Jack Brehm definió la reactancia como un término psicológico que revela La resistencia u oposición emocional y cognitiva que sienten las personas cuando perciben que su libertad la elección es limitada o amenazada.
Cuando alguien intenta influir en nuestras decisiones, ya sea imponiendo reglas o restringiendo nuestras opciones, sentimos una pérdida de autonomía.. Como si ya no fuéramos dueños de nuestras decisiones, como si hubiéramos perdido el famoso “libre albedrío”.. En respuesta aparece la reactancia, que puede manifestarse de varias formas.
¿Cómo reaccionamos ante los impuestos?
Ahora que sabes por qué sientes ese rechazo fulminante ante las imposiciones y prohibiciones, es momento de entender cómo reaccionas ante este sentimiento. Cada persona puede expresar su reactancia de formas muy diferentes.pero algunos de los cuales te explicamos a continuación.
Para empezar, es posible que se sienta obligado a hacer exactamente lo que le dijeron que no hiciera, incluso si era algo que no quería hacer en primer lugar. Esta reacción surge como respuesta al deseo de recuperar la libertad perdida e incluso puede ocurrir en la relación médico-paciente.. Por ejemplo, si su médico le prohíbe comer un determinado alimento, su deseo de comer ese alimento puede aumentar, incluso si no le gusta especialmente.
También es posible que manifiestes tu reactancia a través de una resistencia activa. Esto es muy común entre los adolescentes. Adoptan una actitud desafiante, rechazando la autoridad o cualquier intento de persuasión. Este tipo de reacción se manifiesta como desobediencia.comportamientos contrarios al orden contra el cual se rebelan o largas discusiones que no tienen otro objetivo real que el de la resistencia.
Finalmente, la reactancia puede hacernos percibir que lo que nos prohíbe tiene más valor ahora que está restringido. Lo que antes parecía indiferente o poco interesante sólo adquiere valor adicional porque está restringido. También es bastante común durante la adolescencia, y muchos psicólogos lo asocian con el consumo de bebidas alcohólicas u otras sustancias desde edades tempranas.
Aprende a gestionar la reactancia y sigue los consejos adecuados.
Aunque se trata de una reacción natural, ligada a nuestro instinto de preservar la autonomía personal, la reactancia puede jugarnos una mala pasada. Tanto como asesores como asesorados, es importante tener esto en cuenta en nuestras interacciones. Sentir que tenemos control sobre nuestras decisiones es fundamental para nuestra autoestima y bienestar psicológico.. Y cuando alguien interviene, nuestra reacción es sólo un mecanismo de defensa destinado a restablecer el equilibrio.
La mejor forma de evitar que la reactancia te lleve a actuar guiado por ese rechazo es aprender a identificarlo y gestionar tus emociones. Comprender por qué sucede esto es el primer paso para lograrlo. En cuanto a sus interacciones con los demás, Estos tres sencillos consejos pueden ayudarte a evitar provocar esta reacción en tus interacciones. Son particularmente útiles con niños y adolescentes.
- Proporcionar opciones. En lugar de imponer una norma o dar una orden, es más eficaz ofrecer alternativas para que la otra persona se sienta en control. Este consejo funciona incluso con niños. La próxima vez que tengas que decirle a tu hijo que vaya a bañarse, intenta darle una opción. Diga: «¿Quieres darte una ducha ahora o dentro de cinco minutos?». » ¿Te gustaría bañarte con este peluche o con este? El baño es innegociable, pero añadiendo matices que están bajo su control le ofreces la sensación de no perder su autonomía.
- Utilice una persuasión suave. Usar un lenguaje menos autoritario o más persuasivo puede reducir los sentimientos de amenaza. Por ejemplo, en lugar de decirle a su hijo adolescente: «Te dije que no usaras el teléfono mientras cenamos», dile: «Me encanta cuando hablamos sin distracciones». ¿Y si dejamos el móvil a un lado mientras cenamos? ¿Qué opinas?»
- Explique sus razones. Justificar las restricciones o decisiones que intentas comunicar puede reducir significativamente la sensación de amenaza y hacerlas más comprensibles. Por ejemplo, en lugar de decir el clásico “no podemos hablar en clase”, podrías explicarles a tus hijos que “es importante permanecer en silencio en clase para que todos puedan concentrarse. Y si necesitas hablar, puedes levantar la mano.
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